De un tiempo a esta parte Imanol ha modificado su mensaje en sala de prensa. Ya no suele perder el tiempo en respetuosas y competentes alabanzas al rival, con elogios específicos a la calidad de Antoñito y al despliegue físico de Miguelito que militan en el rival de Regional de turno. Ahora siempre pasa un poco por encima del adversario y prefiere centrarse en su equipo. Y hace bien, o es lo que creo que debe hacer, porque lo único que se encuentra al alcance de su mano es sacar lo mejor de cada uno de sus pupilos.

Hoy más que nunca, importa el nosotros y lo que queremos ser. Lo que podemos ser. Lo que intentamos ser. Lo que nos gusta ser. Lo que soñamos con ser. Que nadie lo olvide, somos la Real Sociedad, la más grande, la verdadera aldea de Asterix y Obelix en Euskadi, y sabemos que podemos ganar a cualquiera. A todos. Que siempre hemos vivido entre gigantes con capacidad de dominar el mundo y nunca jamás, al menos desde que uno tiene uso de razón, he acudido al campo en Donostia derrotado y pensando que no teníamos ni la más mínima opción. Soy absolutamente negacionista del pesimismo. Lo he contado muchas veces, aquí han caído colosos de todo tipo con plantillas de la Real que no daban ni dos pases en campo contrario. Como para no creer en el equipo de Imanol, que ya ha demostrado con creces que es capaz de competir cara a cara e incluso batir a todo el que se atreva a ponerse por delante.

Yo creo que hay pocas cosas más importantes que vivir con plena confianza en tus posibilidades y con una autoestima suficiente como para no sentirte menos que nadie. No sé nada de coaching, me declaro autodidacta en la materia tanto como en la paternidad, pero cuando le llevo a mi hija a la ikastola, los días que le veo baja o triste, al despedirme me gusta decirle al oído que para mí ella siempre será la mejor de todos. Imagino que a sus tres años habrá días que le entrará por un oído y le saldrá por el otro o que incluso pensará qué pesado o qué cosas más raras me dice el aita, pero para mí será suficiente con que una sola mañana le ayude a estar mejor y a creer más en sí misma. Les parecerá una tontería, pero no lo es. El fútbol es en muchas ocasiones como la vida misma. Lo más increíble de todo es que, pese a ser una niña aún, de vez en cuando me concede la licencia de contestarme con una media sonrisa picarona y edulcorante: “No, tú eres el mejor”. Y en ese momento, aunque sea solo un instante, es como si se me abriera el cielo y me sintiera imbatible. Hinchado como un globo. Soy plenamente consciente de que no soy el mejor (lo es ella, evidentemente), pero sé que puedo serlo aunque solo sea por un tiempo. Como la Real en 180 minutos. Lo que dura una eliminatoria. No pienso hablar de ellos. En una temporada no, pero en un cara a cara, por mucho que crezca la dificultad al ser a doble partido, la Real puede llegar a sentirse mejor. Vamos a intentar entre todos transmitirle esa fuerza, porque para nuestros jugadores, como para mi Lucía, no hay mayor motivador que su propia gente.

Mejor unidos

La unión hace la fuerza y cuando estamos todos juntos somos muchísimo más poderosos. Algo se está cocinando en torno al club después de meses convulsos para vivir una noche mágica. Lo hemos sentido otras veces. Son detalles, como la alegría del banquillo celebrando con la mayor de las sonrisas y un cariño casi familiar desbordante el gol de un compañero que lo ha pasado tan mal como Zakharyan (si llega a anotar el segundo, el árbitro acaba amonestando a los siete apercibidos). O como el baile de espaldas que Traoré obligó a completar para festejar otra diana a sus compañeros Zubeldia, Pacheco y Sucic, que no tienen mucha pinta de haber participado en el casting de Cantando bajo la lluvia. A algunos les parecerá una tontería, pero a nosotros no. Aquí anida el concepto de familia y de unidad. La famosa leyenda de “el pueblo unido jamás será vencido”.

Entrenamiento antes de la semifinal en la Real y el Madrid Arnaitz Rubio

Solo vale el presente

Hoy no importa nada lo que haya pasado. Ni de dónde venimos ni a dónde vamos. Si nuestro entrenador va a renovar de por vida o va a abandonar el barco en marcha en junio. Vamos a dejar de mirarnos unos a otros con recelo. No hay ni imanolistas, ni oyarzabalistas, ni orristas, ni remeros, ni agoreros… Tampoco debería afectar si el recibimiento está mejor o peor organizado, si los accesos y los autobuses son de república bananera o si has tenido que aparcar casi en Hernani… Lo siento y, aunque entienda la situación de todos, hoy no podemos fallar. Porque, a pesar de que muchos no lo crean, cuando se trata de enfrentarse a un horrible cíclope, todos tenemos nuestro propio papel asignado para intentar alcanzar una nueva gesta que se escribiría con letras de oro en el legendario libro de nuestra Historia.

