[A por ellos] "Una noche para no olvidar", por Mikel Recalde
Reconozco que es algo que me tiene traumatizado. No puedo llegar a entender cómo es posible que el equipo campeón no jugase el mejor partido del año futbolístico que es la final de Copa. Solo los que han vivido un día así de mágico pueden contar de verdad lo que se siente. Y nuestra Generación de Oro jamás pudo disfrutar de lo que supone afrontar todo un partido decisivo de ese calibre con el aliento de su gente en la grada. Me parece tristísimo. Pero es que mi trauma se multiplica cuando empiezo a repasar sus eliminaciones. A cada cual más agónica. El año de la imbatibilidad le echa el Castilla en semifinales, el siguiente el Sevilla, en una eliminatoria que se disputó justo después del éxtasis en El Molinón, y el curso del segundo título, tras eliminar al Athletic en cuartos en una tanda de penaltis celebrada en Atocha, cae ante el Madrid, que le igualó el gol de ventaja en el minuto 89 por medio de Juanito. De todo esto me entero por mi director, que como oráculo txuri-urdin no vale demasiado al ser más pesimista que mi aita, pero que como historiador es un referente, entre otras cosas, porque lo ha vivido casi todo in situ. Como para no sentir envidia…
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Él también creía que la Real había jugado mejor de lo que escribí el miércoles y después de volver a ver el partido tranquilo en casa le doy la razón (no es peloteo, por ahora mi puesto no parece correr peligro). No es que fuera rácano con la nota a Imanol, es que simplemente, como los delanteros de la Real de cara a puerta, no estuve acertado (al igual que en el titular, que al final condiciona toda la lectura) y, en vista de la reacción de mucha gente de confianza, no tuve la suficiente habilidad para explicar mejor lo que pretendía decir, que solo era que la Real volvió a fallar una vez más ante el Madrid en lo más importante.
Qué se le va a hacer, no pretendo justificarme ni dar pena, pero les aseguro que no es fácil escribir a toda velocidad 50 crónicas al año ni gestionar las emociones del forofo que llevo dentro, que en noches así lucha con fuerza por imponer su criterio. Soy muy autocrítico, me flagelo con vehemencia y me atormento cuando salta a la vista que no he estado atinado en mi análisis. Como los futbolistas, tampoco necesito a ningún periodista que me lo diga, yo ya sé cuándo no he estado bien. Lo siento, todos no podemos ser tan fríos y reflexivos como al día siguiente mi apreciado Johan Cruyff de nuestra redacción (Marco Rodrigo), que siempre cuenta que le llegué a abrir el labio en la celebración del inolvidable gol de Ansotegi al Levante en Segunda. Aquello sí que eran emociones fuertes…
Altas expectativas
Pero bueno, en mi defensa también quiero manifestar que si me llevé un chasco fue porque mis expectativas eran muy altas. Creía y confiaba en que esta Real podía derrotar a ese Madrid en Anoeta y no logré controlar mis emociones. Como me decía un querido amigo, “yo me conformaba con que no nos pasaran por encima”. Hombre, pues claro, visto así, normal que le pareciera exagerado cualquier crónica negativa de lo que pudo haber sido pero, desgraciadamente, no fue.
En una entrevista de mi amigo Mitxel González, Zamora recordaba hace poco que apenas pudieron paladear la primera Liga después de su gol: “Tardamos cuatro días en regresar a Gipuzkoa. Nos fuimos a Madrid porque teníamos partido de Copa en Sevilla que, evidentemente, nos eliminó. Recuerdo que Pintinho me decía: ¿Y vosotros sois los campeones? No fue por la celebración, sino por la descompresión tras la adrenalina acumulada”. Insisto, cómo es posible que, con lo buenos que eran, dejaran pasar tantas oportunidades de seguir ganando. Sé que era otra época, pero es que me cuesta entenderlo. Y eso que no quiero darle vueltas al hecho de que, en la segunda Liga del Athletic, el sainete que montaron les dejó sin pasaporte europeo. Terrible…
Rotaciones
Eran otros tiempos, como me han reconocido varias de las leyendas. El fútbol no para y, sobre todo ahora, ya no espera a nadie. En muy poco tiempo hemos pasado del “¿por qué hacemos rotaciones si antes los campeones lo jugaban todo? Siempre jugaban los mismos, los mejores”. A, después de cinco años en los que el equipo ha llegado bajo mínimos al momento crucial de la temporada (y bien que se lo hemos recriminado), Imanol haya incluido por primera vez en su vocabulario el término “rotaciones”. Antes siempre defendía que iba a sacar a “los mejores para ganar ese encuentro” (a pesar de que a veces también hacía cambios, no tanto como ahora).
