¿Mikel, qué es de su vida?
Colgué las botas hace dos veranos después de cinco años en Chipre. Y desde entonces vivo tranquilo en Arrasate, con la familia (tiene dos hijos) y siempre entretenido por aquí, alrededor de casa.
¿Se ha desligado totalmente del mundo del fútbol?
No, qué va. He estado sacándome el título UEFA B de entrenador, ya sólo me queda el proyecto final. Y además he ejercido de segundo técnico en el equipo cadete del Mondra. A todo esto súmale que hace unos años empecé a estudiar un grado de Psicología. Ya te digo que no me aburro...
Su buen amigo Jon Ansotegi dirigirá al Sanse la próxima temporada. ¿Se ve usted también alcanzando esas cotas?
Bueno, a ver, una cosa es lo que yo quiera y lo que me plantee, y otra bien distinta el nivel que pueda llegar a dar como entrenador. Mi objetivo con el Mondra ha sido probarme, verme a mí mismo fuera del terreno de juego, al otro lado de la línea de cal. A partir de ahí, si me preguntas si quiero iniciar una carrera como entrenador, no sé contestarte todavía... Puede ser que sí me anime. Pero ahora mismo no sé si me apetece dedicarle al fútbol tantas horas como, por ejemplo, le tocará esta próxima temporada al mismo Jon Ansotegi. Ya lo veremos.
Yo le llamaba porque se cumplen quince años del recordado ascenso a Primera División...
Bufff (suspira). Cómo pasa el tiempo... Cuando me lo han preguntado, siempre he dicho que aquel día en Anoeta, el de la victoria contra el Celta, significa el mejor recuerdo que tengo del fútbol. Sin duda alguna además.
Y eso lo dice alguien que ha jugado Champions en Old Trafford, ganado un derbi en San Mamés o vencido en Anoeta al Barcelona de Messi.
Sí, sí, sí (repite). Ya te digo que el ascenso es mi mejor recuerdo del fútbol, por mucho además. Tengo que puntualizar, eso sí, que lo de aquel 13 de junio en Anoeta, más que una alegría, fue una liberación, un alivio, un chute de tranquilidad... Claro que lo celebramos, faltaría más, pero mis sensaciones eran esas, y no tanto de euforia. Yo formaba parte de la plantilla que había descendido a Segunda tres años antes, y en cierto modo me sentía responsable. Volviendo a Primera me quité un peso de encima.
Muchos defendemos que el verdadero gol del ascenso lo marcó Mikel González.
Lo dices por el que le marqué al Villarreal B, ¿no? Sí que es verdad que lo recuerdo con mucho cariño, porque fue el primero que hice con la Real y porque aquella victoria resultó decisiva. Faltaban sólo cuatro partidos para acabar la liga y los rivales directos venían apretando. Además, recuerdo que ellos trajeron un equipazo: Marco Rubén, Musacchio, Jefferson Montero... Nos hicieron sufrir una barbaridad, y más adelante seguirían mostrando su nivel en el primer equipo del Villarreal, aunque ese día pudimos ganarles. ¿El verdadero gol del ascenso? Me encantaría poder decirte que lo fue, pero no me parecería justo. Carlitos (Bueno) marcó tres una semana después contra el Cádiz.
¿Lo vieron hecho al ganar en el Carranza?
Bueno... Es que en la siguiente jornada recibíamos en Anoeta a un Celta que no se jugaba nada. Y en el Carranza, en cambio, nos medimos a un rival que luchaba por no descender. Se trataba de un partido de tú a tú, y fue un puntazo poder ganar con holgura, ante todos los aficionados que se desplazaron y en un sitio como Cádiz, que tiene un rollo especial. Salió un día mágico, por todo: por el resultado, por el tiempo que hizo, por lo que significaron los tres puntos...
Al día siguiente casi suben a Primera en un bar.
Es verdad (risas). Ganamos en Cádiz un sábado y existía la opción de que ascendiéramos el domingo, en función de otros resultados. Primero perdió el Levante en Irun contra el Real Unión. Y luego en el Cartagena-Hércules nos quedamos a un solo gol de la carambola. Toda la plantilla se juntó para ver el partido en un bar, y sólo te puedo decir que estábamos preparados para celebrarlo si se llega a presentar la oportunidad.
Aquel equipo era como una familia. ¿Mantienen el contacto?
Claro. Piensa que estuvimos muchos años juntos, varios de ellos compartiendo categorías inferiores e incluso residencia antes de subir al primer plantel. Recuerdo aquel play-off de ascenso a Segunda con el Sanse, contra Las Palmas. Ahí estábamos Carlos Martínez, David Zurutuza, Dani Estrada, Imanol Agirretxe, yo mismo... Esas conexiones se han mantenido en el tiempo y de vez en cuando nos reunimos. Menos mal, porque también te digo que entre quedada y quedada no hablo tanto con ellos como deberíamos, probablemente por mi culpa, así que aprovecho para pedirles perdón desde aquí (risas).
¿Va a Anoeta?
Desde que volví de Chipre habré ido al estadio dos o tres veces. Pero sí que sigo a la Real e intento ver todos los partidos.
Así que se mantiene al día.
Sí. Primero, porque siempre he sido de la Real, es decir por una cuestión de sentimiento. Y segundo, por el fútbol que ha hecho el equipo. Lo que ha conseguido durante los últimos años, con esa regularidad en Liga, esa competitividad en la Copa y ese avanzar en Europa tiene muchísimo mérito. El ciclo de Imanol ha resultado brutal. Yo le pongo una nota muy alta.
Pero el final de esta última campaña nos ha dejado un poco chafados a todos...
Lo entiendo. Uno siempre tiende a compararse con lo último, con lo más reciente. Y ya te digo que, para mí, los números de los años previos habían sido brutales. Resulta normal que la gente esté ahora decepcionada tras el final de esta temporada, pero no me parece justo con todo lo vivido.