En los últimos años hemos visto como los ultraprocesados y la comida rápida ha ganado un papel protagonista en la alimentación de mucha gente.
Hoy en día lo "normal" para picar entre horas es comer gominolas, bollería, patatas de bolsa o chocolatinas y demás snacks ultraprocesados, y aunque no pasa nada por comer estos alimentos de forma esporádica, es importante que en nuestra rutina diaria prioricemos los alimentos naturales, como frutas o frutos secos.
Alternativa saludable
Asimismo, y para tener algo diferente para "picar" en casa, existen una infinidad de alternativas saludables y deliciosas.
Una de ellas pueden ser los buñuelos de brócoli, que se preparan de forma sencilla y son ideales para comer mientras vemos una película o incluso para llevarnos a un picnic.
Tan solo hay que hervir brócoli y patata y aplastarla. Una vez hecha la masa, añadir dos cucharadas de queso parmesano, sal y ajo en polvo.
Al integrarlo todo bien, hacer bolas, pulverizar con AOVE y cocinar en una freidora de aire durante 15 minutos a 200º C. El resultado serán unos buñuelos irresistibles.
Ultraprocesados: ausencia de nutrientes
La alimentación es fundamental para gozar de una buena salud.
La evidencia científica avala que lo que comemos en el día a día determina nuestra energía e influye en la prevención de enfermedades y en la calidad de vida, y en una sociedad donde el ritmo acelerado del día a día nos lleva a comer rápido y mal, el consumo de productos ultraprocesados se ha convertido en un hábito preocupante.
Entre horas, como a mediodía o a la hora de la merienda, muchas personas recurren a snacks "ricos", pero cargados de azúcares, grasas saturadas, sal y aditivos.
Dañinos para la salud
Estas elecciones, que parecen inofensivas, pueden tener un impacto muy negativo en la salud.
Los productos ultraprocesados —bollería, snacks de bolsa o bebidas azucaradas, entre otros— están diseñados para ser irresistibles. Su combinación de azúcar, grasa y sal activa en el cerebro los mismos mecanismos de recompensa que otros estímulos adictivos, lo que nos impulsa a comer más de lo que necesitamos.
A nivel nutricional, ofrecen calorías vacías: mucha energía, pero apenas ningún nutriente esencial.
Con el tiempo, este tipo de alimentación se asocia a un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y alteraciones metabólicas.
Priorizar la fruta
Más allá de alternativas como los buñuelos de brócoli, existen otras opciones que se pueden pueden directamente en el supermercado o en la frutería.
Una de ellas son las uvas, una fruta tradicional y accesible que combina dulzura, sabor y un impresionante perfil nutricional.
Las uvas destacan por su contenido en antioxidantes, especialmente resveratrol, un compuesto presente en su piel que se ha relacionado con beneficios para la salud cardiovascular y la protección celular frente al envejecimiento.
Además, aportan vitamina C, vitamina K, potasio y una buena cantidad de agua y fibra, lo que contribuye a mantener una correcta hidratación y favorecer la digestión.
A diferencia de los ultraprocesados, las uvas proporcionan azúcares naturales en equilibrio con fibra, lo que modera su absorción y evita los picos de glucosa en sangre que provocan la sensación de hambre poco tiempo después de comer.
Una buena decisión
En definitiva, cuidar lo que comemos no implica renunciar al placer, sino aprender a elegir mejor.
Los alimentos no procesados son un ejemplo claro de cómo la naturaleza ofrece alternativas deliciosas y saludables frente a los productos industriales. Al optar por ellas, no solo estamos apostando por nuestro bienestar físico, sino también por una relación más consciente y equilibrada con la comida.