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¿Dos años de cuenta atrás?

La sombra de la retirada planea sobre José Luis Korta, que tiene dos años de contrato

¿Dos años de cuenta atrás?Pablo Viñas

Sestao

Dos horas antes de que sus remeros lleguen a la sede del club, José Luis Korta ya está trabajando en el pabellón. Siempre hay trabajo. Cuando no es la trainera, son los remos. Si no son los remos, es el remolque. Si no es el remolque... El remo siempre tendrá una tarea para José Luis.

Agazapado, sentado en un rincón, el entrenador verdinegro se ayuda de todo tipo de herramientas para colocar a su gusto los soportes para los pies de la tripulación dentro de la trainera. De la trainera vieja, eso sí. A oscuras, a su espalda, la joya de la corona intenta contagiarse del entorno. El martes llegó a Sestao el último encargo solicitado a Amilibia, el último clon de la Perla Negra, la revolucionaria trainera que ha hecho que todos los clubes de la ACT se rasquen los bolsillos. Todavía sin pintar, la embarcación espera la hora de que se le apliquen los reglajes necesarios para alcanzar la gloria de su antecesora.

El primer platanito en ganar una bandera de la Liga San Miguel ya no está en Sestao. Kaiku lo ha vendido a Trintxerpe. "Por mí, todavía estaría aquí la trainera", advierte José Luis Korta, "teníamos tres botes en buenas condiciones, dos del modelo antiguo y el platanito. Yo por mí no hubiese vendido ninguna, pero la directiva quiso vender una. Yo me estaba manejando bien con la Perla Negra y las otras dos iguales, pero si había que vender una, dije que vendiesen el platanito. Era un bote hecho para probar y, si gustaba, con él se hacía el molde. Prefería venderla y comprar una nueva". Dicho y hecho. Ahora una bestia negra aguarda que la domen.

Paradójicamente, muchos equipos de la ACT estrenarán mañana sus nuevas traineras y será Kaiku la que compita con la embarcación del modelo antiguo. El técnico de Ortzaika dice no sentirse en desventaja. Sabe que lo que gana las banderas es el contenido, no el continente.

El secreto está en la tripulación, no en la trainera: "Con la que llevamos ya ganamos el año pasado alguna regata. Si no ganamos con esta, tampoco vamos a ganar con la nueva. Si con esta andas rápido, con la otra tienes la ventaja en la ciaboga, pero en las pruebas que he hecho, nunca me ha salido más rápido el platanito".

nostalgia de la patagonia Recostado en un banco de la fachada del pabellón de Kaiku, Korta desgrana su visión de la temporada que se le viene encima. Pero su discurso se ve interrumpido una y otra vez. De su riñonera se escapa una melodía que evoca la tranquilidad de un jardín asiático, milenario, donde cualquier parecido con una regata de traineras es pura casualidad. Es su teléfono móvil. Todos quieren hablar con Korta. A todas horas. Sin descanso. "Así todo el día. ¿Cómo no voy a querer ir a la Patagonia?", explica el entrenador, "allí no me dan de comer, paso hambre y estoy puteado, pero estoy veinte días sin teléfono".

Preguntar a José Luis Korta por la motivación para afrontar su enésima temporada en la elite del remo es como prender un reguero de pólvora. En sus entrañas se mezclan su devoción por la mar, la fe incondicional en su tripulación y la repulsa que siente por la burocracia que rodea las regatas: "Me gusta el remo. Lo que no me gusta es dónde nos estamos moviendo. Me gusta remar, pero fuera de la tripulación, no me gusta nada. Hay demasiada gente que tendría que hacer las cosas bien y no las hace. Las leyes solo son contra Korta".

Ese pulso eterno, esa guerra contra molinos que tienen remos en lugar de aspas, no hace que claudique y se retire. Se niega a salir de la primera línea mientras tenga fuerzas. Al término de la pasada campaña renovó por dos temporadas con Kaiku. Se siente con energía para aguantar al pie del cañón: "Porque soy más fuerte que todos estos que están jodiendo el remo. Van de santitos y están haciendo daño al remo. Quiero estar en el remo, pero que nadie me tenga que llamar la atención. Hemos llegado a lo que era el antiguo oeste. El sheriff estaba pagado por el bandido del pueblo. Ese camino llevamos y no solo en el remo".

A medida que desgrana los que a su juicio son los grandes lastres del remo, José Luis Korta reconoce que en los últimos tiempos ha pensado en hacerse a un lado, olvidarse de los remos y desconectar. "Sí, lo he pensado este año, pero me daba pena dejar la tripulación", confiesa, "pensé en jubilarme, que ya he cotizado muchos años. Si tuviese todo lo que he cotizado, ahora sería millonario".

No es la primera vez que se cruza por su mente la idea de montarse en una autocaravana y vivir otra vida, rodeado de los suyos y lejos de balizas, traineras y conspiraciones. Por ahora está decidido a entregarse en cuerpo y alma a liderar los dos próximos proyectos de Kaiku. ¿Después? No lo sabe aún, pero es muy posible que su siguiente empresa no esté en el agua: "¿Qué proyecto puedes tener cuando tengas 64 años? Viviré la vida. Solo haré una cosa, pelear para pillar a los tramposos. Esa guerra no la voy a abandonar porque si no, no valdría para nada todo lo que he hecho en el deporte hasta ahora".