Nuestra Real Sociedad nos alegra los domingos cuando gana y convierte en malo cualquier fin de semana en el que pierde. Es un equipo de fútbol y, como tal, hace que le sigamos tomando sus resultados deportivos como hilo conductor. Sin embargo, la gestión de un club implica atender también a factores bastante alejados de cualquier victoria, empate o derrota puntual. En este sentido, la entidad txuri-urdin viene gestionando últimamente, con acierto y modernidad, circunstancias igualmente claves en su devenir institucional y competitivo. ¿Por ejemplo? La reforma de Anoeta. Las obras de Zubieta. La digitalización de toda la estructura. O, bajando ya al césped, aquel premeditado viraje de 2019 hacia un juego más vanguardista y acorde a lo que se cocía en Europa: presiones elevadas, ritmos altos y ataques lo más verticales posibles.  

Plantilla de 29

Del mismo modo en que alguien pensó en su día que tocaba acercar las gradas al campo, que a las instalaciones de entrenamiento se les podían dar varias vueltas o que la evolución del juego exigía matizar lo anterior, todo apunta a que ahora el paso adelante ha consistido en diseñar una plantilla más nutrida que en campañas anteriores. ¿Apunta a ello el futuro de este deporte? Sólo estamos a mediados de octubre e Imanol ya ha utilizado a 26 futbolistas diferentes, sin que hayamos vivido todavía (tocamos madera) ninguna plaga de lesiones como las de cursos anteriores. El calendario resulta cada vez más complicado, por la acumulación de partidos y porque las temporadas se solapan entre sí. Y tiene toda la pinta de que la corriente nos arrastra hacia un fútbol de equipos con cerca de 30 efectivos, para poder atender así con garantías a todos los frentes abiertos.

Signos en el parón

Sí, definitivamente algo está cambiando... Y el momento en el que los clubes se han percatado de ello ha sido este, el de un ejercicio 2024-25 precedido por Eurocopa, Copa América y Juegos Olímpicos, y seguido el próximo verano por un innovador Mundial de clubes. Si el parón de septiembre fue el de las amenazas de huelga por parte de los jugadores, en el del presente octubre todo el mundo se ha quitado la careta, principalmente en Europa, aprovechando la intrascendencia de la Nations League. El Real Madrid pide a Francia quedarse con Mbappé para que haga una mini pretemporada. El Barcelona reclama el regreso de Lamine Yamal. El Bayern de Múnich ruega a Inglaterra que Harry Kane no juegue contra Grecia. Y en Zubieta, mientras, no hay nada que negociar con seleccionadores y federaciones, porque las decisiones del entrenador y el fondo de armario existente ya cuidan por sí mismos del patrimonio deportivo propio. Estaría bien que el resto de clubes hicieran lo mismo. O no...

La tendencia

Este nuevo y sobrecargado fútbol no ha pillado por sorpresa a la Real, quizás sí a los transatlánticos del continente. Estos racanean ahora convocatorias de sus internacionales y se plantean incluso conceder a sus jugadores períodos de mini vacaciones en pleno curso, tal y como asegurara este verano Carlo Ancelotti. Sin embargo, con el dinero de la nueva Champions y del citado Mundial de clubes, se animarán más pronto que tarde a diseñar plantillas muy numerosas, lo que podría significar un rejón casi definitivo para equipos como el nuestro: las diferencias entre los grandes y el resto, enormes ya, se verían multiplicadas sin remedio. 

Europa

Digámoslo todo. Si nosotros miramos desde la preocupación a este probable fenómeno, calibrando en qué se convertirán Barcelona o Real Madrid, lo mismo pensarán sobre la Real clubes ubicados en lo económico uno o dos escalones por debajo como, por ejemplo, Osasuna o Mallorca. Esta plantilla txuri-urdin ha sido configurada, eso sí, desde unos ingresos continentales que conviene mantener. Porque Jokin Aperribay ya ejerció de visionario respecto a asuntos mencionados en este mismo artículo. Pero el que seguramente se lleve la palma es el de la necesidad de “entrar en Europa de forma recurrente”. 

ZUBIMENDI, BIEN UBICADO EN EL ESCAPARATE

Hace ya cosa de dos o tres años, un servidor se dio cuenta de que Martin Zubimendi iba a convertirse, si no lo era ya, en un futbolista de élite mundial. Desde esta circunstancia, eso sí, venimos sufriendo últimamente la mala suerte de ver cómo los acontecimientos sitúan al pivote txuri-urdin en un lugar preferencial del escaparate. Su papel en la segunda parte de la Eurocopa, su negativa a fichar por el Liverpool, la segunda lesión de Rodri que le convierte en titularísimo con España y el importante gol del sábado han provocado que, a ojos de muchos, los 60 millones de cláusula se antojen cortos. No lo digamos muy alto, figurando en el contexto, además, un Real Madrid cuyo entorno empieza a criticar con vehemencia a Tchouaméni y reclama un centrocampista que palie con el balón en los pies la pérdida de Toni Kroos.

Zubimendi celebra el gol que marcó ante Dinamarca.

GIRONA Y REAL, DOS HISTORIAS DIFERENTES

Cuando la Real se clasificó para la Champions League, en mayo de 2023, vio salir durante el posterior verano a tres integrantes del once titular. Sin embargo, dos se ellos se marcharon por decisión del propio club, Andoni Gorosabel y Diego Rico, mientras dio la sensación de que la pérdida del tercero, Alexander Sorloth, no perturbó en exceso a la dirección deportiva. El sábado en Montilivi estará enfrente un Girona que ha tomado el relevo txuri-urdin en la máxima competición internacional, después de ver cómo hasta cinco habituales en los onces de Míchel recalaban en otros clubes durante el último mercado veraniego. Ya no están en el club catalán Yan Couto (Borussi Dortmund), Éric García (Barcelona), Aleix García (Leverkusen), Savinho (Manchester City) y Artem Dovbyk (Roma). Casi nada.

Aramburu y Savinho, durante el Girona-Real de la pasada temporada.