La verdad es que me acordé cuando volví a casa tras el empate en la ida ante el Manchester. Estaba con la mirada un poco perdida viendo la televisión cuando de repente me llamó la atención la locura en la grada del Benito Villamarín de los 1.700 aficionados del Vitoria de Guimaraes tras lograr el 2-2. Hace unos años, cuando la Real no solía frecuentar con regularidad Europa, paramos en Pancorbo para descansar de un viaje a Madrid y nos encontramos con un par de coches de los que bajaron lo que parecían ser ultras de algún equipo que no lográbamos identificar a primera vista. Después escuchamos que hablaban en portugués y, tras buscar en Internet, descubrimos que eran del Vitoria y que la víspera había jugado un partido de Europa League en Suiza del cual, por supuesto, no había tenido ni la más mínima idea hasta ese momento. Cómo ha cambiado la cosa, que ahora me conozco hasta el cuadro entero de eliminatorias. El Vitoria… Todavía recuerdo que se dijo que la Real había tenido suerte en la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA y perdió 3-0 en la ida en una noche para olvidar. Toshack no repitió el madrugón de Oviedo tras un partido lamentable de Copa en su primer año de milagro.
Una temporada antes, la del subcampeonato de 1988, la Real vivió una trayectoria peculiar en una Recopa en la que, con el equipo que tenía, desaprovechó una oportunidad histórica para escribir una página memorable en Europa. En el primer envite le tocó en suerte el Slask Wroclaw y la UEFA prohibió jugar en Atocha, que también tenía miga la cosa con los campos que había por el Viejo Continente todavía muchos años después. En el exilio de San Mamés, empataron 1-1, pero el partido fue un baño tremendo con cuatro o cinco postes y hasta el entrenador visitante declaró al final que la Real le había parecido “el mejor equipo de la Liga”. En una dura vuelta, los donostiarras se impusieron 0-2. En la siguiente estación cayó otro desconocido, el Dinamo de Minsk, que se adelantó pronto ya en nuestra casa de Duque de Mandas. Gajate igualó casi al final, pero en la vuelta los bielorrusos se encerraron en su campo y no hubo manera de mover el 0-0. Fue una pena muy grande, porque la final de ese año se la ganó el Malinas belga al Ajax, dos equipos de un nivel parejo al txuri-urdin.
Europa no perdona
Europa no perdona. Lo normal es que el Betis pase hoy en la preciosa Guimaraes (o no), pero si no tienes un buen día, se pueden desvanecer todas tus expectativas por muy altas que éstas sean. Es por este motivo que yo no entendía el, para mí, exagerado optimismo que se vendió antes del choque de ida ante el Manchester. Ni la Real es un equipo con excesivo espíritu copero, ni enfrente se iba a encontrar al Doncaster por mucho gigante venido a menos que se tratara y muchas bajas con las que se presentara a la cita. El mismo United que sin apenas rotar, no como la Real ante el Sevilla, pudo y debió ganar al Arsenal de Arteta, segundo de la Premier, en su templo de Old Trafford.
Después de varias semanas, tras las decepciones acumuladas en forma de dos victorias en los últimos diez partidos (ante el Espanyol y el Leganés), en mitad del salón de mi casa, que no suele ser precisamente la más ordenada del mundo (ni la segunda), siempre me fijaba que aguantaba una revista Panenka dedicada a Jurgen Klopp. Mira que por momentos me ha parecido ofensiva e injusta la acusación de que esta Real aburre, porque creo que el verdadero problema es que nos han malacostumbrado con un fútbol de altos quilates y por momentos champagne que desgraciadamente nos ha alejado de la realidad y de la auténtica perspectiva blanquiazul.
¿Qué pensaría el bueno de Jurgen viendo a esta Real? Pues me imagino que no diferiría en exceso de lo que le parecía el juego del excelso Barcelona cuando todavía era entrenador del Borussia Dortmund: “Si el Barcelona de los últimos cuatro años hubiera sido el primer equipo al que viera por primera vez jugar cuando tenía cuatro... Con esa tranquilidad, ganando por 5-0, 6-0... me hubiera dedicado a jugar al tenis. Lo siento, pero eso no es suficiente para mí. Mi estilo tiene que ser corriendo diez kilómetros más para marcar diferencias. Por ejemplo, a Wenger le gusta jugar al fútbol como una orquesta silenciosa, a mí me gusta más el heavy metal. No es mi deporte, no me gusta ganar con el 80% de la posesión. Me gusta el fútbol de lucha, no el de serenidad”.
