EL pasado 10 de abril recibíamos la noticia de que la plataforma petrolífera Deepwater Horizon que estaba situada en alta mar, en el Golfo de México, explosionó produciendo la muerte de once trabajadores y empezando a derramar grandes cantidades de petróleo. Dos días después la plataforma se hundía, se rompían todas las tuberías y el petróleo surgía en enormes cantidades, primero se habló de entre 12.000 y 19.000 barriles diarios pero las últimas noticias que tenemos de BP -la empresa que llevaba a cabo las perforaciones- ahora teme que llegue a los 100.000. Si tenemos en cuenta que cada barril equivale a 159 litros, estamos hablando de casi dieciséis millones de litros cada día. El famoso Exxon Valdez que afectó a las costas de Alaska vertió 40 millones de litros. Lo que ya ha vertido el actual accidente multiplica varias veces aquel desastre.

La noticia nos recuerda días todavía no muy lejanos cuando nos fuimos a ayudar a limpiar las playas de la Costa de la Muerte en Galicia. Acabamos de decir que "días no muy lejanos" pero la verdad es que el accidente del petrolero Prestige ocurrió hace más de siete años -¡cómo pasa el tiempo!- pues fue el 11 de noviembre de 2002. kutxaEspacio todavía no tenía dos años de edad y decidió enviar un equipo para ayudar a la limpieza y para filmar lo que decían los científicos de Galicia y enterarnos de las posibles repercusiones en la fauna y flora, de las mejores formas de combatir la marea negra... y también queríamos enterarnos de si el chapapote iba a llegar a Gipuzkoa o no. Las noticias que nos dieron eran malas, el hundimiento se había producido en mitad de la "Corriente de Navidad" que empuja las aguas -con chapapote incluido- hacia Asturias, Cantabria y País Vasco. Nos bastó preguntar por la velocidad de desplazamiento y hacer una división para calcular que aproximadamente el día de San Sebastián -20 de enero- de 2003 tendríamos chapapote en nuestras playas. Nos equivocamos un poco, algunos restos llegaron unos días antes a las playas guipuzcoanas, aunque no llegó a La Concha -una de las más afectadas- hasta el día 19 de enero, pudimos recoger aves totalmente envueltas en petróleo y pudimos filmar una playa con zonas totalmente negras. Después de todo, los cálculos fueron bastante exactos.

Los recuerdos de aquellos días nos dan un sentimiento ambivalente. Por un lado, estaba la tragedia, el desastre, el terrible olor punzante de la playa de Muxía, los jornales perdidos, las aves envueltas en fuel, la desesperación de los pescadores, marisqueiros, pulpeiros y percebeiros..., por otro, el magnífico recibimiento que nos dieron los investigadores de la Universidad y Centro Oceanográfico de Vigo, Instituto Español de Oceanografía también en Vigo, y, sobre todo, aquellas multitudes de voluntarios vestidos de blanco -aunque con manchurrones negros- que ayudaban a limpiar rocas y playas. Entre ellos no pocos guipuzcoanos. Desastre y solidaridad. Recientemente hemos vuelto por aquellas tierras y ya -por suerte- casi no quedan señales del desastre, pero el recuerdo de aquellas personas vestidas de blanco está muy presente.

Hicimos un vídeo sobre todo ello y fue emitido en algunas emisoras de televisión locales. El vídeo acababa con una vista de una de las Rías Altas, unas flores, una puesta de Sol, unos caballos a contraluz y una voz en off que decía "a pesar de todo Galicia sigue siendo bella".

El Prestige nos dio muchas lecciones que se pueden utilizar ahora en este desastre del Golfo de México, lo mismo que nos las dio el Exxon Valdez en Alaska o el Amoco Cádiz en las costas de Bretaña.