Uno de los implicados en las generaciones que no descansaban nunca, como Zamora, explicaba así la diferencia con su época a pesar de sus impresionantes registros: “Si hubiéramos dispuesto de plantillas más amplias para tener descanso y los cuidados de hoy en día, habrían sido mucho mejores. Entonces entre 12 o 13 lo jugábamos todo: pretemporada, Copa, Liga, Europa, selección”...
Admito que al igual que el excesivo pesimismo en torno a la Copa, también me pareció exagerada la corriente que opinaba que el Madrid era el mejor rival que nos podía tocar en suerte en semifinales por el hecho de que había disputado incluso más encuentros que la Real. El coloso blanco nunca descansa, es insaciable.Su única filosofía es ganar y en eso nadie le iguala en el mundo entero. Al algunos se les olvida de vez en cuando. Y que conste que no he tirado la toalla, todavía contamos con un 1% de posibilidades de pasar (miento como Guardiola, tenemos más opciones).
Calendario
Pero me centro en lo del calendario, con el que hay que tener cuidado por su poder, ya que Rodri sugirió un plante y al día siguiente se rompió el cruzado y luego su equipo se desmoronó como un castillo de naipes. Ancelotti, al que todavía algunos le niegan el valor que merece su nivel como estratega y como entrenador, lo definió a la perfección antes de venir a Anoeta: “Teniendo en cuenta el calendario absurdo que estamos viviendo todos los equipos, lo estamos haciendo muy bien. Es un calendario que no se puede sostener. Mañana jugamos el partido 17 en 52 días. En mi época se jugaban 30 partidos de Liga y es increíble lo que se juega ahora. Hasta me canso yo”.
Imanol suele repetirlo con asiduidad: “No hay por dónde cogerlo. Una vez de que está así, lo único que podemos hacer los jugadores y yo es prepararnos de la mejor manera. Ojalá que sea para 17 o 19 partidos, que es una auténtica locura, que es lo que podemos tener en caso de que pasemos en la Copa”. Ojalá, pero el tiempo pasa, y el miércoles todos los jugadores de campo estuvieron por debajo de su nivel. Eso no admite discusión.
El calendario no está hecho para una plantilla como la de la Real. Queremos jugar a ser grandes y codearnos con los abusones más poderosos, pero si lo hacemos tiene que ser con todas las consecuencias. No es cierto que la Real no tenía nada que perder ante el Madrid. A algunos igual les parecerá poco quedarse de nuevo en el umbral de toda una final de Copa a la que nunca llegaron los héroes de leyenda realistas. No somos tontos, ya nos hemos dado cuenta de que nos quieren dejar claro que no pintamos nada aquí tras haber sufrido un primer round en el que un colegiado cobarde y servil como hacía tiempo que no veíamos no nos dejó competir (ver el partido en frío te solivianta y enciende aún más, fue escandaloso). Ya hemos visto después el caso que han hecho a nuestras quejas. En épocas de horizontes de grandeza, en las que nosotros también soñamos con la gloria, nos aferramos más que nunca a la legendaria frase de Le Tissier: “Jugar en los mejores equipos es un reto, pero jugar contra los mejores y ganarles es un reto todavía mucho mayor. Yo me dedico a eso”.
Nosotros a lo nuestro. Somos un club tan respetable como cualquiera, que nadie nos utilice como arma arrojadiza. Nos gusta ganar por igual a todos los grandes que se nos cruzan por nuestro el camino, pero si hoy ante el Barcelona nos conviene jugar con los suplentes o con el filial, lo que opinen los demás está de más. Y ahora lo que aparece por el horizonte es otra eliminatoria de lo más apasionante y atractiva contra todo un Manchester United. Quizá sea el sendero más accesible para lograr un título esta campaña aunque no nos diéramos cuenta hasta ahora.
¿Podemos ilusionarnos o no? Yo voto por que sí, aunque luego se nos vaya la olla por la impotencia de que nos devuelvan a la cruda y dura realidad. Yo prefiero creer en nuestra Real a vivir de rodillas o sin esperanza. ¡A por ellos!