Las segundas partes son buenas para la Real Sociedad
El equipo realista es el quinto mejor tras el descanso, solo con los cuatro primeros de la tabla por delante, y el segundo peor antes del descanso
Cuenta la leyenda que segundas partes nunca fueron buenas. Pero no siempre es verdad. La Real de Sergio Francisco se ha abonado a las segundas partes, lo que, por una parte, desmitifica la fama que le precede de púgil con mandíbula de cristal, y, por otra, refuerza la sensación de que su estado físico es envidiable y que este curso cuenta con un solvente fondo de armario que le permite cambiar los signos de los encuentros con las sustituciones.
En esta ocasión los números no dejan lugar al equívoco y son tan antagónicos que recuerdan a los del Sanse, que curiosamente hasta la fecha es el mejor local de toda la Segunda División pero el peor visitante al no haber sumado ningún punto a domicilio todavía. Los de Sergio Francisco son los segundos peores en las primeras partes al llegar a los descansos con 10 puntos y solo superados por el Mallorca, que llevaría 9 en ese tramo de los encuentros.
Plantilla larga
Sin embargo, en las segundas mitades, la Real parece asentarse, suele mejorar con los cambios de su entrenador y el nivel de los mismos, es decir de los que entran de refresco, y hasta la fecha es el quinto mejor del campeonato solo superado por los cuatro aspirantes para la Champions, Barcelona, Atlético, Real Madrid y Villarreal. Uno de los mejores ejemplos se vivió el pasado sábado en Pamplona, donde Sergio apostó de salida por los extremos Guedes y Zakharyan y, a la hora del encuentro, cuando el portugués logró el 1-2 gracias a definir con la zurda de forma magnífica una asistencia magistral de Oyarzabal, ya tenía en la banda preparados para saltar al campo a Kubo y Barrenetxea, que selló el triunfo con un gol de época.
En realidad la estadística se corresponde con que la Real carece de instinto agresivo para protagonizar salidas en tromba que amedrenten al rival. Normalmente sus salidas a los encuentros, por muy importantes que sean, suelen estar presididas por una actitud contemplativa, por lo que se queda lejos de la receta habitual de primera falta, primer disparo, primer córner… La receta habitual de los equipos raciales que se sustentan por impulsos. La Real es más diésel y en este inicio de temporada tan dubitativo que ha mermado su autoestima parece hasta lógico que le cueste ir entrando en los partidos y, sobre todo, conseguir marcar diferencias.
Flojo antes del entreacto
En lo que llevamos de temporada, la Real tiene un balance antes del descanso de cinco goles a favor y once en contra. Los dos primeros tantos no sirvieron además para puntuar, que fueron el de Brais en el campo del Betis y el de Odriozola en Montjuic, mientras que el doblete de Oyazabal ante el Sevilla y el tanto de Brais en el derbi permitieron a los blanquiazules lograr dos victorias consecutivas. El dato más inquietante es que han encajado once goles antes del entreacto.
Sin embargo, las cosas mejoran de forma notable tras pasar por los vestuarios, ya que los donostiarras mejoran su balance hasta un ilusionante 12-7 de goles a favor y en contra. Los tres primeros tantos valieron un punto, el de Kubo en Valencia y los de Barrenetxea y Óskarsson frente al Espanyol. El penalti de Oyarzabal ante el Madrid se quedó de vacío; el que anotó contra el Mallorca dio los primeros tres puntos cruciales; el cabezazo de Soler permitió pactar unas tablas en Vigo; los goles de Guedes y de Gorrotxategi que hicieron enloquecer a Anoeta en el derbi; además del penalti de Oyarzabal en Elche, que también valió un punto; y las tres dianas de Pamplona, en la mejor segunda mitad de la temporada, en la que los tantos de Brais, Guedes y la increíble vaselina desde el centro del campo de Barrenetxea valieron los tres puntos para una Real en clara línea ascendente. Ahora que comienza a mejorar su juego y ser más reconocible, una de sus prioridades es equilibrar la balanza de goles en los primeros actos.
