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[A por ellos] "No es lo mismo", por Mikel Recalde

No se puede utilizar a la juventud de su estrategia como excusa para justificar el mal comienzo

[A por ellos] "No es lo mismo", por Mikel RecaldeCATI CLADERA

No, no es lo mismo. No es lo mismo ser un centrocampista que un mediapunta. En realidad creo que lo hago para no olvidar, pero me gusta recordar que un buen colega y además periodista me definió con sorna un día como un “diez de toda la vida”. Y tenía parte de razón, porque contaba con alguna (singular) de las cosas buenas de esa figura futbolística emblemática, pero también todas las malas. Era un vago y un blando, no metía la pierna, no tenía ni la más mínima noción de lo que era eso de ganar un duelo y, por supuesto, no marcaba goles ni a portería vacía. Vamos, lo que vulgarmente se denomina como una joyita.

Me acuerdo que yo era de los que me dejaba arrastrar por mis amigos porque en realidad salir no me gustaba demasiado, pero un fin de semana se nos hizo larga la noche y fuimos de empalmada a disputar nuestros respectivos partidos. Mi amigo Pichi, al que dejé en el César Benito porque jugaba en el Lengokoak, y yo, que estaba convocado en Mundaiz con el Aldapeta. Creo recordar que jugábamos contra los últimos del grupo, era un partido sencillo por lo que no llegué demasiado apurado. Nada más entrar en el vestuario Gorka Etxeberria, el entrenador que nos puso a jugar “como el Barça”, 3-4-3, hizo un aparte conmigo y me dijo: “Ya sé que te gusta jugar más adelante, pero yo desde hoy quiero que seas mi Guardiola. Mi mediocentro”. Todavía me sonrojo y me muero de risa solo al recordarlo. Me rompí antes de acabar la primera parte. Una de las primeras del mar de cicatrices musculares que recorren mis piernas. ¿Pero qué era eso? No paraba de correr para adelante y para atrás, tenía que atar en corto al mejor jugador del rival, hacer coberturas… ¡Qué estrés! Me temo que a Pichi (que era mucho más golfo) le debieron calar y fue suplente. En resumen, una mañana redonda… No lo hagan en casa, chicos, hay que descansar antes de hacer deporte. Siempre.

No es igual que no se vaya Merino

Y no, no es igual. Ya lo decía Martes y 13 en su célebre sketch del detergente Gabriel en el que le ofrecían a una señora en el supermercado dos botes de ese mismo producto por el mismo precio del que ya iba a pagar y se negaba en rotundo. No es igual que no se vaya Merino, el llamado hombre que lo equilibraba todo, y que la Real se obceque en acumular mediapuntas. Y es curioso, porque la tendencia en el fútbol actual es la de desterrar ese prototipo alrededor del que antes los entrenadores construían sus equipos. Más aún cuando la Real juega sin un 10 de toda la vida, en un 4-3-3, como lo era Silva al que Imanol sí le diseñó una orquesta para que pudiera sonar mejor que nunca bajo su batuta, un 4-4-2, tras la lesión de Oyarzabal.

Me hizo gracia Carmelo Amas cuando dijo que lo que más les sorprendió del estreno europeo del Banik Ostrava hace 50 años es que sacaban los córners a pierna cambiada. Qué pensara del fútbol actual en el que hasta los extremos actúan en su banda natural y es mucho más habitual que tracen una diagonal en lugar de alcanzar la línea de fondo y centrar (bueno, igual en Anoeta se entiende un poco más por el hecho de jugar tanto tiempo sin un 9 específico de plenas garantías).

Uno entiende que para la Real no es fácil fichar. Que su economía no puede aspirar a traer a futbolistas del valor de los que se han ido, pero analizando puesto por puesto su plantilla salta a la vista que el único gran cambio a peor es el del 8. No todos los jugadores sirven para jugar en todas las demarcaciones del centro del campo. Está bien que se busquen futbolistas polivalentes, pero esta vez quizá había algunas necesidades prioritarias por cubrir.

No seré yo quien ponga en tela de juicio la filosofía de la dirección deportiva. Lo que no se puede hacer es utilizar a la juventud de su estrategia como excusa para justificar el mal comienzo y los pobres resultados. Que yo sepa no preguntaron a la masa social si querían un cambio de ciclo que no diese su mejor resultado hasta dentro de un par de años, como se encargan ellos de repetir. Entre otras cosas esa teoría no es válida, porque nadie nos garantiza que en verano no se vayan a ir otro par de pesos pesados viendo los acontecimientos de los inquietantes meses pasados. Si me permiten opinar, yo creo que la Real necesitaba un centrocampista más físico y contundente y en la punta de ataque una opción menos arriesgada. Más certezas en lugar de apuestas. Y lo digo sin que me condicione el precipitado mal disparo de Óskarsson en Mallorca (el movimiento lo hizo perfecto) y dejando muy claro que tiene buena pinta y que las referencias que me han dado sobre él han sido buenas. Eso sí, no ha habido una persona con un cargo en el mundo del fútbol que me haya negado que a la Real le aguarda un año complicado y que su delantero promete mucho, pero su rendimiento es una incógnita para, al menos, esta campaña.

No vamos a ganar nada comparando

Yo lo tengo claro. Es hora de borrar de nuestra mente a Robin, de eso ya se encarga Aguerd, y sobre todo, a Merino. No vamos a ganar nada comparando, por lo que quizá sea el momento de crear una nueva Real con un juego distinto. Después de escuchar atentamente las teorías más extremistas, radicales y catastrofistas, puedo destacar que no me ha convencido ninguna. La Real vuelve a contar con un gran equipo, reforzado por cinco buenos fichajes (la zurda de Sucic es canela en rama y Sergio Gómez es un valor tan seguro que puede jugar de lo que quiera). Les falta adaptación y todos sabemos que el fútbol no te concede tiempo, pero lo que más falla hasta la fecha son Imanol y sus héroes de los últimos años. Y si no creemos en ellos, si no les damos el voto de confianza que se han ganado, apaga y vámonos. El séptimo está a cuatro puntos y quedan 96 por disputar. ¡Menudo drama! Presionados, sí, porque hoy puede subir aún más la marea, y sin descanso, pero siempre con tranquilidad y buenos alimentos. ¡A por ellos!