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"Si la central nuclear de Deba estuviera en marcha, hoy sería imposible tener un geoparque"

hace 40 años iberduero propuso construir una planta nuclear en punta mendata Eduardo García fue miembro activo de la Comisión Contra el Riesgo Nuclear que se formó en el municipio

"Si la central nuclear de Deba estuviera en marcha, hoy sería imposible tener un geoparque"Foto: n.g.

donostia. Hace 40 año una propuesta nuclear para la costa vasca propició un movimiento ciudadano sin parangón. Muchos recuerdan la central de Lemoiz, pero el proyecto de Iberduero que apareció publicado en 1973 incluía también sendas plantas en Ispaster-Ea y Deba, concretamente en Punta Mendata. Fue en este municipio guipuzcoano donde se creó el germen del movimiento antinuclear en el País Vasco, del que Eduardo García fue miembro activo.

"Por aquella época no sabíamos qué era eso de la energía nuclear", recuerda García, quien entonces apenas era un joven veinteañero que trabajaba y estudiaba en Donostia. En la capital guipuzcoana, compartía su inquietud ante el proyecto con otros jóvenes debarras, hasta que tuvieron conocimiento de que José María Izaga Guereta, empresario que había sido jugador de la Real Sociedad y muy conocido en Deba, estaba agrupando a diversas personas en el municipio costero que "habían mostrado su preocupación por cuestiones sociales y que acabaron constituyendo una comisión local cuyo objeto fue informarse sobre la conveniencia o no del proyecto para Deba y su entorno".

Entre tanto, en el mes de tiempo que se dio para presentar alegaciones a la construcción de las centrales nucleares, en el caso concreto de Deba se plantearon tres escritos desde el Ayuntamiento de Mutriku, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y del procurador en las Cortes Manuel María Escudero Rueda sin que prosperaran. "Tenían motivos diversos, pero un punto en común: que Deba no era el enclave adecuado para construir una central nuclear", recuerda García, quien también señala que fue "una sorpresa" que el Ayuntamiento de Deba "no recurriera".

El hecho de que se proyectasen tres centrales en apenas una franja costera de 52 kilómetros era una barbaridad que hacía que la preocupación en el municipio fuera in crescendo. "Quedaba demostrado que era la mayor concentración nuclear del mundo", critica García.

Este caldo de cultivo originó que una reunión prevista en el Centro de Jóvenes a mediados de mayo de 1974 para hablar sobre la política municipal tuviera, finalmente, como orden del día un único tema: la central nuclear de Punta Mendata. A este encuentro asistieron el alcalde y varios concejales y se abordaron cuestiones como la "necesidad de una actuación conjunta del Ayuntamiento y la ciudadanía", "la falta de acuerdo del Pleno de la Corporación rechazando el proyecto" o "la necesidad de paralizar las obras de ensanchamiento de viales que ya estaba realizando Iberduero sin permiso".

se crea la comisión El 21 de mayo de 1974 se elegía en una asamblea pública los miembros que formarían la comisión, presidida por Izaga e integrada por José Luis Irusta (tesorero), Patxi Aldabaldetreku (secretario técnico), Carmelo Urdangarin (secretario general) y Eduardo García como responsable de charlas. A finales de mes volvían a reunirse para elegir el nombre -Comisión Contra el Riesgo Nuclear- y decidir los objetivos de la comisión. A partir de ahí, la actividad "fue frenética".

Por un lado, había que buscar información sobre todo lo que tuviera que ver con la energía nuclear y conseguir ponentes autorizados para las decenas charlas que se organizaron por toda Gipuzkoa -sus miembros llegaron incluso a desplazarse hasta Viena, donde se encontraba la sede de la agencia internacional de la energía atómica-. Por otro, había que crear una red de contactos por el territorio para lograr que su mensaje tuviera la mayor repercusión posible.

