A por la segunda oportunidad
Los programas de cualificación profesional ofrecen una salida al mercado laboral y un enganche a los estudios
A partir del curso 2008-2009, los antiguos Centros de Iniciación Profesional (CIP) pasaron a formar parte de la Enseñanza Reglada, convirtiéndose en Programas de Cualificación Profesional Iniciada (PCPI), lo que supuso una revolución para los jóvenes, de entre 16 y 18 años, que accedían a este tipo de cursos.
Como explica Juan Urteaga, director de prácticas de Goierri Eskola, este cambio contribuyó a mejorar este tipo de formación. "Ya no se le da el mismo tratamiento de hace ocho años: un curso de jóvenes parados que contaba con una ayuda del Ayuntamiento. Ahora ya tiene una planificación y un seguimiento académico", detalla este miembro del equipo de profesionales de Goierri Eskola.
En este centro, ubicado en el Polo de Innovación Goierri, en Ordizia, se imparten cuatro modalidades de PCPI: operario en reparación de vehículos, operario de carrocería, operario de cocina-servicio y operario de instalaciones y agua caliente sanitaria.
Al ser tutelados por el Departamento de Educación, los PCPI pasaron a tener dos años de duración, frente al año de los CIP, y a incorporar la obligatoriedad de las prácticas. Nada menos que 350 horas en el segundo año. "Al tener tantas horas de práctica, al final de curso dominan bastante maquinaria, lo que les abre la puerta en el puesto de trabajo donde vayan a realizar las prácticas", afirma Patxi Zubeldia, aramarra de 59 años que lleva más de 17 impartiendo clases de reparación de vehículos.
Pero las novedades de esta reforma no se frenan con la incorporación de este tipo de enseñanza al Catálogo de Cualificaciones Profesionales en el nivel uno -el dos son los Ciclos Formativos (CF) de Grado Medio y el tres los CF de Grado Superior-.
Desde hace dos años, Goierri Eskola oferta a los alumnos de los Programas de Cualificación Profesional la opción de obtener el graduado en ESO si superan las asignaturas voluntarias del segundo curso. "A nada que tengan capacidad, pueden salir con la experiencia de un oficio y el graduado", expone el profesor de mecánica.
O como resume el director de Marketing de Goierri Eskola, Santi Iruretagoiena: "Las prácticas les dan la opción de promocionarse en un taller y poder tener la posibilidad de trabajar luego en él. El graduado les abre las puertas para poder insertarse en el ámbito educativo mediante un Grado Medio y, a posteriori, hacer de nuevo prácticas, pero ya con una experiencia previa".
Es decir, este tipo de cursos ofrece "una segunda oportunidad", como apunta Zubeldia, a "aquellos chavales que tienen dificultades en los estudios y no han obtenido el graduado". Al optar por alguna de las modalidades de Programas de Cualificación Profesional que se imparten, pueden aprender las competencias profesionales básicas para desarrollar un oficio y, con un poco más de esfuerzo, reincorporarse al ámbito educativo tras aclarar sus ideas, reduciendo la tasa de fracaso escolar, que en Euskadi se sitúa en torno al 14%, manteniéndose en niveles europeos.
La formación práctica
Una motivación para estudiar
Muchas veces, el hecho de que las clases sean predominantemente prácticas, contribuye a que la teoría sea más llevadera para estos jóvenes poco amigos de los libros. "Ya nos lo dicen los padres. Si antes de que vinieran aquí tenían dificultades para levantarse e ir a la escuela y encima luego hacían pira, cuando se incorporan a estos cursos, son ellos mismos los que adoptan la responsabilidad de levantarse para venir aquí y no faltan nunca", asegura el profesor de mecánica de Goierri Eskola.
Quizá ahí está la clave. La motivación que estos jóvenes encuentran "tras venir rebotados de la escuela", lo que les hace sentirse mejor, adquirir un mayor grado de madurez y tener más garantías de cara a su futuro. "Porque más que una especialización en las modalidades que se imparten, lo que se busca es la integración de esas personas", matiza el responsable de la bolsa de trabajo del centro, Juan Urteaga. Es más "una herramienta para que le coja gusto al trabajo", afirma, para entrar "en esa dinámica de que soy alguien, que me valoran y que puedo hacer cosas".
