¿Cada cuánto tiempo deben ducharse las personas mayores?
Cuando la ducha no es posible, existen rutinas mínimas que garantizan una correcta higiene y reducen el riesgo de infecciones
La higienees un pilar fundamental en todas las etapas de la vida, pero cobra una relevancia especial en la vejez. En Gipuzkoa, al igual que en el resto de Euskadi, la esperanza de vida ha alcanzado cifras históricas.
Según datos de Eustat publicados en diciembre de 2024, los hombres viven de media 81,2 años y las mujeres 86,6 años en el periodo 2022-2023. Estos valores superan tanto la media del Estado como la de la Unión Europea, lo que refleja no solo el acceso a un sistema de salud de calidad, sino también un estilo de vida que favorece la longevidad.
Sin embargo, vivir más años no siempre significa hacerlo en plenas condiciones de autonomía. A pesar de los avances médicos y de los cuidados preventivos, muchas personas mayores experimentan limitaciones de movilidad que dificultan actividades cotidianas tan esenciales como la higiene personal.
Mantener una correcta rutina de limpieza es vital no solo para la salud física, sino también para el bienestar psicológico y la autoestima.
Dificultades en la higiene diaria
La ducha, que para una persona joven puede ser un acto simple, diario y rápido, en el caso de los mayores puede convertirse en una tarea compleja.
El riesgo de caídas, la dificultad para manipular el grifo o la imposibilidad de mantenerse de pie durante largos minutos hacen que muchos ancianos necesiten ayuda para ducharse. A ello se suma que, en situaciones de soledad, el miedo a sufrir un accidente en el baño puede llevar a evitar la higiene frecuente.
Además, las condiciones de salud, como la artritis, el deterioro muscular o enfermedades neurodegenerativas, agravan aún más estas limitaciones. Esto hace necesario adaptar los hábitos y priorizar aspectos básicos de la limpieza, incluso si no es posible ducharse todos los días.
Recomendaciones de higiene
Los expertos recomiendan que las personas mayores se duchen o bañen al menos tres veces por semana. Sin embargo, cuando esto no es posible, existen rutinas mínimas que garantizan una correcta higiene y reducen el riesgo de infecciones o problemas cutáneos. Estas incluyen:
- Lavado diario de cara y manos, así como de la zona genital y anal.
- Higiene bucal, con especial atención al cepillado de lengua y paladar, ya que la salud oral influye en la nutrición y en la prevención de enfermedades.
- Cuidado de las uñas, tanto de manos como de pies, para evitar la acumulación de suciedad y la proliferación de bacterias u hongos.
En este sentido, las personas que ayudan en los cuidados juegan un papel fundamental. Su apoyo no solo garantiza la seguridad durante la ducha, sino que también aporta compañía y tranquilidad en un momento que, de otro modo, podría generar ansiedad en el anciano.
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Un hábito que va más allá de la limpieza
Mantener una buena higiene en la vejez no es únicamente una cuestión de salud física. El aseo personal tiene un impacto directo en la autoestima y la dignidad de la persona. Sentirse limpio y cuidado favorece la integración social, la comodidad y la calidad de vida.
En definitiva, en Gipuzkoa, donde la esperanza de vida es tan alta, la higiene en las personas mayores debe ser considerada una prioridad. Garantizar que nuestros mayores puedan mantener su aseo, ya sea mediante rutinas adaptadas o con ayuda, es un acto de cuidado fundamental.