Sierras calizas, zonas ribereñas, gargantas e incluso acantilados son algunos de los entornos que se esparcen por los espacios naturales protegidos que se reparten por Málaga. A pesar de su relativa poca extensión, esta es la más pequeña de las provincias que forman Andalucía, pero su riqueza paisajística es uno de sus mayores atractivos.

De hecho, cuenta con seis parajes naturales que forman parte de la Red de Espacios Protegidos de Andalucía, una de las que más. Aquí taremos tres de ellas para disfrutar de una Málaga para recorrer con botas y no con chanclas.

1. Sierra Crestellina

Sierra Crestellina es una formación montañosa y un paraje natural situado en el sureste de la provincia malagueña y protegido desde 1989. Tiene una extensión de 477,5 hectáreas en el municipio de Casares , uno de los pueblos blanco de la comarca.

El espacio natural de Crestellina es uno de los pocos que cuenta con un refugio de de montaña en el que pernoctar. Junta de Andalucía

Este enclave cuenta con una singular geología y con la presencia de una amplia colonia de buitres leonados, además de algunos valiosos yacimientos arqueológicos. Desde la carretera se puede tener una bonita perspectiva de esta sierra.

Es uno de los pocos espacios naturales malagueños que cuenta con un refugio de montaña, en el que se puede pernoctar por 30 euros, a lo que hay que sumar un suplemento de 5 euros más por cada huésped a partir de tres personas. Se pueden realizar varias rutas senderistas, como la que une el puerto de las Viñas con el citado refugio. Quienes la culminen podrán disfrutar de una panorámica de la parte occidental de la provincia de Málaga, así como del gaditano Campo de Gibraltar o el malagueño Valle del Genal.

La visita a la sierra pasa por la realización del sendero señalizado Crestellina Natural, que ofrece la oportunidad de obtener una completa visión de la riqueza natural y del uso que de ésta ha hecho el hombre desde la antigüedad. Desde el mirador del Castillón o de Cosalba se puede disfrutar de unas maravillosas vistas del núcleo urbano de Casares.

2. Desembocadura del Guadalhorce

La desembocadura del Guadalhorce es uno los parajes naturales malagueños más sorprendente y desconocido. Es un ecosistema ubicado en la zona más occidental del término municipal de Málaga. Abarca unas 67 hectáreas, uno de los espacios protegidos de este tipo más pequeños. Su principal atractivo está en la avifauna, ya que es una estación de paso de las especies migratorias y a lo largo del año se pueden verse hasta 250 especies distintas. Entre las que es posible encontrar durante todo el año, destacan el cormorán, la malvasía cabeciblanca, el porrón europeo o el pequeño buitrón.

Las lagunas de la desembocadura del Guadalhorce son un pulmón verde para ciudad de Málaga y para las aves migratorias. Junta de Andalucía

Este paraje está formado por un complejo de lagunas no naturales, fruto de una pretérita actividad extractiva de áridos que generó excavaciones actualmente llenas de aguas salobres o dulces según su localización. Estas lagunas, rodeadas por los dos brazos del río que forman la desembocadura, se asientan en lo que fue una enorme marisma, donde el mar y el cauce fluvial confluían originando extensos terrenos pantanosos en un delta que con el paso de los siglos ha ido creciendo con motivo del depósito aluvial de materiales arrastrados por el Guadalhorce.

Dentro del propio paraje, que es atravesado por la Gran Senda de Málaga, hay dos rutas cortas y cómodas para hacer con niños. Son los senderos Río Viejo y Laguna Grande, los cuales nos permitirán, además, acceder a los cinco observatorios. Uno de ellos cubre la franja marítima del paraje y desde el se avistan aves ligadas a las arenas de la playa y el mar. Los otros cuatro se levantan junto a las distintas lagunas.

3. Acantilados de Maro y Cerro Gordo

El conjunto de los Acantilados de Maro, en Nerja, se alarga por el denominado Cerro Gordo hasta Almunécar. Este es el único paraje natural costero de la provincia. En una estrecha franja de 12 kilómetros y una superficie de más de 1.800 hectáreas. Todo este recorrido litoral cuenta con una serie de abruptos barrancos, playas naturales, torres vigías, calas y bosque mediterráneo y es uno de los pocos lugares en los que a la pregunta “¿mar o montaña?” solo se puede responder “Sí”.

El paraje de los acantilados de Maro y Cerro Gordo aúna el mar y la montaña en un paraje que vas desde Nerja hasta Almunécar. Junta de Andalucía

Este complejo rocoso presenta una muchas curiosas formaciones fruto de la erosión y también pequeñas y escondidas calas de aguas muy limpias. La calidad de las aguas garantiza una gran biodiversidad en sus fondos. Así que además de las botas de senderismo también hay que echar a l mochilas unas gafas de bucear para disfrutar más. Para los que quieran iniciarse en el submarinismo pueden encontrar empresas que quiarán sus pasos.

Desde el mirador de la Torre de Maro se disfruta del espectacular Paraje Natural Acantilados de Maro-Cerro Gordo. La panorámica se compone de abruptos acantilados intercalados con playas y pequeñas calas de difícil acceso, mientras que en las laderas de la montaña cuelgan impresionantes terrazas cultivadas a grandes alturas.

Este enclave se extiende desde la torre de vigilancia costera de Maro hasta la Cala de Calaiza e incluye, además, una franja marina de gran valor ecológico. Realizando el sendero que se adentra en el Bosque del Cañuelo, se atraviesa por matorral mediterráneo y masas arbóreas de pino carrasco, junto con especies poco comunes como el buxus balearicas. Este arbusto tóxico soporta temperaturas extremas y puede llegar a vivir más de quinientos años. La presencia de aves, como lavanderas o gaviotas, acompañan durante el recorrido.

En las inmediaciones del paraje natural se encuentra la famosa Cueva de Nerja, donde además de su valor geológico también cuenta con importantes yacimientos arqueológicos del Paleolítico. Otras visitas pueden ser a la Torre de los Guardas, conocida como el Balcón de Europa, el Acueducto del Águila en el Barranco de la Coladilla o los restos de una calzada romana en el barranco de Maro.