Furra, furra, fandangua
A pesar de no disputarse la regata, los franceses siguieron con interés todo el ambiente arraunlari que se respiraba en burdeos
burdeos
eRA el día perfecto para hacer una regata de traineras en Burdeos. Puede ser. Porque había una gran fiesta, la Fiesta del Río, que aglutinaba decenas de actos por toda la ciudad francesa. Tal vez sí, tal vez una regata era la guinda. Porque podía servir para enganchar nuevos aficionados al remo en un nuevo ámbito territorial... De acuerdo, había argumentos de sobra para hacer una regata en Burdeos, pero faltó que alguien se preocupara de que la ciudad gala estuviese preparada para la regata.
La ribera del Garona fue ayer una constante marea de personas interesadas por el mundo arraunlari. Los franceses se encontraban durante su paseo con carpas, actividades culturales, información turística de Bilbao y Bizkaia... y las llamativas infraestructuras de la Liga ACT, con su graderío VIP, su sala de prensa, la sala de los jueces...
Y lo cierto es que el público reaccionó positivamente a la maquinaria. Eran muchos los curiosos que se acercaban a los organizadores para preguntar por el horario de la prueba. Querían ver la regata.
Aficionados franceses
Un público nuevo
Era un público nuevo. Lo cierto es que ayer en Burdeos se echaba en falta el mejor ingrediente de la Liga ACT: la afición de las doce traineras participantes.
Sin el colorido de los doce equipos en las orillas, una regata es menos regata. Pocos fueron los que decidieron acercarse hasta Burdeos.
Las traineras cántabras, de haber podido saltar al agua, hubiesen sido las mejor arropadas. Por el paseo del río se veían algunas camisetas de Pedreña o de Castro, como las que lucía la familia Sarmiento, de colorado riguroso en apoyo a La Marinera.
Pero si algo ha demostrado Francia a lo largo de la historia es que es impredecible. Las calles de Burdeos eran ayer un hervidero. Se mezclaron remeros, con artistas callejeros, charangas, mimos, cientos de moteros...
No se pudo oír el sonido de los remos cortando la superficie del agua, pero los tímpanos de los presentes no dejaron de bailar con cientos de melodías que se escuchaban por megafonía.
Una señora que apenas sabía saludar en castellano, se acercó tímidamente al puesto de los organizadores de la regata. Quería saber qué música era esa tan bonita en "basque" que sonaba por los altavoces.
Un amable operario con un peto que le acreditaba ser de la organización se puso a rebuscar entre la caja de los CDs. Y, una vez apuntado el nombre del disco, la mujer se alejó tarareando sonriente: "Fuuurra, fuuurra, fandangua...".