Donostia. Feliz por comprobar que Paco se encuentra bien aunque consciente de que su libertad queda aún lejos, la hermana mayor del preso de origen vasco comenzaba a desgranar el sufrimiento y la angustia que tanto ella como su familia han pasado hasta lograr que él ingresara en la prisión de Martutene. "Es como si estuvieras viviendo en una película y no te pudieras creer lo que está pasando", afirmaba ayer en una entrevista concedida a este periódico.

Después de tanto tiempo sin ver a su hermano ¿qué es lo que más le ha impresionado?

La primera cosa que me he fijado es que ha perdido mucho peso desde que vino de Filipinas. Creo que ha adelgazado trece kilos en los dos meses que lleva aquí. Me he quedado muy impresionada. En cualquier caso estoy muy feliz por poder verle. Es la primera vez que hablo con él después de muchísimo tiempo.

¿Cómo ve a sus padres después de todos estos años de lucha?

Creo que ahora tienen mucha más paz y mucha esperanza porque vivir una vida con un hijo inocente que lleva trece años en una cárcel, dos de ellos en el corredor de la muerte, no ha sido fácil para ellos ni tampoco para nuestra familia. Era una especie de pesadilla, un infierno. Parece que estás viviendo en una película y no te puedes creer lo que te está pasando. Hace unos momentos estaba ahí sentada, con Paco, y pensaba en los años que estuvimos con él en el corredor de la muerte y ahora mira, estamos en Euskadi... Es como un milagro. Si alguien me llega a decir en aquellos momentos que un día íbamos a estar aquí todos juntos con Paco no me lo hubiera creído.

En esta ocasión ha decidido venir a visitar a su hermano acompañada de su hija y su marido. ¿Cómo afrontan ellos esta situación?

Mi hija creció prácticamente entre despachos de abogados, sabiendo la injusticia que habían cometido con Paco. En esta ocasión la he traído conmigo para que aprendiese que cuando se produce una injusticia siempre hay que lucharla y cuando cometen una violación tan clara de los Derechos Humanos siempre hay que combatirla y, sobre todo, no perder nunca la esperanza.

¿Cómo ha reaccionado Paco al ver a su sobrina?

Mi hija está muy ilusionada de poder ver a su tío. Cuando era pequeña, Paco siempre me ayudaba con ella y al verla se ha quedado muy sorprendido de lo alta que está. Según la ha visto le ha dicho: "Antes te quedabas dormida entre mis brazos y ahora fíjate cómo has crecido".

Cuando Paco estaba en la cárcel en Filipinas usted vivía cerca de él. Ahora está cerca de sus padres. ¿Existe una mezcla de alegría y tristeza por su traslado?

No, no. Yo no vivo en Filipinas. Cuando todo esto le pasó a mi hermano, cuando le condenaron por un crimen que él no había cometido, pensé que no quería que mi hija creciera en un país donde no existe la Justicia, donde hay personas inocentes en la cárcel. Un día estás en casa y al siguiente en el corredor de la muerte condenado por un crimen que no has cometido. Cuando mi hermano tuvo la desgracia de ser condenado injustamente decidí abandonar el país.

¿Qué ha sido lo que más le ha llamado la atención?

Existen perspectivas muy diferentes. No hay que olvidar que Filipinas es un país del tercer mundo y como tal existen prisiones tercermundistas que son un verdadero infierno. Las condiciones de los presos que se amontonan en las cárceles es una de las cosas más fuertes que he visto en toda mi vida. Para nosotros, esto es un gran paso; quizás haya gente que no lo vea así, pero para nosotros esto que ha pasado es un milagro. En cualquier caso, la lucha no ha terminado porque mi hermano no merece estar ni un día más en la cárcel. Lo que queremos es que la gente no se olvide de que Paco es inocente. No tuvo un juicio justo y, aunque estamos contentos porque ahora está cerca de casa, nuestra lucha sigue adelante. Esto no ha terminado.

¿Qué sintió al conocer que su hermano iba a ser trasladado a Euskadi?

Me emocioné mucho cuando nos enteramos de que le iban a trasladar aquí, a la tierra de mi padre. No he estado aquí todo el tiempo que me hubiera gustado. Recuerdo que vine tres o cuatro veces cuando mi hermano estaba en el corredor de la muerte a pedir ayuda y la verdad que el apoyo tanto de las instituciones como de los ciudadanos es algo que siempre lo voy a llevar dentro de mí. Para mí, Euskadi representa esperanza, justicia y paz. En definitiva, una nueva vida para Paco.

¿Cómo recibió la noticia?

Me llamó mi madre por teléfono en cuanto se enteró de la noticia. Fue una alegría inmensa para mí. Antes, tanto yo como mis padres teníamos que ir a Filipinas para estar con él. Ahora, me alegro de que puedan ir a visitarle estando mi hermano aquí. Nos alegra ver que el duro trabajo ha tenido sus frutos. Cada paso que dábamos allí, siempre retrocedíamos dos, y aquí afortunadamente la gente siempre nos ha mostrado su apoyo y se ha dado cuenta de que lo que están haciendo con Paco es una injusticia.

¿Cree que el traslado de Paco a la prisión de Martutene puede ser el paso definitivo para su puesta en libertad?

No sé si será posible que mi hermano salga libre. Cuando estaba en Filipinas perdí la confianza en la raza humana. Cuando te pasa una injusticia así y ves que nadie hace nada... Espero que pueda empezar una nueva etapa. Ojalá la vida le dé una nueva oportunidad. Confío en que llegue el día en que mi hermano tenga la oportunidad de ser un buen marido, un buen padre y ese tipo de cosas con las que ahora sólo puede soñar. Yo sé que mi hermano es inocente y sigo luchando porque no pase ni un día más entre rejas, no lo merece.

¿Cómo tienen pensado celebrar el día de hoy?

El día de hoy lo pasaremos aquí con la familia. Sabemos que no estamos todos, pero confiamos en que se solucione pronto todo. El sábado tenemos la última visita y ya estoy convenciendo a mi marido de que tenemos que volver cuanto antes a Euskadi, así que tendremos que empezar a ahorrar.