"Viendo las dificultades que han tenido antes con los estudios, igual es un 8% o un 10% los que deciden seguir estudiando, pero antes (con los CIP) no podían, porque esas formación tenía un carácter terminal. Al ligarse todo al sistema educativo, si tienes 16 años y decides hacer algún curso de este tipo, no quiere decir que dejes el graduado. Además, si llegas a los 18 con una buena evaluación, puedes seguir con otros estudios", sentencia.
Ahora bien, es "difícil", asume Urteaga, ya que buena parte del alumnado es inmigrante y como muchos de ellos "no tienen una estructura familiar sólida", resulta complicado que "puedan permanecer aquí los dos años" que dura el curso.
A su vez, como la opción de que se pueda compaginar la obtención del graduado con el PCPI es todavía "poco conocida", el índice de quien se decanta por esta modalidad es todavía "marginal". "Este año llegaba al 12-14% de personas que optaban por el graduado", señala Urteaga.
Pero el hecho de que un porcentaje de esos jóvenes que estaban abocados al fracaso escolar logren reencauzar su futuro es ya un logro bastante importante como para destacarlo. Es más, entre las cifras que manejan en Goierri Eskola, el "25%" de los alumnos que terminan los PCPI es "muy probable que trabaje a corto o medio plazo con algo relacionado con lo que han aprendido". "Y otro 25-30% se puede integrar en otras disciplinas que a veces poco tienen que ver con la especialidad que han hecho, pero que ese curso les ha servido como medio de adaptación al entorno", añade Urteaga.
Con voluntad es posible
Dos buenos ejemplos
Quizás, la mejor manera de visualizar el futuro que le puede esperar a un joven que opte por un curso de este tipo es el caso del beasaindarra Aitor Elizondo o del joven lazkaotarra de origen marroquí Ayoub Hassad Kassimi.
Elizondo tiene 29 años, por tanto, procede de los antiguos programas de Iniciación Profesional. "Me gustaba la mecánica desde pequeño. Empecé a hacer el FP, primero y segundo, pero luego pusieron el Bachiller y no teníamos prácticas ni nada. Me asqueé un poco, porque yo lo que quería era hacer prácticas de mecánica", recuerda. Así que superó con éxito un curso de automoción con Patxi Zubeldia en Goierri Eskola y, posteriormente, prosiguió incrementando su experiencia pasando por varias empresas (Zurremoto, Volkswagen...). En febrero, sin embargo, se hizo con el mando del garaje de reparaciones Arandia, en Olaberria, junto con otros dos socios, tras la jubilación de su anterior propietario.
Él lo tiene claro. "Lo que mejor tienen estos cursos es la salida laboral. Si los chavales tienen ganas de trabajar, van a tener trabajo seguro, porque las clases son muy prácticas y además tienen buenos contactos con las empresas", recalca.
Goierri Eskola pertenece a la Fundación Goierri, cuyo patronato está participado en un 49% por 44 empresas de la comarca y en un 51% por los 18 ayuntamientos de la zona.
"Es una buena oportunidad. Yo animaría a los chavales que si les gusta algo concreto, tienen que centrarse en eso, porque si no, pasan los años pensando en si hago esto o lo otro...", considera.
En un buen ejemplo de contribuir a la hora de labrar un futuro para estos jóvenes, Elizondo ha empleado en prácticas a Ayoub Hassad Kassimi, un joven de 17 años que acaba de concluir con éxito su segundo curso de PCPI en la modalidad de mecánica.
Procedente de la ikastola San Benito, de Lazkao, lo que Kassimi tenía claro era que él se quería dedicar a la mecánica. "Siempre me han gustado los coches y los motores. Vi que en Goierri Eskola tenía la oportunidad para estudiar mecánica y me fui", explica este joven, quien reconoce que se siente "muy a gusto" trabajando en el taller de Elizondo.
Kassimi asevera que "poniéndole ganas" no es difícil superar los cursos, aunque reconoce que el salto de las clases al taller se nota. "Pero acabas aprendiendo", afirma con una sonrisa en la boca. Para Juan Urteaga, Kassimi es un buen ejemplo de integración y superación, un "modelo a destacar" para "romper esos patrones y barreras de cómo es una persona o de dónde viene".
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