LOS alrededores se encontraban repletos de coches que desentonaban en un paraje lleno de praderas y salvaje naturaleza. La lluvia y la niebla no fueron impedimento para que cientos y cientos de personas se acercasen hasta Larraitz, barrio de Abaltzisketa que se encuentra en las faltas del monte Txindoki, para ser testigos de un acto que se celebra una vez al año desde 1998: la apertura de los pastos de Aralar.
Desde ayer, miles de cabezas de ganado, que han pasado el invierno cobijados en los establos o en las cuadras de los baserris de la Mancomunidad Enirio-Aralar (compuesta por quince municipios de la zona), pastan libres por los verdes terrenos de esta sierra.
A las 10.00 horas comenzó una mañana llena de actividades, entre las que destacaron las muestras de artesanía y productos tradicionales, el concurso de bertsolaris y, por supuesto, la exposición de ganado. No fue hasta mediodía cuando, por fin, se abrieron las puertas hacia los pastos de verano.
Yeguas, vacas, y ovejas esperaron pacientemente a que un txupinazo marcase el momento de buscar un nuevo alojamiento, en este caso, al aire libre. Por supuesto, los distintos ganaderos de la mancomunidad también aguardaban el momento de la trashumancia. Entre ellos se encontraba Imanol Armendáriz, que había llevado a sus dos yeguas y sus potrillos hasta Abaltzisketa para liberarlos durante los meses de estío. "A partir de ahora todo estará bien", afirmó Armendáriz refiriéndose a la libertad con la que pastarán los animales, al tiempo que aseguró que el invierno había sido "muy duro" por la climatología. "El último mes ha sido bonito, pero durante el invierno hemos sufrido", aseguró.
El ganadero explicó que, antes de soltar a todos los animales, estos son marcados para poder ser reconocidos por sus dueños al final de la temporada, allá por mediados de octubre. "A partir de ahora van a disfrutar, pues van a poder comer todo lo que quieran. En casa siempre se está bien", reiteró.
Al igual que Armendáriz, el ganadero de sementales y yeguas Patxi Egunez también comentó que el mejor lugar donde pueden estar los animales es sueltos en los prados, "aun en invierno". Egunez se encontraba con otros dos compañeros: el pastor de ovejas Joxean Ormazábal y el criador de vacas de raza pirenaica Emilio Gorostidi. Los tres se hallaban frente a las reses de este último, esperando a que sonase el chupín.
"La hierba es demasiado corta, aunque los últimos días ha crecido bastante", se quejó Gorostidi. Frente a esta afirmación su compañero Egunez explicó que "el invierno tiene que ser invierno", puesto que para que en primavera los pastos sean apropiados, en "invierno tiene que nevar".
sobreexplotación
Hectáreas insuficientes
"A los prados subirán en torno a 600 yeguas y 700 vacas", enumeró Gorostidi. Ormazábal, por su parte, añadió el componente ovino: "Además, pastarán aproximadamente 18.000 ovejas", señaló.
Aparte del reducido tamaño de la hierba, a los criadores les preocupaba que el terreno estuviese demasiado "explotado". Egunez calculó que para cada cabeza de ganado eran necesarias "cuatro o cinco hectáreas" de pasto. Pero con esos cálculos, no obstante, vieron difícil que se cumpliese. Aun así, reconocieron que el ganado como mejor vive es "en libertad".
La mañana transcurrió animada en Abaltzisketa. Los asistentes pudieron disfrutar de música de trikitilaris, ser testigos de distintos tipos de competiciones relacionadas con el mundo rural y degustar productos de la zona.
Aun y todo, los que más disfrutaron fueron los propios animales, puesto que el de ayer fue el primer día de muchos en los que van a disponer de abundante alimento en los terrenos y los pastos de ese particular paraíso animal llamado Aralar.