Aquellos accidentes nos mostraron el mejor modo de limpiar las costas, las aves afectadas... Pero hoy queremos hablar de tan solo de un detalle, se descubrió que en todas partes hay bacterias y hongos capaces de alimentarse de hidrocarburos y, por lo tanto, con un tratamiento adecuado se puede acelerar su velocidad de desaparición. En un principio se creyó que había muy pocas especies de bacterias "comedoras" de hidrocarburos y casi todas ellas procedentes del Golfo Pérsico, donde durante miles de años había habido derrames naturales de petróleo; pero la experiencia ha demostrado que hay cientos de especies que se alimentan de los vertidos. Una de las primeras ideas para deshacerse del petróleo fue la de sembrar las zonas afectadas con bacterias que fueran muy eficaces "comiéndolo", por ejemplo, bacterias importadas del Golfo Pérsico, pero muy pronto se descubrió lo que era de esperar, que las especies autóctonas desplazaban a las invasoras. La razón es bastante obvia, las autóctonas están mejor adaptadas al ambiente que las recién llegadas y son las que más se reproducen. Esa fue una de las importantes lecciones del Exxon Valdéz. La siguiente idea ya era mucho más sofisticada, se trataba de buscar dentro de las especies naturales de la zona afectada aquellas bacterias y hongos que efectuasen mejor su trabajo -es decir, comerse el petróleo-. Una vez descubiertos, se encontraba cuál era la mejor dieta para que crecieran en número. El tercer paso era arrojar los nutrientes adecuados en aquellos lugares para que terminasen la labor de limpieza realizada previamente. Se nos había olvidado señalar que el uso de bacterias no elimina la necesidad de limpiar las costas. Hay que hacerlo. Las bacterias ayudan a eliminar aquellos restos donde no se había podido limpiar. Normalmente la limpieza consistía en eliminar arena contaminada y quitar el petróleo de las rocas con agua a presión, pero en ciertos recovecos quedaban restos inaccesibles, para ellos era buena la labor de los microorganismos. Solo para eso. Las bacterias y hongos no suprimen -por desgracia- la enorme labor de limpieza humana; tan solo son una pequeña ayuda.

La experiencia de Alaska demostró que tres años después las bacterias y hongos habían eliminado muchos de los restos de petróleo, aunque, por desgracia, hoy, veintidós años después, todavía no se ha recuperado del todo. Claro que en Alaska hace mucho frío y las bacterias y hongos solo "trabajaban" durante los tres meses de verano. En la Costa de la Muerte hace menos frío y bacterias y hongos trabajaron durante todo el año. Lo hicieron antes.

Para estimular el crecimiento de los microorganismos nativos "limpiadores" los nutrientes que se echaron tenían nitrógeno y fósforo.

Todos los accidentes de los que hemos hablado son deprimentes, pero hay una luz brillante y es la de saber que la humanidad aprende de todo incluso de las peores catástrofes y no nos olvidemos de las cadenas humanas blancas de solidaridad.

Con este accidente en el Golfo de México no solo se ha producido un desastre ecológico, también ha hecho que se cuestione la obtención de petróleo en los fondos marinos. Es muy difícil que llegue a prohibirse porque la escasez de petróleo no lo permitirá, pero pocas dudas hay de que las normas de seguridad se incrementarán y con ello el costo de extracción del mismo. Hay muchos investigadores que piensan -aunque no todos están de acuerdo- que la producción de petróleo ha tocado techo -hemos llegado a lo que se llama el "pico del petróleo"-; es decir, hemos llegado al máximo que se puede producir diariamente; a partir de ahora cada día se producirán menos barriles, con lo que cada vez será un bien más escaso y su precio se disparará. Una vez que acabe la crisis económica, recordaremos con añoranza los tiempos en los que el barril de petróleo "solo" costaba 150 dólares.

limpieza

Prestige

En el caso del Prestige había varios hechos que no habían ocurrido nunca. Por ejemplo, el barco se había hundido en aguas muy profundas por lo que cualquier trabajo en él era difícil y extraño. El barco transportaba 77 000 toneladas de fuel. De ellas 13 700 se quedaron encerradas dentro del casco. Sacarlas no era nada fácil debido a la profundidad. Se tuvieron que utilizar robots que aguantasen la presión a 4 000 m de profundidad y se tuvieron que fabricar ex profeso lanzaderas que soportasen dicha presión. Su misión era llenarse de fuel en las profundidades y subirlo a la superficie. Se hicieron cinco de esos dispositivos, cilíndricos y con una altura de un edificio de ocho pisos. Hicieron 51 viajes para vaciar el barco. Pero el fuel es muy viscoso y tremendamente pegajoso, por lo que no había forma de limpiar las paredes internas de los tanques y no se querían dejar sin hacer algo, pues a la larga el barco se oxidaría y dejaría escapar su contenido con el daño ecológico correspondiente; así que lo que se ha hecho es contar con la ayuda de las bacterias. Se estima que pegado a las paredes quedan unas mil toneladas. Se han utilizado las bacterias naturales de la zona capaces de alimentarse de fuel para acabar con esos restos. De modo natural hay unas cien millones de bacterias por litro. En los tanques del Prestige se introdujeron 60 toneladas de nutrientes para que el número de bacterias se multiplicase por 10 000. Se sellaron todos los agujeros y se espera que en quince años las bacterias hayan acabado con el fuel. Los nutrientes eran una mezcla de sales de nitrógeno, fósforo, potasio y un poco de hierro.