Frontones e iglesias fueron escenarios de sus charlas, que contaron con "una gran participación". Según García, el hecho de que su objetivo fuera "evitar el riesgo nuclear", que la composición de la comisión "fuera equilibrada sociológicamente en cuanto a edades, profesiones o estamento social" y que se tratara de una entidad que actuaba "lejos de la influencia de los partidos políticos" son algunas de las razones que explican su mayor logro: que se desestimara la construcción de la central. Pero no fueron las únicas. También contribuyó la implicación de Chillida -autor del logotipo Ez, ez, ez Deba nuclear-, los informes que realizó la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la adhesión de 18 ayuntamientos a una moción en contra del proyecto o la recogida de 1.487 firmas en Deba -de un total de unos 4.700 habitantes- solicitando al Ayuntamiento que se mostrara en contra de la instalación de la central. Tanto es así, que el millón de pesetas de gastos que tuvieron por la publicación de revistas, panfletos y su actividad general se subvencionó de manera popular. El merchandising en forma de pegatinas para coches y pancartas se coló, incluso, hasta en las fiestas populares.

Pero Iberduero, por su lado, no perdía el tiempo. "Actuaba por la político de los hechos consumados, ya que compró ocho caseríos y sus terrenos (1,5 millones de metros cuadrados a 30 pesetas por cada m2) mediante un intermediario "sin revelar su previsible futuro destino". Eso sí, los dueños de otros tres baserris que se encontraban en la zona de exclusión (en el radio de un kilómetro alrededor de la central) no cedieron a las presiones.

miles de personas afectadas Entre los argumentos que manejaba la comisión estaba el hecho de que el áreas de influencia de la central nuclear afectaba a un núcleo con una gran concentración de habitantes. "En la zona de dos kilómetros de radio de la central se encontraban los barrios de Itxaspe y Elorrixa, con 350 habitantes y en la zona de vigilancia de cinco kilómetros se ubicaba Deba, Zumaia, Arrona (Zestoa) y la parte de Mutriku más cercana a Deba, con una población de 14.000 habitantes a la que debe agregarse la población turística", recuerda García, quien también recalca el impacto medioambiental que podría haber tenido la planta. "Se preveía un vertido al mar de 80 metros cúbicos por segundo de agua caliente con los consiguientes efectos negativos sobre la fauna y flora", reprueba. Y va más allá: "Si la central estuviera en funcionamiento, hoy en día hubiera sido imposible contar con un geoparque" por lo que propone: "Iberduero (hoy Iberdrola) podría resarcirse de la deuda que contrajo con estas poblaciones colaborando económicamente en el desarrollo del citado geoparque".

García no es ajeno tampoco a una de las partes más oscuras de la historia antinuclear vasca: los asesinatos que ETA cometió en torno a Lemoiz. En su opinión, "fue un error claro, una intromisión externa que interfirió en la actuación democrática de la comisión y que no favoreció la dimensión del movimiento".

El comienzo del fin En marzo de 1976, la empresa Dames&Moore Ibérica entregó a la Diputación un estudio "donde se hace constar la falta de estudios sobre el emplazamiento y la gran densidad de población de la zona", lo que hace que la institución foral muestre, mediante un acuerdo del Consejo de Gobierno, "su preocupación por el proyecto".

En marzo de de ese mismo año, cuando la comisión hace pública una memoria de actividades y con el segundo informe de Aranzadi sobre la mesa -en el que se exponía cuestiones como que no se daba solución a los recursos o el desconocimiento sobre el riesgo asociado a la central-, sus miembros van siendo conscientes de que la viabilidad del proyecto ha entrado en la cuerda floja, aunque oficialmente este hecho no se produjo hasta finales de esa década.

Afortunadamente, todos las iniciativas nucleares que afectaban a la costa vasca cayeron en el olvido, no así la labor de la comisión, que ahora un grupo de personas trata de dar a conocer mediante la publicación de lo que supuso este irrepetible movimiento popular.