A la Real le falta alegría
Insisto, yo no pienso decir que la Real me aburre, pero sí reconozco que a este equipo le falta marcha, rock and roll y alegría. Se ha convertido en un conjunto muy bien trabajado, pero demasiado táctico, siempre encorsetado en su modelo y sistema, y muchas veces le falta esa capacidad que tenía antes para transmitir, conectar y encender a la grada. Eso fue lo que yo creo que más nos disgustó del encuentro de ida, que la Real no se desmelenó en ningún momento y que no chutó a puerta hasta el minuto 64. En Europa se compite de otra manera. Iluso de mí, creía que habíamos olvidado ese penoso precedente ante el Leipzig cuando, con una plantilla mermada por las bajas, tras el 2-2 de la ida saltamos a la vuelta en nuestra guarida con una bandera blanca. Es como si el nuevo libro fuera demasiado cerebral y ordenado y casi no hubiera margen a la improvisación, a la magia, al talento puro… Tantas jugadas, incluso contras, que llegan hasta la línea de fondo en los pies de nuestros extremos con posibilidad de hacer daño y la pelota acaba en los pies de Remiro para atraer al rival. Normal que nuestros delanteros centro estén para ser tratados en un diván.
Klopp dominaba muy bien la escena en sus ruedas de prensa, siempre sonriendo: “Se debe a que, cuando nació mi hijo, me di cuenta de que el fútbol no es cuestión de vida o muerte. No estamos salvando vidas. El fútbol no debería propagar miseria y odio, sino inspiración y alegría”. Parece poco importante, pero no lo es, porque a Imanol le está consumiendo ser el único portavoz válido del club. Le están dejando solo en la deriva y así es imposible que no acabe sucumbiendo a la presión cuando las cosas se tuercen, como ha sucedido en demasiadas ocasiones esta temporada.
Para motivar a los suyos, el alemán solía decir: “Me inspiro mucho en las películas y, cuando necesito motivar a mis muchachos, siempre recurro a Rocky Balboa. En mi opinión, tendrían que poner Rocky 1, 2, 3 y 4 en las escuelas públicas de todo el mundo. Debería ser como aprender el abecedario. Si ves una de esas películas y no quieres escalar la cima de una montaña, entonces hay algo mal en ti”.
Me preocupa. Quiero confiar en que el mensaje de Imanol sigue calando en el vestuario. Que sus abrazos amenazan con fisurar varias costillas a sus pupilos. Que nuestro entrenador es nuestro auténtico Rocky que soporta todos los golpes porque “el fútbol es la única cosa más inspiradora que el cine. Te levantas en la mañana y la magia fue real. Realmente noqueaste a Drago, el ruso de Rocky 4. Realmente pasó”, explicaba el apasionado técnico teutón.
Hay que creer
Llegados a este punto, es cuestión de confianza. Yo elijo creer en nuestros gladiadores porque han demostrado que son capaces de hacerlo. Pero si hay que perder, vamos a hacerlo persiguiendo la gloria a nuestra manera. “Si fallamos, lo haremos de la forma más hermosa”, les comentó el alemán en el vestuario del Liverpool antes de remontar un 3-0 al Barcelona. Demostrando que esta Real es grande, que cuenta con muchos jugadores de primer nivel y que la idea de su entrenador ha quedado acreditada, que, aunque nos estudian y nos conocen, funciona. Klopp se despidió del Liverpool con un mensaje de agradecimiento: “No he sido yo quien os ha convertido en creyentes. Creer es un acto activo que tienes que hacerlo tú mismo. Yo dije que tenían que creer pero vosotros lo habéis hecho. No pierdan la fe”. Ganar en Old Trafford no es ninguna misión imposible para esta Real. Después de todo lo que nos han dado, si hay que elegir un camino me quedo con el de creer en ellos hasta el final. En su último partido en Anfield Road, había una pancarta en la que se leía: “Incrédulos. Creyentes. Vencedores”. Aceptamos a los primeros, me incluyo entre los segundos y todos queremos ser los terceros. Hoy puede ser una gran noche. ¡A por ellos!