Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque las duchas deben ser cortas, de no más de cinco minutos para proteger la microbiota natural de la piel, es importante dedicar atención especial a zonas que acumulan mayor cantidad de sudor, suciedad y bacterias.
Las axilas, los genitales, los pies y las ingles son las zonas en las que solemos enfocarnos durante la ducha, pero con frecuencia olvidamos limpiar a fondo el ombligo, un área que también es vulnerable a la acumulación de suciedad y microorganismos. Limpiar correctamente el ombligo es crucial para evitar infecciones y malos olores.
El ombligo es una parte del cuerpo que, aunque pueda parecer insignificante, desempeña un papel clave en nuestra higiene y salud general.
Esta zona del cuerpo es una cicatriz que queda tras el corte del cordón umbilical al nacer. Su estructura lo convierte en un área propicia para la acumulación de suciedad, sudor y bacterias, especialmente si no se limpia de manera adecuada.
67 tipos de bacterias
A pesar de su tamaño pequeño, es hogar de más de 67 tipos de bacterias y microorganismos en la mayoría de las personas.
La mayoría de las veces, estos microorganismos no representan un peligro para la salud, pero cuando se acumulan excesivamente o el ombligo no se limpia con frecuencia, pueden generar un olor desagradable y convertirse en el caldo de cultivo ideal para infecciones.
Un olor fuerte y persistente en el ombligo no debe ignorarse, ya que puede ser un síntoma de afecciones como la candidiasis cutánea o la onfalitis.
La candidiasis cutánea es una infección fúngica causada por hongos del género Candida, que pueden proliferar en zonas húmedas y mal ventiladas del cuerpo, como el ombligo.
La onfalitis, por otro lado, es una infección bacteriana que afecta principalmente a los recién nacidos, pero que también puede presentarse en adultos si el ombligo no recibe una higiene adecuada. Ambos padecimientos pueden causar molestias significativas y requerir tratamiento médico.
Cómo limpiar correctamente el ombligo
La limpieza del ombligo no requiere mucho tiempo, pero sí debe ser parte de nuestra rutina de higiene. Limpiar correctamente esta zona es sencillo y se puede hacer durante la ducha o como parte de la limpieza diaria.
- Humedece un paño o un hisopo: Durante la ducha, puedes usar un paño limpio o un hisopo de algodón. Moja el paño o el hisopo con agua tibia y jabón suave. Es importante usar un jabón sin fragancias fuertes ni químicos irritantes para evitar que la piel sensible alrededor del ombligo se irrite.
- Limpia suavemente el ombligo: Si tu ombligo es “hundido” o tiene pliegues profundos, asegúrate de limpiar suavemente entre los pliegues. Usa movimientos suaves para remover cualquier acumulación de suciedad, sin aplicar demasiada presión. Para los ombligos más prominentes o “salidos”, la limpieza suele ser más sencilla, pero es importante prestar igual atención para evitar acumulaciones.
- Enjuaga y seca bien: Después de limpiar el ombligo, asegúrate de enjuagar cualquier residuo de jabón. Es fundamental secar bien el área con una toalla limpia para evitar la humedad que puede favorecer el crecimiento de hongos y bacterias.
- Evita productos agresivos: No uses productos antibacterianos fuertes ni alcohol en el ombligo, ya que estos pueden dañar la piel y eliminar bacterias saludables que forman parte de la protección natural del cuerpo. Si prefieres una limpieza profunda ocasional, puedes usar un poco de agua oxigenada, pero no de manera frecuente, y enjuagando bien después.
Cuándo acudir a un especialista
Si a pesar de una buena higiene persiste un olor fuerte en el ombligo, picazón, enrojecimiento o secreciones inusuales, es aconsejable acudir a un dermatólogo o médico.
Estos síntomas pueden ser indicios de una infección que requiere tratamiento. Ignorar estos signos puede agravar la situación, convirtiendo una infección leve en un problema más serio y complicado de tratar.
La importancia de una higiene integral
El ombligo, aunque pequeño y aparentemente poco importante, puede ser una fuente de problemas si no recibe el cuidado adecuado.
Incorporarlo en nuestra rutina de higiene es un paso pequeño que puede marcar una gran diferencia en nuestra salud. Además, mantener esta área limpia contribuye a una mayor sensación de bienestar general.
Recuerda que la higiene diaria es mucho más que una cuestión estética; es fundamental para mantener en equilibrio nuestra piel y evitar infecciones o molestias.