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Una enfermedad real La hipocondría no es una dolencia imaginaria

La salud es un estado transitorio entre dos épocas de enfermedad y que, además, no presagia nada bueno"

Una enfermedad real La hipocondría no es una dolencia imaginaria

Imanol Querejeta

Y Javier vizcaíno

J.V.- Desde que existe Internet, me temo que el número de hipocondríacos se ha disparado. ¿Se nota eso en las consultas?

I.Q.- No te creas. Hipocondríacos ha habido siempre, lo que ocurre ahora es que los que lo son se asoman a Internet a confundirse un poco más. Y digo confundirse porque si buscas con esta palabra, te salen miles de citas y el que no tiene una formación previa se arriesga a no poder discriminar bien la información, adjudicándose todo lo que lee sin darse cuenta de que lo que encuentra muchas veces es muy general.

J.V.- ¿Es fácil para un profesional de la medicina distinguir a quien tiene una enfermedad de quien cree que la tiene?

I.Q.- Hombre, depende de a qué le llames fácil. Hay enfermedades que no son fáciles de diagnosticar y otras que lo son un poco más. Muchas veces no encontramos la causa de unas dolencias y los dos errores que solemos cometer son administrar fármacos de forma empírica y para aliviar síntomas, o decir al enfermo que no tiene nada y que no vuelva.

J.V.- Se requiere mucho tacto para explicar a un hipocondríaco que no tiene lo que él cree.

I.Q.- Sí. El hipocondríaco sufre por sus dolencias y negarle ese sufrimiento es algo que le afecta mucho. Hay que explicar que no se encuentra nada y, a poder ser, evitar decirles que no tienen nada porque se suelen sentir menospreciados.

J.V.- Aunque no tengan las enfermedades que imaginan, de alguna manera sí son enfermos. ¿Hasta el punto de requerir una atención profesional?

I.Q.- Hasta el punto de que son enfermos crónicos, que sufren mucho y que, si no se les trata correctamente, con afecto y esmero, llevan a enfrentamientos entre profesionales, miembros de la familia, etc.

J.V.- Además de la tendencia a creer que están enfermos, ¿qué otros rasgos de personalidad o de conducta presentan las personas hipocondríacas?

I.Q.- Pueden tener una inestabilidad emocional o rasgos depresivos francos. También pueden tener dificultades en el procesamiento de la información, debido a problemas de atención y memoria.

J.V.- Para quienes los rodean pueden parecer pesados o quejicas, pero su sufrimiento y su angustia son reales. ¿Cómo hay que comportarse con ellos? ¿Les seguimos la corriente?

I.Q.- Ni negar, ni reforzar. No debemos olvidar que son personas que, además de la enfermedad que tienen, pueden padecer otras y que hay que ser muy objetivo cuando se les escucha y se les tiene que explorar. Lo digo porque uno de los problemas de los hipocondríacos y de los trastornos ficticios (síndrome de Munchausen) es que no se les tome en serio cuando están enfermos de verdad. Hay que evitar el exceso de pruebas diagnósticas y el exceso de medicamentos, que muchas veces se les prescriben sólo para mitigar quejas inespecíficas.

J.V.- El reverso de la moneda -aunque quizá sea otra forma de hipocondría, tú nos dirás- son quienes jamás van al médico sólo por el temor de que les diga que tienen algo grave.

I.Q.- Los hay. Se mueren de miedo y esos son los que buscan en Internet para quedarse con lo que les tranquiliza inicialmente, para luego seguir con las dudas eternas. Cuando uno siente algún malestar que se mantiene y hay una sospecha de que le pasa algo, hay que afrontarlo y hacerlo confiando en el médico, siendo sincero en la elaboración de la historia y rápido en el inicio del tratamiento cuando este es preciso. En general, las enfermedades tienen mejor pronóstico si se diagnostican y tratan en un estadío precoz.

J.V.- También hay otra modalidad: los que no sólo se imaginan sus enfermedades sino que, además, las 'diagnostican' en los demás y se pasan la vida alarmando a la gente a su alrededor.

I.Q.- Pues sí. Pero estos son los cenizos que van extendiendo malestar, no sólo con la salud, sino también con la economía, el fútbol, el tiempo, las vacaciones y un largo etcétera.

J.V.- ¿Se pueden llegar a somatizar los síntomas de una enfermedad imaginaria?

I.Q.- Sí se llegan a somatizar y, de hecho, hoy en día la hipocondría se llama trastorno por somatización. Un trastorno que se puede centrar en cuatro áreas concretas: el dolor, los síntomas del aparato digestivo, los síntomas que afectan al sistema nervioso, central y periférico y, por último, los síntomas que afectan a la esfera sexual.

J.V.- Una maldad para terminar. ¿Es cierto que en casa del herrero, cuchillo de palo, es decir, que los médicos sois muy hipocondríacos?

I.Q.- No lo sé. Te puedo decir que este con el que hablas no es nada hipocondríaco y que tal vez más que hipocondríacos, lo que se ve es gente que ante síntomas concretos se alarma más, porque el conocimiento te ayuda mucho, pero también te puede perjudicar. También es posible que nos hagamos más pruebas diagnósticas complejas porque las tenemos más accesibles. También somos malos enfermos porque aquí cuadra otro refrán que dice que "donde hay confianza....".

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(W. Churchill)