Hoy tampoco influye si jugamos bien o mal, bonito o práctico, o si te aburres o no, porque no creo que nadie bostece y apenas se pestañee para no perderse un detalle de la cita de la temporada en casa (o quizá en Europa dentro de un mes haya una mejor, ¿quién sabe?). Lo único relevante es que el equipo sea competitivo. Que tenga las ideas claras, que no se pegue disparos en el pie y que acredite un instinto de supervivencia bajo el calor de su grada que le permita creer que por momentos puede volar. Para los que mitifican Atocha, decirles que su último partido de Copa fue el famoso 4-1 ante el Madrid con el que los realistas estuvieron a un paso de forzar la prórroga tras haber perdido 4-0 en la ida. De hecho, lo lograron, porque no existía el valor doble de los goles y Carlos Xavier anotó el quinto, pero se lo birlaron por una falta previa… ¡a Carlos Martínez! Es decir, no aplicó la ley de la ventaja. También me niego a hablar de árbitros hoy, solo me centro en el nosotros.

A lo que iba, aunque Toshack anunció cositas la víspera de la vuelta, “yo si fuese aficionado no me lo perdería”, la grada no estaba ni mucho menos llena. Eso sí, el campo acabó siendo una olla a presión que incluso festejó la citada quinta diana durante más de un minuto porque ahí no había Dios que escuchase nada. Y menos un maldito e inoportuno pitido de un colegiado que acabó erigiéndose en el verdugo definitivo. Y a los puristas del juego decirles que los que estuvieron en la goleada de la ida en el Bernabéu suelen decir que nunca jamás han visto jugar tan bien a la Real en ese escenario, de donde salió viva de milagro antes del descanso y acertó en todos los ataques que hilvanó en el 0-4 de 1988. Hoy estamos a otra cosa. Lo único que vale es sobrevivir, morder y ser certeros. Siendo conscientes de que aquí prende más la llama de la afición el equipo que viceversa.

"Anoeta se va a caer"

Está en nuestra obligación constatar y ser conscientes de que el equipo y el entrenador están un poco tristes por lo mucho que ha bajado el ambiente en Anoeta. No entro a valorar los motivos, solo hechos y certezas. A mí me dio pena Imanol el domingo cuando declaró que “nos hemos malacostumbrado y hay que reconocerlo. Parece que un partido contra el Leganés no tiene importancia. Los horarios no ayudan para nada porque no hay quien los entienda, pero el miércoles el ambiente no va a tener nada que ver. Anoeta se va a caer. Gracias a los que han venido”, manifestó resignado.

Entrenamiento antes de la semifinal en la Real y el Madrid Arnaitz Rubio

Es una lástima y tenemos que compensarlo de alguna manera. La única forma de sacarse la espina de la cruel derrota ante el Mallorca en las pasadas semifinales que sembró de tristeza y de lágrimas Anoeta es con una estaca de la misma madera gracias a una gesta por todo lo alto. Como el amor y el odio, la gloria y el fracaso en el fútbol muchas veces son caras de la misma moneda. Y aunque, insisto, no sea momento de reprocharnos nada, todo fluirá mucho mejor si las dos partes nos presentamos en el frente rabiosas y conscientes por tener nuestras propias deudas pendientes. Esto también forma parte del citado papel asignado a cada uno, con sus respectivas ganas de revancha y de venganza.

Somos la Real

Termino. Somos la Real. Poco más tenemos que añadir. No nos da miedo nadie. Ahí está nuestra portentosa leyenda del matagigantes. Nuestra historia nos precede. No se vuelvan locos, se trata de una misión muy posible. Lo hemos logrado más veces. La mejor charla estimulante que se me ocurre es una que escuché a unos niños, creo que en Venezuela, y que se resume en que, como la Real hoy, no tienen que hacer nada en especial, todo se encuentra en su mano esté quien esté enfrente: “Es un partido de semifinales. Hoy necesito toda la actitud del mundo en este encuentro. Estamos en casa y en nuestra casa se nos respeta porque aquí mandamos nosotros con nuestra identidad de juego. Los defensas no se complican con la pelota, los balones aéreos los luchamos con la cabeza, tratamos de salir por los costados y los delanteros finalizan las jugadas. El choque va a ser duro, sin mala intención. Si el compañero lo hace bien, le felicitamos. Si marcamos, lo festejamos todos; si fallamos, nadie critica a nadie; y si el resultado no se da, levantamos la cabeza. Yo confío en cada uno de vosotros. Van a llegar a la final”. Palabra de entrenador. Muchas veces el fútbol es mucho más básico de lo que parece. Poco más que añadir. Bueno sí, para nosotros y nuestros hijos son los mejores y nuestra Real siempre será la más grande. ¡A por ellos!