pasaia. Vecinos y paseantes de los barrios pasaitarras no daban crédito a lo que veían sus ojos ayer por la mañana: un grupo de delfines se habían adentrado en la bocana y no paraban de recorrer la bahía para regocijo de los allí presentes. La curiosidad estaba más que justificada, ya que los arrantzales más veteranos afirmaban no recordar una visita tan numerosa al menos en las últimas cuatro décadas. Siempre con la salvedad del recordado Pakito, el simpático cetáceo que habitó durante años en La Concha de Donostia y que pasó sus últimos meses de vida en aguas de Pasaia.
Los primos del viejo Pakito fueron avistados hacia el mediodía en la Bahía de Pasaia. Al parecer, un grupo bastante numeroso de ejemplares se adentró en la ensenada para más tarde dividirse; mientras algunos volvían al mar, otros decidieron explorar en profundidad el enclave que habían descubierto. De modo que este último grupo de cetáceos permaneció durante varias horas en la bahía, hasta que se perdió su pista a primera hora de la tarde.
"No son delfines, son marsopas. Habrán entrado persiguiendo algún banco de anchoas o txitxarros", afirmaba un veterano arrantzale que había sido testigo de la inesperada visita. "Estarán comiéndose a los corcones que abundan por aquí", rebatía otro. Pese al debate, no cabía discusión en que hacía al menos cuatro décadas que los pasaitarras no presenciaban una estampa similar, habitual en épocas pretéritas.
La investigadora y miembro de Euskal Izurde eta Balezale Elkartea (EIBE), Enara Markos, explicó a este periódico que eran ejemplares de la especie Tursiops truncatus. Aunque algunos arrantzales las denominen marsopas, tal y como comentó la experta, su nombre específico es delfín mular o izurde handia en euskera. La misma especie a la que pertenecía Pakito.
Se trata de un cetáceo "muy amenazado" pero a la vez "bastante común" en la costa vasca, donde existe una "pequeña población". "Es relativamente fácil verlos en el mar, pero hoy día es muy raro que se adentren en las ensenadas como lo hacían antes, porque están contaminadas y tienen tráfico. Habrán entrado en Pasaia mientras seguían a sardinas, txitxarros o anchoas. ¡Es una bonita sorpresa!", valoró.