La Real está en crisis. Por eso se encuentra en las catacumbas de la clasificación y por eso las gaviotas que siempre revolotean por Balaídos estaban acompañadas esta vez de unos buitres sobre la cabeza de su entrenador. Pero también hay que destacar que parece que le ha mirado un tuerto. No es normal las cosas que le pasan a lo largo de un partido. Su entrenador acertó con el planteamiento, al jugar con tres centrales, fue mejor que el Celta y mereció la victoria, pero si no marcas, si no eres contundente, si concedes… pues sigues dejándote puntos por el camino.
Tras una primera parte en la que tuvo más ocasiones que su rival al que mantuvo encerrado en su campo muchos minutos, una vez más se puso por debajo en el marcador y, a pesar de que se quedó con uno más en el descuento, no fue capaz de llevarse los tres puntos. En la primera jugada de la segunda parte, Oyarzabal marcó, pero se lo anularon por un fuera de juego de una oreja. Es terrible. En el asedio final, con el área plagada de realistas que remataron mucho, Soler le dio un punto gracias a un cabezazo. El partido estaba para ganar, pero el empate llegó demasiado tarde.
¿Quién ha sido el mejor jugador de la Real?
Sergio Francisco se jugó su bala con una innovadora aunque esperable alineación. Tal y como hizo Imanol el curso pasado, el técnico copió el esquema del Celta con cinco defensas, pero con una sorpresa importante y es que fue Aihen quien se colocó de central en la izquierda. El resto más o menos lo esperado, con Gorrotxategi como pareja del debutante Yangel Herrera, y Brais, Oyarzabal y Barrenetxea, arriba. Lo cierto es que a la Real no se le vio muy incómoda, salvo cuando superaban sus primeras líneas de presión. Con la defensa situada en el centro del campo, cada vez que uno de los locales pivotaba y proyectaba a alguno de sus compañeros tenía una larga autopista sin tráfico hasta la portería de Remiro. El Celta atacó menos que nunca esta temporada, pero cada vez que se acercaba a los dominios realistas la situación se convertía en peligrosísima porque el riesgo que se corría era elevado.
Una vez más, a la Real se le pudo poner todo de cara, pero Oyarzabal desaprovechó un centro perfecto de Sergio Gómez. A los nueve minutos, Mingueza probó su motor por la citada autopista y su centro lo desvió con apuros Remiro. Casi a continuación, a Sergio se le fue por poco una asistencia de gol a Oyarzabal, aunque la jugada estaba anulada por un fuera de juego muy dudoso que habría tenido que determinar el VAR en caso de que el balón hubiese en las redes. Yangel hizo acto de presentación con un corte y un chut con la zurda que atrapó un seguro Radu. A los 19 minutos, el Celta sorprendió a la Real, algo descolocada, con un Caleta-Car que fue muy blando con Borja Iglesias y Mingueza de nuevo dejó atrás a Aihen para servir en bandeja el tanto a Durán. La cosa pintaba muy mal, porque ya sabemos la leyenda negra de la mandíbula de cristal y su incapacidad para remontar.
Las notas de Mikel Recalde
Y la realidad es que el shock del golpe le duró 20 minutos a la Real, hasta que Barrenetxea se quedó solo pero no pudo disparar y Oyarzabal no llegó a su centro. Brais puso un córner magnífico, pero Yangel no logró cabecear en boca de gol. En el descuento, el partido se volvió loco y a Oyarzabal se le escapó otro centro de Sergio; Brais casi anotó un gol olímpico; y Starfelt vio la segunda amarilla por empujar sin balón a Yangel.
Casi en la primera jugada de la reanudación, Barrenetxea birló una pelota a Moriba y su centro lo envió a la red Oyarzabal. El VAR lo anuló por una oreja. No se puede ser más desgraciados… Sin que se entendiera muy bien por qué no hacía cambios Sergio ni que su primera decisión fuese sacar a Pablo Marín con lo que tenía en el banquillo y con un hombre más en el campo. Es más, al cabo de un rato, cuando comenzó a sacar su arsenal ofensivo le tuvo que colocar de lateral derecho porque no sabía muy bien qué hacer con él. Barrenetxea remató al muñeco un gran pase de Sergio; Karrika se cayó en el área y en el suelo cortó un disparo de Soler que podía colarse; Radu hizo dos paradas en la misma jugada al de Elizondo, tras una gran maniobra, y a Oyarzabal; y otra a Gorrotxa.
Ya con la Real volcada, El Abdellaoui se quedó solo, pero mandó su disparo fuera. El empate llegó casi por aplastamiento. 17 remates a puerta, un tanto. Siempre pasa algo. Un equipo al que le suceden tantas cosas y que no es capaz de ganar está condenado al fracaso. Y a sufrir. En el fondo siempre suele subyacer la falta de gol. Porque es la clave de todo.
Que nadie se equivoque, no estamos diciendo que siempre tenga mala suerte, pero no parece normal que le cueste tanto hacer las cosas, que nunca tenga un partido tranquilo y que cuando merece vencer, no lo hace. Entonces el problema se convierte en gravísimo. Era un partido para vencer y más en la situación en la que está el equipo, pero... Demasiados y constantes peros.