Es Navidad, la ilusión se respira en el ambiente y ante tanto estímulo es difícil resistirse al consumismo. Las calles iluminadas y los edificios decorados se unen a vistosos escaparates o navideños puestos callejeros en los que podemos encontrar todo tipo de productos que captan nuestra atención.

En el caso de los niños, esa ilusión se multiplica por mil y esperan con ansia la llegada de Olentzero, Papá Noel o los Reyes Magos, cargados con esos regalos que tanto desean. En ocasiones, toda la familia compite por hacer feliz al niño y este puede acabar empachado por tantos regalos y terminar contrayendo el síndrome del niño hiperregalado.

Y es que caer en un exceso de regalos siempre es malo. Cuantos más obsequios reciba un niño, más vacío se sentirá, perderá la ilusión y tanto estímulo positivo le generará una fuerte apatía. Además, valores como el esfuerzo, la generosidad o la austeridad perderán todo su valor. 

Un niño cargado con cajas de regalos. Freepik

Ante estas situaciones, y con el fin de que los niños reciban menos regalos y más acertados, los expertos recomiendan seguir la regla de los cuatro regalos. ¿Y cuáles deben ser esos cuatro regalos? Los especialistas aconsejan optar por:

- Algo para llevar puesto. Es un regalo práctico como ropa, calzado o complementos.

- Algo para leer. Un libro en cualquier formato (papel o electrónico). Si son un poco alérgicos a la lectura, este se puede sustituir por un juguete para usar al aire libre, lo que les resultará muy beneficioso para huir del sedentarismo.

- Algo que necesiten. Un objeto que les haga falta en su día a día: una mochila, ropa de deporte, un despertador, una colonia...

- Algo que deseen. Este es el regalo, juguete o capricho que quieren por encima de todo y que repiten hasta la saciedad en cualquier tipo de carta o conversación. 

Unos niños abren los regalos colocados a los pies del árbol de Navidad. Freepik

A la hora de elegir el regalo debes tener en cuenta las preferencias del pequeño, que el obsequio sea acorde a su edad de forma que le resulte útil y seguro y que sea un regalo educativo que estimule su desarrollo. Frente a lo material, experiencias como un viaje, un espectáculo cultural o un evento deportivo son una buenísima opción que dejará en los pequeños una huella difícil de borrar. 

Si sois una familia grande y todos quieren poner su granito de arena para que los pequeños mantengan su ilusión, lo mejor es organizarse para regalar menos cantidad y más calidad. Otra buena opción es despertar su espíritu solidario y compartir el exceso de regalos con otros niños que los necesiten más que ellos. Invitarles a obsequiar a los seres queridos con regalos caseros, hechos con mucho amor y poco dinero, les hará también apreciar que no siempre el mejor regalo es el más caro. 

Dos niñas tumbadas rodeadas de regalos. Freepik

El 'síndrome del niño hiperregalado'

Lo cierto es que la felicidad no se puede medir por el número de regalos y atiborrar a los niños de obsequios no les va a beneficiar en ningún caso. Este hecho puede tener una serie de consecuencias negativas tanto a corto como a largo plazo. Algunas de ellas son:

- Poca tolerancia a la frustración. Recibir una cantidad excesiva de regalos hará que los niños se convertirán en personas egocéntricas que creen merecerlo todo y con escasa tolerancia a la frustración.

- Sobreestimulación. Si un niño recibe muchos obsequios no va a tener tiempo ni ganas de jugar con todos. Se acabará centrando en el que más le interesa y los demás se quedarán en el olvido.

- Mata la creatividad. Los juguetes deben estar orientados a desarrollar habilidades motoras y cognitivas. Sin embargo, si los pequeños reciben una avalancha de ellos acabarán provocándoles aburrimiento y darán al traste con su fantasía y su imaginación.

- Adiós a la ilusión. Si no valoran lo que reciben, se limitarán a abrir paquetes, no tendrán ilusión por ver lo que contienen y pedirán regalos por la mera satisfacción de tenerlos.

- Antivalores. Si el pequeño no valora el sacrificio y el esfuerzo que otros han hecho para entregarle los regalos, puede acabar desarrollando actitudes negativas como falta de esfuerzo, competitividad, egoísmo y consumismo. 

Como en todo en la vida, también en este caso en el equilibrio está la virtud. Seguir esta regla de los cuatro regalos hará que los niños mantengan la ilusión sin caer en unos excesos siempre perjudiciales.