La ciudad, esa jungla de asfalto en la que a diario nos sentimos asfixiados entre cientos de vehículos, enormes edificios, una fuerte contaminación del aire y un elevado nivel de ruido, nos hace apreciar aún más el valor de la naturaleza.

Los espacios verdes en las ciudades resultan esenciales para que sus habitantes gocen de una buena salud y se convierten en auténticos pulmones en medio del desierto urbano. 

Por esta razón, Cecil Konijnendijk, silvicultor urbano holandés y director del Instituto de Soluciones Basadas en la Naturaleza de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), lanzó la regla 3-30-300 para ayudar a establecer los requisitos mínimos que deben cumplir las zonas verdes de las ciudades para hacer de estas un lugar más saludable. 

Esta regla se centra en el papel esencial que tienen los árboles urbanos en el bienestar de la población y responde a la necesidad de incluir el verde en nuestro entorno. El experto sugirió que todos los ciudadanos deberían poder ver desde su casa al menos tres árboles de un tamaño considerable, tener un 30% de cobertura de árboles en su vecindario y vivir a menos de 300 metros de un parque o de un espacio verde. 

Vista aérea de una ciudad con amplias zonas verdes. Freepik

Y es que, según Greenpeace, los bosques urbanos de calidad y accesibles ofrecen una serie de importantes beneficios para nuestra salud física y mental. Algunos de ellos son:

- Mejor salud mental. El contacto con espacios verdes se asocia con un menor riesgo de angustia psicológica, de sufrir depresión o ansiedad y puede mejorar nuestro desarrollo del comportamiento, reduciendo dificultades emocionales y de relaciones sociales.

- Mejor desarrollo del cerebro y buena salud cognitiva. La exposición continuada a espacios verdes puede reducir el riesgo de problemas emocionales y de comportamiento y generar mejoras del desarrollo cognitivo, incluida una mejor atención y memoria de trabajo.

- Menor riesgo de enfermedades no transmisibles. El contacto con zonas verdes se asocia a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y dolor lumbar.

- Menor riesgo de muerte prematura. La menor exposición a la contaminación del aire, una mayor práctica de ejercicio físico, más vida social y un menor riesgo de depresión reducen el riesgo de muerte prematura.

Una mujer practica deporte en un parque. Freepik

- Mejores embarazos. El contacto con espacios verdes reduce tanto el riesgo de parto prematuro como la mortalidad infantil.

- Mejor salud en general. La exposición a la naturaleza se asocia con una mejor percepción de la salud en general, así como con el bienestar subjetivo, es decir, estar más satisfecho con la vida o ser más feliz.

- Temperaturas más agradables. Las zonas verdes mejoran las condiciones microclimáticas, ya que son capaces de reducir la temperatura de su entorno en varios grados, además de proporcionar una preciada sombra para protegernos de las radiaciones solares, sobre todo en los días más calurosos.

- Mayor control de inundaciones. La urbanización de las ciudades las ha convertido en superficies impermeables de cemento que ni absorben el agua ni pueden retenerla con el consiguiente peligro de inundaciones.

La aplicación de esta regla 3-30-300 permitiría mejorar y expandir las zonas verdes en las ciudades y con ello promover la salud y el bienestar de sus habitantes, lo que redundaría en beneficio de todos.