Donostia. Siendo crío, Juan Mari acompañaba a su aita, José Ángel, a los entrenamientos de San Juan. "Un día, hizo falta un patrón para el dos con de Juanín Lasurtegi y Gabriel Ollokiegi, y como yo era hijo de patrón y pesaba poco, me dijeron a mí", recuerda el sanjuandarra. Su andadura después en el banco fijo siguió el proceso natural: bateles, trainerillas y, con 24 años, a las traineras. Desde su debut en los barcos grandes han pasado 25 años.
¿Qué recuerda de aquella edición de La Concha de 1995?
Que quizá dimos la campanada al cambiar la trainera. Entonces andábamos con traineras Fontán y después Amilibia, y nosotros alquilamos al club Pontejos una trainera de fibra de (Pedro) Cuesta. Con ella, hicimos dos grandes regatas y rompimos el récord de la doble jornada.
Remaban Arostegi, Etxabe, Larrinaga, Joseba, Mendizabal, Sistiaga, Azkue... no todo sería la Cuesta.
Claro. Se formó una cuadrilla fuerte y técnicamente era muy buena. Ahora las cosas han cambiado: la técnica es importante, pero la trainera se mueve a base de vatios. Antes necesitabas gente técnica, fuerte, y luego cada uno tenía su puesto en la trainera: los más ligeros en la proa, y otros como Juan Mari o Larrinaga, iban en la popa, Joseba en el centro... Ahora, con la Amilibia, un remero de dos metros puede ir delante o detrás, porque los botes se pueden adaptar a las medidas; los fuertes también van delante, para emproar.
Ese año Orio era la gran favorita...
Todo el año había andado muy bien y todo el mundo decía Orio, Orio, Orio. De pronto, salimos nosotros. Habíamos andado todo el año con una Amilibia, y al coger la Cuesta ya vimos que era más estrecha y muy rápida. Pero luego había que remar. Ese año, Donibaneko tenía gente que llevábamos muchos años juntos, que habíamos estado en la Erreka de Koxtape y técnicamente muy buenos. No éramos favoritos, pero ganamos el primer día y el segundo, ¡taca!
¿Le asusta todo el tiempo pasado?
En el fondo, soy un privilegiado. Toco madera, pero me respeta la salud y he tenido algún año que me he quedado en tierra y ahora tengo la suerte de estar en una embarcación.
Los años que se quedó en tierra, ¿fue por decisión propia?
Sí. Suelo hacer contratos anuales. Los equipos suelen hacer sus proyectos para varios años, y cuando ves que no cuentan contigo, no me obsesiono. A mí me gusta compaginar el remo con otras cosas, como el canicross. Los años no pasan en balde, tengo ya 49, y me debo a la familia.
De aquella Concha del 95, siguen Carrillo, Arbona y Fontán.
Los patrones somos un poco berezi. Los equipos se refuerzan y todo el mundo quiere lo mejor, y muchas veces buscan la experiencia de los patrones veteranos. Cuando yo empecé, tenía delante otro patrón, Juan Mari Puy, y llegó un momento en el que me dieron la oportunidad, y la aproveché. Esos patrones que dices, seguimos ahí y será por algo.
¿Qué ambiciona en el remo? ¿Una sexta "Concha" u otras perspectivas?
Ahora estoy centrado en la Donostiarra. Este año, (José Ramón) Mendizabal me dijo que les echara una mano, y me animé.
¿Cómo ve el proyecto donostiarra?
Desde fuera, lo veía verde. Pero ahora, desde dentro, que he conocido verdaderamente cómo han sido las cosas, creo que este año se ha dado un paso importante. La gente no sabe que este equipo fue parido en marzo, cuando otros llevaban entrenando desde noviembre. La plantilla está con ganas, pero viene arrastrando esa falta de conjunto por haber empezado tarde.
¿Se ve años en este proyecto?
No hago planes a largo plazo. Hay que ir día a día, pero creo que ha llegado el momento en el que el Ayuntamiento tiene que ver de una vez por todas que esto va para adelante, y hay que ayudar al proyecto ya. La gente de casa, la que está en la trainera B, es el futuro, pero para ello deberán pasar unos años, y hay que dar el salto ya. Para ello, hacen falta unos refuerzos importantes para que definitivamente se vea que la Donostiarra está aquí. Lo que está claro es que los remeros, más o menos, están cobrando. ¿Si estaré yo aquí? No lo sé. Mi prioridad es estar cerca de casa, de la mujer, que no deba contucir 300 kilómetros diarios.
¿Se siente diferente en la popa de Castro o Urdaibai a la Donostiarra?
Sí. Es como estar en un equipo grande en el fútbol a estar en otro más pequeño. Mis ganas y mi ilusión son las mismas, pero en un club grande la tensión y la exigencia es mayor. En la Donostiarra también te exigen una línea, pero sabemos hasta dónde podemos aspirar.
¿Qué pasará el domingo?
Según el estado de la mar, podría pasar de todo. Parece que el domingo no habrá mala mar. La bandera está entre dos, y luego equipos como San Juan y Hondarribia pedirán algo de mar para tener más opciones.
¿Se moja por alguna trainera?
Es difícil. Pero como tengo amigos en Urdaibai y por la trayectoria que llevan, que siempre se les ha escapado La Concha, preferiría Urdaibai. En 2004 ganamos la liga con Urdaibai en la última regata con Astillero y en La Concha ganamos fácil la clasificatoria, pero ganó Astillero. En Kaiku también hay gente que ha remado conmigo, pero Urdaibai se merece ganar una Concha.
Como sanjuandarra y ex de Koxtape y Donibaneko, ¿se alegra del formidable año de San Juan?
Sin duda. Los colores rosas los llevo dentro. San Juan me ha dado muchas alegrías y también muchos palos, porque en el remo, muchas veces, hacemos que se tuerzan las cosas. En la trainera hay muchos chavales del pueblo y los que están trabajando en el club lo están haciendo muy bien. Este año, además, han contado conmigo, porque hasta 2009 yo tenía cerradas las puertas de San Juan por parte de gente que pensaba primero en su orgullo y no en el futuro de la trainera. Este año me dieron la oportunidad, pero ellos tienen más patrones y yo tomé otro camino. Lo más importante es la unión del club, tras muchos años complicados.
¿Y la Donostiarra? El domingo pasado se quedaron con la pena de no haber bajado diez segundos...
Si repetimos la actuación, estará bien. Aunque sí que nos gustaría bajar esos diez segundos, aunque dependerá más del estado de la mar.