DONOSTIA. "Sobre todo, el chivato de nuestro salpicadero salta cuando te das cuenta de que no necesitas dormir, y te pasas varios días en vela". Cuenta Sergio Saldaña, autor del libro Tengo trastorno bipolar, que ha llegado un momento en su vida en el que necesita hablar de esa misma patología históricamente tan silenciada. Lo hará mañana a partir de las 18.30 horas en la Kultur etxea de Legazpi, invitado por la Asociación Aguifes de Urola Garaia.
Su relato comienza poco antes de su primera crisis maníaca, ¿qué recuerda de aquel episodio?
Es un recuerdo muy vivo, es algo que te marca, que nos pasa en esas etapas en las que experimentas un montón de sensaciones nuevas y muy potentes.
¿A qué edad le ocurrió?
A los 18 años. Había cursado COU, estaba a punto de acceder a la universidad y, aunque había tenido dos depresiones, no había diagnóstico porque no habían venido acompañadas de una fase maníaca.
¿Y qué pasó cuando llegó?
Te sientes por encima de todo. Piensas a toda velocidad, capaz de defender ante quien sea todos los proyectos que vas maquinando. Yo soy una persona agresiva, lo he sido toda mi vida, y en aquel momento mi sistema para conducir aquella agresividad no funcionó. Estaba muy fuera de mí...
¿Cuándo se da cuenta uno que esa euforia esconde algo más que un estado de ánimo desbocado?
A esta enfermedad le vas cogiendo el truco con el tiempo. Pero la primera vez, de truco nada. Empiezas a avanzar cuando te pones a trabajar con la enfermedad y no contra ella. Había muchas cosas detrás: la falta de sueño, enlazar un tema tras otro cuando no guardaban ninguna relación entre sí... Sobre todo, el chivato de nuestro salpicadero salta cuando te das cuenta de que no necesitas dormir y te pasas varios días en vela. Era curioso ver entonces el gesto que ponía la gente que tenía frente a mí. Eran caras como diciendo: Uyy, este está otra vez... (sonríe).
El estigma y el silencio han marcado a fuego la patología mental. Usted, en cambio, no solo lo cuenta sino que lo hace de manera desenfadada. ¿Por qué?
¡Pues precisamente para que se hable de ello! Quizá ha llegado un momento en mi vida en el que me siento preparado para comerme toda la mierda que me pueda caer (se sorprende de su propia expresión y sonríe a renglón seguido), y quiero devolver aquella ayuda que me prestaron a mí en su día. He querido contar mi historia en primera persona pero sin dogmatizar, no se trata de un manual. Mi objetivo es despertar la curiosidad de la gente de modo que no se nos vea tan rodeados de estigma y oscurantismo.
¿Qué le dicen las personas que acuden a sus charlas?
Estoy aprendiendo un montón. La gente se anima y participa, lo que me permite ampliar mi catálogo de recursos absorbiendo de las experiencias ajenas.
¿No cree que, en ocasiones, se pasa del rechazo al paternalismo?
Una de las cosas que más odio en esta vida es dar pena, sentir que otra persona siente pena por mí. Es algo lamentable. Ese paternalismo no viene solo, no es una cuestión de familia. Es una visión que viene de muchos estamentos de la sociedad. Soy muy crítico ante ello, y es algo que se debe evitar a toda costa. Lo que necesitamos son instrumentos para poder demostrar que somos tan buenos como los demás. Eso es lo que hace falta, que nos dejen de ver como a pobres taladrados y se tenga una visión de nosotros como un competidor más.
¿Hay asociaciones que caen en ese error?
Sí, cometen el error del exceso de cuidado. Parece que su razón de ser es que haya gente que esté enferma y jodida. Odio esa visión paternalista que se tiene de la enfermedad mental.
¿Esa visión crítica le obliga a caminar por libre?
Es una buena pregunta. Cuando comencé a contar mi caso, desde luego, mi idea era la independencia. Si yo quería trasladar un mensaje auténtico y personal no podía ir de la mano de nadie porque al final se prostituye el contenido. Lo que ocurre es que me he ido encontrando con asociaciones que tienen una forma de ver la insalud mental bastante parecida a la mía. Por eso, en ocasiones, sí voy de la mano. En concreto, en Gipuzkoa Agifes trabaja muy bien, y siempre estoy a disposición de ellos.
Un asesinato cometido por una persona con trastorno bipolar probablemente se destaque en un titular. Si padece de colesterol, no es noticia... ¿Qué papel juegan los medios en la normalización de la patología mental?
Los medios tenéis una responsabilidad grandísima. A mí me han brindado la posibilidad de darme a conocer, y la verdad es que tienen un poder muy grande. No sé, últimamente me ha dado por pensar que es parte del juego. Quiero decir que el hecho de que se introduzcan ese tipo de detalles, quizá, hay que verlo como un estigma que forma parte de las reglas del juego.
¿Trabaja actualmente?
Tengo un negocio familiar, además soy bibliotecario y trabajo para el Gobierno de Navarra.
¿Concluyó su carrera universitaria en aquella época de su vida tan convulsa?
No, no lo hice. La Ingeniería Técnica Agrícola la tengo prácticamente olvidada. Eran unos estudios que no me gustaban, lo que me agradaba era el ambiente y conocer a mucha gente. Además todo aquello coincidió con la etapa de mi vida en la que encadenaba una crisis tras otra, aunque no lo quiero decir como excusa.
¿Tener un hijo le ha cambiado mucho la vida?
Amets acaba de cumplir nueve meses, y estamos encantados. Ahora mismo el reto que afrontamos en su educación, como le ocurre a todas las parejas. Lo intentamos hacer lo mejor posible, sabiendo que nos vamos a equivocar muchas veces.