A Enrique Noain, presidente de Aguas del Añarbe, le duele sobremanera la creencia extendida entre los vecinos de la cuenca del Urumea por la que las compuertas de la presa se habrían abierto durante las fuertes lluvias de noviembre de 2011, generando inundaciones en la zona. "No es que cumpliéramos con nuestro deber. Es que nos la jugamos para proteger a la población", resume. En el embalse sostienen, con los informes del prestigioso Danish Hydraulic Institute en la mano, que su actuación durante aquel episodio evitó males mayores a orillas del río, por lo que han comenzado a promover visitas informativas a sus instalaciones por parte de los vecinos afectados. En vísperas de celebrar la primera, el pasado jueves, Enrique Noain recibió a NOTICIAS DE GIPUZKOA y adelantó para este periódico el contenido de las charlas que ya se mantienen con los habitantes de la vega del Urumea.

A pie de presa, las primeras explicaciones no atienden a las características de la misma, sino a su situación. "La cuenca cuyas aguas confluyen en el embalse supone el lugar donde más llueve de todo el Estado. Estamos hablando de 2.060 milímetros anuales por metro cuadrado. Cuando se lo explicamos a los niños, les decimos que es un jugador de baloncesto de agua. Y lo comparamos con los entre 350 y 500 que caen en otros puntos. Eso, al jugador de baloncesto, no le llega ni a las rodillas".

Eso por un lado. Y por otro, Noain subraya que la presa no interviene de forma directa sobre el cauce del Urumea, sino sobre el del Añarbe, un afluente que aporta al mencionado río el 23% de sus aguas. "Es como si en Donostia se colapsa la Avenida de la Libertad y nos echan la culpa a nosotros, que dirigimos el tráfico de la calle Txurruka". Sin embargo, a juicio del presidente de Aguas del Añarbe, la gestión de la presa, la gestión figurada del tráfico de la calle Txurruka, no resultó deficiente en ningún caso. "Lo que ocurrió en el Urumea hay que atribuirlo únicamente al agua que cayó. Episodios así se dan uno cada 50 años".

Arranca así la explicación más técnica, todavía a pie de presa, 60 imponentes metros de hormigón. El embalse tiene tres salidas principales de agua. Por un lado, el caudal ecológico, que vierte al Añarbe constantemente, por imperativo legal, con el fin de mantener estable el cauce de este afluente del Urumea. "Es un chorro de 325 litros por segundo que está siempre activo. Siempre. También lo estuvo durante aquellas inundaciones. Nos habría gustado detenerlo, pero no se puede hacer por motivos legales", explica Noain. Y luego están los desagües de fondo y las compuertas superiores.

desagües y compuertas

Distintas utilidades

Los desagües de fondo son las vías utilizadas para el desembalse, cuando este resulta procedente. Se sitúan en la parte baja de la presa, a pie del muro de hormigón. "Son como el tapón de la bañera. Cuando quieres vaciarla los quitas", resume Noain. ¿Y las compuertas superiores? "Pues son como la rejilla de desagüe de la bañera. Si te dejas el grifo abierto con el tapón puesto, el agua se marchará por ahí", añade el presidente del Añarbe, prosiguiendo con el ejemplo gráfico. Pues bien, durante las inundaciones de 2011, según sostienen en el embalse, el "tapón de la bañera", los desagües de fondo, permanecieron cerrados. A ello agrega Noain, además, que la rejilla de desagüe del embalse, las compuertas superiores, se cerraron igualmente. "Ahí fue donde me la jugué. La normativa no dejaba nada claro si esto se podía hacer o no. Pero nadie me dijo nada ni hubo consecuencias. Porque lo que en teoría podía suponer esquivar la ley, terminó resultando una bendición", explica Noain.

