Donostia. Desde hacía varios días, los empleados de la sucursal de Targo Bank, situada en la calle Corsarios Vascos de Donostia, se quejaban de los ruidos producidos, supuestamente, por unas obras que se desarrollaban en ese bloque, en el interior del garaje subterráneo. Martillazos y más martillazos que se estampaban en paredes. En la jornada de ayer, hacia las 17.00 horas, la obra tocó a su fin. Tres individuos penetraron por el conducto de aire acondicionado después de haber accedido a la oficina por el método del butrón. Entonces, redujeron al único empleado que en ese momento se encontraba en el interior de la sucursal bancaria, filial del Banco Popular Español y el grupo Crédit Mutuel-CIC, que estaba cerrada para los clientes.

Según explicaron a este diario fuentes de la investigación, los tres atracadores maniataron con cinta plateada al empleado, a quien intimidaron con diversos cortes de cuchillo para forzarle a facilitarles la entrada a la caja fuerte.

Esta misma fuente precisó que, tras conocer que el trabajador no tenía capacidad para acceder al depósito del dinero, los ladrones intentaron romper los muros, pero desistieron y se dieron a la fuga. En todo caso, no trascendió si los atracadores, finalmente, consumaron el robo.

ayuda El responsable de la sucursal consiguió desprenderse de la cinta que le tapaba la boca y le aprisionaba manos y pies. Acto seguido salió a pedir ayuda en las proximidades. "¡Me han atracado, me han atracado! ¡Me han hecho el butrón! ¡Por favor, llamad a la Policía!", expresó el empleado a las personas que se encontraban en ese momento en el bar Osinaga, según recordó a este diario Marian, camarera de ese establecimiento, cercano a la sucursal.

Según relato el empleado atracado a las personas que en esos instantes departían en el bar, dos de los tres individuos, todos ellos ataviados con un mono de trabajo de color azul, portaban sendas pistolas, mientras otro había permanecido junto al conducto de aire acondicionado.

La empleada del bar explicó que, cuando vio aparecer al trabajador del banco, no le conoció porque "estaba desencajado" debido a la tensión extrema que sufrió.

Esta mujer detalló que el hombre aún conservaba fragmentos de la cinta con la que le habían amordazado y atado "en la cabeza y las muñecas".

Acto seguido, esta camarera telefoneó a la Ertzaintza para alertarles del asalto y trató de tranquilizar al empleado del banco. "He ido a llevarle una tila", afirmó esta testigo.

Otra persona que se encontraba en el bar poco después de los hechos dijo que en el interior de los garajes se habían encontrado tres bolsas, "de las que se venden en supermercados para llevar la compra", llenas de escombros.

Tras tener conocimiento del robo, la Ertzaintza puso en marcha un dispositivo especial para intentar detener a los ladrones.

Este atraco por el procedimiento del butrón se suma a otro intentado hace diez días en una joyería del barrio donostiarra de Gros. En esa ocasión, un vecino percibió los golpes procedentes del interior de un establecimiento comercial sin actividad.

Entonces descubrió que dos hombres realizaban un agujero para introducirse en la joyería contigua y llamó a la Ertzaintza, que detuvo a los ladrones.

atraco en irun Por otra parte, pocas horas después del suceso de Donostia, tres individuos atracaron hacia las 19.20 horas de ayer a mano armada un locutorio de Irun, tras lo que se dieron a la fuga, confirmaron a Efe fuentes del Departamento vasco de Interior.

Los delincuentes penetraron con una escopeta recortada en el locutorio, situado en la céntrica calle Pikoketa de la ciudad bidasoarra, en cuyo interior se encontraban varios clientes y, tras apropiarse de una cantidad de dinero, huyeron en un automóvil.

La Ertzaintza desplegó en las inmediaciones un dispositivo policial e instaló patrullas en las principales vías de comunicación para intentar capturar a los ladrones.

Asimismo, cursaron las comunicaciones correspondientes al resto de Policías, así como a la comisaría conjunta situada en la localidad labortana de Hendaia.

Las investigaciones de la Er-tzaintza no permiten encontrar lazos comunes entre los sucesos ocurridos en Irun y en Donostia, por lo que estima que los robos fueron cometidos por dos grupos diferentes.