donostia. El acusado de asesinar con una escopeta a su tío José Antonio Tellería mientras dormía, hace algo más de año y medio en el caserío familiar de Lasarte-Oria, reconoció ayer los hechos que se le imputan y argumentó que cometió el crimen tras consumir varias drogas y porque "escuchaba voces" que le incitaron a ello. "Estoy arrepentido de lo que hice", declaró el presunto asesino, en la segunda sesión del juicio con tribunal del jurado que se sigue en Donostia, en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, bajo la presidencia del magistrado Iñaki Subijana. La Fiscalía pide penas que suman trece años y diez meses de cárcel, así como otros 20 de internamiento psiquiátrico.
El procesado, de 26 años, aunque tenía 24 cuando ocurrieron los hechos, la madrugada del 7 de abril de 2012, padece esquizofrenia. Según relató, la noche de autos fue en su coche al caserío familiar de Lasarte-Oria, en el que residían la víctima, de 45 años, y un empleado de la finca, entró en la vivienda a través de la cuadra de los caballos y cogió una de las dos escopetas que había en un armario del salón-comedor de la planta baja, arma que sabía manejar, dijo, porque, aunque carecía de licencia, la había usado con su padre, que lo llevaba "a cazar desde niño".
Reconoció que subió al piso de arriba, y tras dar una patada a la puerta de la habitación en la que dormía su tío, le disparó "dos o tres veces" y bajó "corriendo", para después volver a subir y dispararle "otra vez" porque "se quejaba un poco". Al salir del inmueble, continuó, rompió una ventanilla del coche de otro de sus tíos, aparcado en el exterior, le echó gasolina y le prendió fuego; luego se deshizo de la escopeta y los cartuchos usados y volvió a su casa, donde lavó "en la lavadora" su ropa.
El procesado afirmó que antes de matar a su tío había consumido speed y tranquimacines, que hacía cierto tiempo que no tomaba su medicación psiquiátrica y que "desde navidades" se drogaba "a diario" con speed, cocaína o anfetaminas, entre otras sustancias.
Durante su declaración, el joven repitió que "escuchaba voces" en su interior, "de insultos", "de subnormal", que procedían de su tío, la víctima, con quien "no tenía buena relación" y discutía a menudo, pues tanto él como un primo suyo "se reían" de él. Esas voces le incitaron, según afirmó: "A hacer lo que hice".
También destacó que su tío no trataba bien al empleado de la finca, con quien el joven mantenía una relación cordial, y que la noche de autos cogió de la cuadra una cazadora, que pertenecía a este operario. "Cogí la chamarra -aseguró- y pensé que era una señal para hacer lo que hice". De la misma forma, unas supuestas voces interiores procedentes de su padre, cuando todavía estaba en su casa antes del crimen, le instaron a levantarse de la cama e ir "a buscar a los amigos" para drogarse. El padre "tenía catarro" y su respiración forzada le llevó a imaginarse que le decía que se "metiera una raya". "Es cuando voy por los locales en busca de los amigos. No les encuentro. Entonces subí al caserío".