La incertidumbre legislativa a la que alude tiene su origen en las inundaciones provocadas en 1982 por el fallo de la presa valenciana de Tous. Allí, un fallo eléctrico terminó anegando una cuenca entera, sepultando poblaciones enteras. A raíz de aquello, quedó prohibido cerrar las compuertas de los embalses, una circunstancia que sí se dio en Añarbe en 2011, para cuando ya estaba en marcha una propuesta de ley que permitiera la maniobra. "El agua en el labio superior de la presa, con las puertas abiertas, puede alcanzar los 156 metros sobre el nivel del mar. A partir de ahí desembalsa. Durante las inundaciones, en cambio, superó los 158 metros. Cerrando las compuertas retuvimos toda esa cantidad adicional. Si no lo llegamos a hacer, las consecuencias de la crecida habrían sido mucho peores. Arriesgué, pero salió bien", recuerda Noain, acerca de una decisión cuyo peligro consistía en dos aspectos: el posible incumplimiento de una normativa que por aquel entonces contaba con ciertos vacíos, por un lado; y la creciente presión que debieron soportar los muros del embalse por otro.

población del urumea

"Un problema de recelo"

Respecto a la población de la cuenca del Urumea, el problema según el presidente de Añarbe es "de recelo y de falta de credibilidad". Por eso se han organizado las mencionadas charlas informativas con vecinos. Y por eso el ente trabaja para introducir en su página web las imágenes de varias webcams que se están colocando en puntos estratégicos de las instalaciones, y mediante las que puede comprobarse en tiempo real si se está desembalsando agua o no. "Esperemos que el programa esté listo en unas semanas", indica Noain, que se anticipa a posibles réplicas. "Todavía habrá gente que nos diga que ofrecemos datos falsos, o que en la web pondremos vídeos grabados con las compuertas y los desagües cerrados. En cualquier caso, nosotros ya no podemos hacer más, más transparencia no podemos ofrecer".

Además, el presidente de la entidad hace especial énfasis en un aspecto. "La gente debe saber que, hablando en tono coloquial, nosotros no somos mala gente. Es decir, nosotros no tenemos ningún interés en fastidiar a la población inundando sus pueblos o sus barrios. De hecho, formamos parte de los afectados por las inundaciones. Pocos tienen en cuenta que contamos en la cuenca del Urumea con diversas estaciones de aguas residuales. Estas instalaciones también se vieron perjudicadas por las crecidas de 2011, y esto nos supuso un inconveniente serio", explica Noain, quien a la hora de hacer autocrítica tiene claro a qué hacer referencia. "Pienso sinceramente que contamos con un buen equipo, serio, que hizo bien las cosas. Pero quizás nos faltó ser algo más comunicativos. Eso es cierto".

Es la versión de Aguas del Añarbe acerca de las inundaciones de noviembre de 2011, un acontecimiento que suscitó esas "falsas creencias" entre los vecinos de la ribera del Urumea. Sin embargo, pese a que la entidad figura en boca de la población sobre todo en época de lluvias y a la hora de recordar aquellos sucesos, la actividad en el embalse es constante durante los 365 días del año. Y la seguridad para que nada falle en unas instalaciones de importancia tan grande es una obsesión para sus dirigentes. Así lo explica Enrique Noain, basándose en una circunstancia primordial: la alimentación eléctrica. Y es que el mencionado desastre de Tous vino propiciado por un fallo en la corriente, algo ante lo que en Añarbe aseguran estar preparados. Si un día se corta el suministro, las alternativas son tres.

sin corriente eléctrica

Las opciones

"Por un lado tenemos una central eléctrica propia que funciona mediante una turbina, accionada mediante energía hidráulica. Pero es que además contamos con dos grupos electrógenos alternativos, que se ponen en marcha en cuanto no hay suministro eléctrico", indica Noain, quien da la orden de cortar la corriente eléctrica que abastece a todas las instalaciones. Efectivamente, uno de los grupos electrógenos se acciona de inmediato. Por ese lado, todo parece controlado, y otros son ahora los caballos de batalla de los gestores de las instalaciones.

La Confederación Hidrográfica del Cantábrico, con sede en Oviedo y dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, negocia con Añarbe unas circunstancias que desde la presa estiman fundamentales. "Las compuertas ya se pueden cerrar, pero estamos hablando, en un tira y afloja, sobre hasta qué cota nos dejan llenar el embalse en casos de crecidas importantes. Nosotros pedimos unos centímetros más. Ellos unos cuantos menos. Son más conservadores, pero deben entender nuestra postura. Porque simplemente buscamos proteger a la población. No hay más".