El 2024 txuri-urdin tiene las horas contadas y su balance final poco variará en función de lo que suceda esta tarde en Balaídos. Gane empate o pierda, la Real Sociedad cierra en el campo del Celta un año muy bueno en líneas generales, marcado por un nuevo billete europeo en lo positivo, por aquella maldita tanda de penaltis contra el Mallorca en lo negativo, y por el proceso de cambios (consumados y futuros) en el que se halla inmersa la entidad. Salieron Merino y Le Normand y ya sabemos que también lo hará Olabe. Han llegado al equipo nuevos futbolistas, jóvenes la gran mayoría. Y la mejor conclusión que podemos extraer tras todo lo relatado es que la escuadra txuri-urdin se planta en la antesala de las fiestas apuntando alto. No es poca cosa, en plena metamorfosis.
Ganando hoy el Balaídos, los de Imanol comerán los turrones en puestos continentales, con la clasificación en la Europa League ya garantizada y habiendo solventado los dos trámites coperos encarados hasta la fecha. Sería, sin lugar a dudas, una Navidad perfecta, que requiere sin embargo ofrecer una buena versión en tierras gallegas. Para lograrlo, el técnico oriotarra sólo ha perdido durante esta semana al sobrecargado Álvaro Odriozola, pero ha recuperado a su vez a Jon Pacheco, alta que puede tener su significado... Ante un Celta de peculiar estructura, similar por cierto a la del Niza (rival continental en septiembre), no resulta descartable una zaga de cinco en Vigo.
Hecha esta última puntualización, se antoja más probable el mantenimiento por parte de Alguacil de un 4-3-3 más que consolidado. Al fin y al cabo, aquel partido en Francia y los cambios que en él tuvieron lugar se dieron en otra fase de la campaña. Ahora la Real ya ha adquirido velocidad de crucero, hasta el punto de que el propio Imanol podría repetir alineación respecto al último encuentro frente a Las Palmas. Puntuaron los canarios en Anoeta (0-0), y el equipo guipuzcoano no estuvo brillante, pero la trayectoria reciente invita a la continuidad.

Además, actuar con Sergio Gómez como extremo significa una solución más para ajustarse al modo en que ataca a menudo el rival. Hablamos de un Celta que con delantero, mediapuntas y carrileros dibuja con frecuencia una primera línea de cinco futbolistas. Y, si bien igualarla puede pasar en clave txuri-urdin por la mencionada zaga de cinco, también existe la opción de hundir al propio Sergio en defensa para convertirlo en carrilero. El multiusos Zubimendi, central a tiempo parcial, supone igualmente un recurso.
El rival
Algo hemos adelantado ya sobre un rival tan irregular como peculiar y característico. El Celta, por dibujo y por comportamiento, se sale de la norma en Primera División. Equipo atrevido y de propuesta muy atractiva, vive inmerso en una inconstancia que apunta de forma directa a la dicotomía local-visitante: los de Giráldez son fuertes en su estadio, pero tiernos y bisoños a domicilio. El reto txuri-urdin reside en que el cojunto gallego ofrezca en Balaídos la versión que acostumbra a mostrar lejos de casa.