Suceden tantas cosas durante una temporada futbolística que, con el paso del tiempo, vamos olvidándolas todas poco a poco, centrados únicamente en la acaparadora vorágine del presente. La decisión de Imanol de dejar la Real Sociedad, sin embargo, comienza a entenderse desde un análisis mucho más global que todo eso, mirando al asunto con las luces largas y no con las cortas. Recordemos que la actual campaña 2024-25 comenzó de aquella manera, pues en pleno agosto Aperribay y Alguacil parecieron disentir sobre la naturaleza del proyecto: el entrenador habló entonces de ganar los domingos; el presidente, de futuro. Sacar ahora a colación semejante punto de partida, significativo, ayuda a interpretar todo lo ocurrido durante los meses posteriores.

Desgaste

Pese a contar desde verano con una oferta de renovación encima de la mesa, el míster se ha tomado con calma el tema de su contrato, consciente de que de los sitios hay que saber salir a tiempo, y de que inicialmente carecía aún de argumentos sólidos para decantarse por el sí o por el no. Finalmente se marcha porque la famosa serie de 19 partidos seguidos le produjo un desgaste claro, porque las victorias que contribuirían a reforzar su figura han escaseado últimamente (dos en los últimos doce partidos), y porque venimos de ambientes más bien raritos en Anoeta contra Valladolid y Mallorca. Si los distintos prismas con los que banquillo y club miraban al curso cuando empezó la Liga han significado desde entonces un peligroso caldo de cultivo, lo que ha venido después simplemente ha supuesto la puntilla. 

El cambio

Acierta Imanol optando por marcharse. Y acierta el club con el nombramiento de su sustituto, un movimiento que, por pura lógica, tiene poco de improvisado. En esto del fútbol, salir al mercado de entrenadores a finales de abril implica ir tarde ya. Pero, precisamente por ello, interpreta un servidor que las conversaciones sobre posibles relevos comenzaron en el mismo momento en que se aceptó que Alguacil disfrutara de plazos tan amplios para pensárselo. Es decir, en febrero como tarde. Se me escapa cómo ha fluctuado de puertas para dentro la quiniela de futuribles, durante todo este tiempo. Se me escapa incluso si esa quiniela de futuribles ha llegado a existir. Sí parece claro, en cualquier caso, que en un momento dado de los dos últimos meses se optó por confiar en Sergio Francisco si, llegado el caso, tocaba dar la alternativa a un nuevo técnico. Así ha terminado ocurriendo.

Olabe, Sergio Francisco y Bretos, este sábado en Zubieta antes del partido del Sanse. Pedro Martinez

Muy preparado

Yo aplaudo la elección. Quien asumiera el cargo tenía que comprar el proyecto. Y el proyecto ahora mismo es lo que es, una transición hacia tiempos mejores (esperemos) basada en el crecimiento de futbolistas jóvenes. No tenían cabida en el club los técnicos de caché elevado para quienes venir a la Real supusiera un paso atrás. ¿De qué grado iban a asumir convertir en titular a Jon Martín, hacer debutar a Gorrotxategi o dar cinco partidos seguidos al muy verde Óskarsson? Son cosas que va a tocar hacer más pronto que tarde, que pueden implicar pagar un peaje competitivo y con las que el preparador irundarra no dudará como sí habrían hecho otros. A partir de todo ello, confío en que acredite con el primer equipo las sobradas capacidades y aptitudes que ha mostrado en este mismo club durante los últimos once años. Hasta donde he visto jugar a sus equipos, es un muy buen entrenador.

Mi temor

Debemos ser pacientes, con Sergio Francisco y con la Real, pero considero importante arrancar bien el próximo curso porque, si no sucede así, la calma necesaria brillará por su ausencia. Esta puerta de acceso al banquillo resulta menos amable que la atravesada en su día por Imanol, quien fue puesto en el cargo en plena campaña, como revulsivo y valiéndose de un marcado efecto contraste respecto a la negativa etapa de Asier Garitano. El futuro técnico, mientras, asumirá el cargo como innegable apuesta de la entidad, en pleno verano y con todos los contadores a cero, situación que hace una década no dejó nunca de penalizar a un Jagoba Arrasate cruzado para buena parte del entorno. Que no se repita aquello, por favor.