DONOSTIA. El CIC Nanogune estudia la evolución de proteínas resucitadas de más de 4.000 millones de años a través de una línea de investigación dirigida por el químico Raúl Pérez-Jiménez, quien se ha incorporado al centro donostiarra tras pasar ocho años en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
El científico granadino se ha sumado al CIC Nanogune como investigador Ikerbasque y ha traído consigo una "prometedora línea de investigación que estudia cómo las fuerzas mecánicas afectan a las proteínas en su entorno, algo que está relacionado con numerosos procesos biológicos", entre ellos enfermedades como el cáncer, las infecciones víricas y bacterianas, y el infarto de miocardio, ha informado hoy este centro donostiarra en un comunicado.
Ha señalado que se trata también de analizar la evolución de las proteínas desde el origen de la vida hasta nuestros días, lo que supone un "campo científico novedoso" en el que Pérez-Jiménez ha participado desde sus inicios.
De hecho, Pérez-Jiménez (Granada, 1977) fue uno de los científicos del grupo que resucitó en el laboratorio proteínas de más de 4.000 millones de años, un trabajo de investigación publicado en 2011 en la prestigiosa revista Nature Structural & Molecular Biology y que sigue dando frutos, tal y como se muestra en un nuevo artículo publicado este mes de agosto en la revista Structure.
"Es un viaje en el tiempo llevado a cabo por medio de técnicas bioinformáticas, en el que a partir de secuencias de proteínas modernas, los científicos construyen relaciones filogenéticas -de parentesco- de las que se puede derivar la secuencia de los ancestros", ha explicado el CIC Nanogune.
La combinación de la biomecánica con "la resurrección de proteínas ancestrales" posee el potencial de crear nuevas proteínas que pueden ser de gran utilidad tanto en medicina como en biotecnología.
En concreto, las proteínas resucitadas por los investigadores eran tiorredoxinas, enzimas que actúan como antioxidantes y se encuentran en todos los organismos vivos y que están implicadas en diferentes enfermedades, desde una simple inflamación hasta el sida.
Para lanzar la investigación en este campo, el equipo dispone del equipamiento más avanzado: dos microscopios de fuerza atómica de última generación, únicos en su clase, y de los que no existía ninguno en el país.
El investigador asegura que el objetivo, a diez años vista, es poder desarrollar en Nanogune "nuevas técnicas basadas en fuerzas mecánicas que puedan tener una aplicación en determinadas patologías médicas".