No pudo ser. La Real Sociedad cayó eliminada de la Copa del Rey a manos del Real Madrid, en una semifinal sumamente apretada cuyo cómputo general habla de superioridad txuri-urdin en el juego. Sin embargo, la pegada blanca a la hora de castigar los errores de su rival pudo más en el Santiago Bernabéu, donde la escuadra de Imanol firmó una actuación sobresaliente, tanto con balón como sin él. En ataque, supo poner a Zubimendi a jugar de cara, el origen de casi todo. Y en defensa mantuvo durante una larguísima fase del encuentro una efectiva presión alta.

Con balón

A la hora de meter mano a los de Ancelotti, la Real tuvo la personalidad suficiente para no sucumbir a la presión rival, siendo siempre consciente de que, entre las líneas del 4-4-2 defensivo merengue, debía haber un hombre libre. Gran parte de las jugadas ofensivas txuri-urdin tuvieron su origen en acciones que ponían a Zubimendi a jugar de cara en la posición de pivote, con compañeros ejerciendo de pared para hacer llegar el balón al donostiarra. Una vez que este recibía, se abría el panorama con posibles aperturas a banda y con un pase que Martin encontró a menudo, el servicio a un Sucic estratégicamente ubicado entre Tchouaméni y Bellingham.

Imagen de pizarra de una acción que se repitió durante el partido. La Real (en este caso a través de Aguerd y Marín) pone a jugar de cara a Zubimendi, quien sirve a continuación a Sucic.

Esa situación de Zubimendi libre de marca tras Endrick y Vinicius estuvo siempre en la cabeza de los futbolistas txuri-urdin, lo que les llevó a arriesgar el balón en algunas ocasiones. Por ejemplo, Aritz Elustondo perdió un esférico peligroso, aún en la primera parte, por contemporizar en busca del pase interior, pero la idea realista le dio al equipo mucho más de lo que le pudo quitar.

La anterior imagen de pizarra, trasladada a una captura real, con Zubimendi recibiendo entre las líneas del 4-4-2 defensivo merengue.

Sin balón

La Real ejecutó, en líneas generales, una muy buena presión. Tapaba dentro en primera instancia, dibujando para defender un 4-4-2 con medular en rombo. Y luego, cuando el Real Madrid llevaba el balón a un costado, ahogaba a los blancos en esa banda apretando con los futbolistas más cercanos y basculando con los alejados. En este último sentido, resultó clave el papel de los extremos Kubo y Barrene, sobre todo del donostiarra, quienes debían emparejarse con uno de los dos pivotes blancos (Tchouaméni y Valverde).

El 4-4-2 defensivo de la Real para presionar, con Sucic en primera línea junto a Oyarzabal, un rombo medular tras ellos y Barrene basculando (emparejado con Valverde) al salir el Real Madrid a través de su banda izquierda.

La Real logró así que el bagaje ofensivo de los de Ancelotti resultara muy pobre, aunque también cabe destacar que encajó cuatro goles por desajustes concretos. Los de los dos primeros tantos locales se dieron al escorar el Real Madrid a su banda izquierda a centrocampistas como Bellingham (1-1) y Modric (2-3). Y los de la tercera y cuarta diana llegaron en acciones de estrategia, jugadas que a los txuri-urdin les está costando contener esta temporada.

La anterior acción de pizarra, trasladada a una captura de pantalla real, con Sucic en primera línea de presión y Barrene (vértice izquierdo del rombo) muy centrado para compensar.

El gran partido completado por la Real no resultó suficiente para obtener el pase a la final de Copa, pero sí supone un empujón anímico de cara a las últimas jornadas de Liga, con un billete europeo en juego. Sólo queda comprobar en el corto plazo cuál es el peaje físico del duro encuentro jugado en el Santiago Bernabéu, con Aguerd siendo sustituido durante la primera parte y varios compañeros concluyendo el choque muy castigados.