¿Las ventanas nos protegen del sol? Boticaria García habla claro
El sol es imprescindible, pero no siempre nos llega de la forma en que pensamos
El soles una fuente indispensable para nuestra salud, ya que nos da energía, pero también es uno de los principales factores de envejecimiento y daño cutáneo.
Exponerse a los rayos solares de manera adecuada aporta beneficios para la salud, mientras que un exceso o una protección inadecuada puede tener consecuencias muy negativas.
Uno de los beneficios más conocidos de la exposición solar es la síntesis de vitamina D. Esta vitamina es esencial para la salud ósea, el sistema inmunológico y numerosos procesos metabólicos. Sin embargo, una duda frecuente es qué ocurre cuando nos da el sol detrás de un cristal, como el del coche o los de las ventanas de casa.
Como explica la farmacéutica y divulgadora Marián García, más conocida como Boticaria García, los cristales convencionales de ventanas o coches bloquean la mayor parte de los rayos ultravioleta B (UVB). Estos son los responsables de activar la producción de vitamina D en la piel.
En otras palabras, si pasas tiempo al sol detrás de una ventana cerrada, no obtendrás vitamina D. Tampoco te quemarás, porque el enrojecimiento y la quemadura solar también dependen de los rayos UVB. Esto significa que, aunque la luz del sol atraviese el cristal y la habitación se ilumine, tu piel no recibe esa fracción beneficiosa del espectro solar.
Los rayos que sí atraviesan el cristal
La historia cambia cuando hablamos de otras radiaciones. Los rayos ultravioleta A (UVA) sí son capaces de atravesar los cristales.
A diferencia de los UVB, no producen quemaduras inmediatas, pero penetran más profundamente en la piel y son responsables de daños a largo plazo. Los UVA están directamente relacionados con el fotoenvejecimiento, es decir, la aparición de arrugas, manchas y pérdida de elasticidad.
Además, la luz visible y el infrarrojo A también logran colarse a través de las ventanas. Estos tipos de radiación contribuyen al envejecimiento cutáneo por mecanismos como el estrés oxidativo y la degradación de fibras de colágeno. Dicho de otro modo: aunque no notes quemazón ni enrojecimiento, tu piel está sufriendo un desgaste silencioso.
Beneficios y riesgos equilibrados
El sol mejora el estado de ánimo, regula los ritmos circadianos, estimula la síntesis de vitamina D y favorece la salud cardiovascular. Sin embargo, el exceso de exposición incrementa el riesgo de cáncer de piel, manchas solares y envejecimiento prematuro.
Estar tras un cristal elimina parte de esos beneficios (como la vitamina D), pero mantiene algunos de los riesgos, en especial el envejecimiento cutáneo por radiaciones que sí atraviesan la superficie transparente.
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¿Qué hacer para proteger la piel?
La recomendación de Boticaria García es clara. Según señala la creadora de contenido, que acumula casi 900.000 seguidores en Instagram, para obtener vitamina D, la exposición al sol debe ser directa, al aire libre, con ventanas abiertas o paseando al exterior. Bastan unos minutos al día en cara y brazos, siempre adaptando la duración a la estación del año y a la sensibilidad de nuestra piel.
Protector solar
Por otro lado, si pasas muchas horas junto a una ventana, en la oficina o en el coche, conviene usar protector solar. De esta forma se minimizan los daños de los rayos UVA y de otras radiaciones que aceleran el envejecimiento.
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