El remo naufraga en el Garona
LAs corrientes del río hacen suspender también la regata de ayer en BurdeosLa tercera tanda no se disputó cuando Kaiku llevaba el mejor tiempo
Donostia. La Liga ACT viajó a Burdeos con la pretensión de difundir el espectáculo del remo en un escenario tan atractivo como traicionero, y regresa tras dar una imagen bochornosa en aguas del Garona. Al igual que sucedió con la regata exhibición del sábado, la de ayer, primera de las que repartían puntos, también hubo que ser suspendida antes de darse la salida a la tercera tanda. El motivo que llevó al Comité Técnico de la competición a tomar la medida, que no contentó a nadie, fueron "las malas condiciones del río", que ponían "en riesgo" la integridad física de los remeros. Que sean las peores que se vayan a encontrar esta temporada, porque el precedente es peligroso. Fue el remate a un cúmulo de despropósitos del que la directiva de la ACT asumió su gran parte de responsabilidad. Pero tanto los clubes como el comité local también son cómplices del desaguisado. Ayer muchos se quejaron por algo que habían aprobado en asamblea. Es lo de siempre: se quejan a toro pasado.
La mañana ya comenzó agitada. Tanto como la noche, dado que los remeros debieron pernoctar en varios bungalós repartidos en los dos campings contiguos reservados por la ACT a una hora del campo de regateo. Dado que nadie de la organización estaba presente para asignar las habitaciones, los clubes se distribuyeron como pudieron. A algunos les tocaron camas individuales de 60x175 centímetros y otros debieron compartir lechos de matrimonio de 1,35 metros de ancho, con seis personas en plazas para cuatro. Alguna entidad, como San Juan, se encontró con que no tenía cuartos suficientes, y pasada la medianoche ocho de sus remeros caminaron a oscuras los casi 500 metros de distancia hasta los dos bungalós que les cedió Urdaibai.
El ejemplo es solo un detalle de lo que debieron soportar los deportistas, que dieron una lección dentro y fuera del agua. "No somos unos caprichosos -indicó a este periódico un entrenador-. Vale que los bungalós no reunían las condiciones óptimas, pero nos quejamos sobre todo de otras cosas, como de que no hubiera báscula para el pesaje de las traineras y patrones, ni un recinto donde hacer el control antidopaje".
Estas objeciones, y alguna más, fueron recogidas en un escrito firmado por los doce entrenadores que fue entregado al presidente de la ACT. Los técnicos no quisieron filtrarlo a la prensa "para no dar una imagen aún peor", señaló otro preparador.
Como la noche anterior, los entrenadores se reunieron por la mañana. Expusieron su deseo de que la regata no fuera puntuable, a la vista de la fuerza con la que bajaba el Garona. Los seis entrenadores consultados ayer por este periódico afirman que transmitieron a sus delegados su intención de remar "para garantizar el espectáculo y por respeto a los patrocinadores y los aficionados".
Sin embargo, los representantes de los clubes y la ACT decidieron que la regata fuera puntuable, pero en una crono individual en lugar de por dúos. Tampoco es la mejor forma de fomentar el espectáculo, pero era la opción menos mala. Desde el Comité Técnico, se recordó que "en su día ya dijimos que el campo no garantizaba unas condiciones apropiadas para una regata". Sin embargo, Iñaki Mikeo, gerente de la ACT que en medio del calentón puso su cargo a disposición de la asamblea, admitió que "pensamos que se podría disputar". El Garona les quitó la razón.
Pronto quedó claro que el río que nace en el Valle de Arán y es navegable, poco tiene que ver con los cantábricos. Alcanza la pleamar -ayer, a las 11.15 horas- en solo cuatro horas, lo que denota la bravura de sus corrientes. La cita coincidía con el inicio de la bajamar que, pese a completarse en ocho horas, tira lo suyo.
salida Bajo esas condiciones, cruzando muchos dedos, se optó por dar la salida a la primera tanda. Camargo, Zumaia, Kaiku y Hondarribia se encontraron con el mejor campo de regateo del mediodía. Y sin embargo, en los largos pares, a favor de corriente, invertían más de un minuto menos que para remontar el río. A Camargo y Zumaia -ayer con Unai Osa de patrón- se les fue la trainera en las dos ciabogas más cercanas a la desembocadura. Los cántabros confirmaron que su pelea va a ser pelear por eludir el descenso, y los zumaiarras, que Xanti Zabaleta ha trabajado bien con los jóvenes. Hondarribia -Amunarriz y Orbañanos bordaron cada maniobra pese a la dificultad que entrañaban- fue más competitiva que en 2010 y acabó cerca de Kaiku, que carburará en la liga.
Para la segunda tanda, el Garona se bravuconó y los problemas comenzaron desde la salida. La tripulación de San Pedro tardó en reaccionar varios segundos. Tirán se cruzó poco antes de partir. Pedreña ni pudo acercarse para que Borja Gómez cogiera la estacha y salió varios metros y segundos por detrás. Astillero sufrió menos.
La fuerza de la marea frenó a las embarcaciones ya en el primer largo, y Astillero, la mejor de la tanda, viró a 25 segundos de Camargo. La corriente era tal, que en la ciaboga las traineras viraban en un santiamén en cuanto el proel trincaba el espaldín. Varias estuvieron a punto de dejar la baliza por estribor, dado que el agua les hacía pasarla por encima, hasta que acabó hundida.
Para dentro, la San José se puso a ocho segundos de la Virgen del Carmen, pero para arriba el hueco entre ambas se fue a 40. San Pedro, que se defendió con orden aunque padeció en las ciabogas río abajo, perdía 48 respecto a Camargo, que había cerrado la primera tanda. Era evidente que el campo resultaba decisivo.
Con el paso de los minutos, el marco aún empeoró. Ante la presión de los clubes, el Comité Técnico decidió suspender la regata. A Kaiku se le rogó que acudiera a recoger la bandera, pero los de Sestao declinaron la invitación al "no estar dispuestos a contribuir a este espectáculo".
Castro, San Juan, Orio y Urdaibai estaban dispuestos a remar, aunque fuera "un test entre nosotros". Pero la baliza más lejana se hundió al ser arrollada una y otra vez por las trai-neras, y la alternativa, una txalupa, conllevó la retirada de las tripulaciones, ante el riesgo que entrañaba para sus botes. No querían hundirse en el Garona, que se tragó el remo.