La Real Sociedad empató este sábado contra el Girona, un rival al que los análisis habían subestimado tras sus últimos enfrentamientos con los txuri-urdin. El 3-5 de la pasada temporada se celebró con el asterisco de los goles recibidos: “Si nos mete tres un recién ascendido...”. Después, el pasado mayo, los catalanes empataron en Anoeta (2-2) erigiéndose posiblemente en el mejor visitante de todo el curso en el estadio donostiarra. Aun así, pesaron más aquí los dos puntos que volaron en la lucha por la Champions. Y se habló igualmente de fiasco inicial cuando, allá por agosto, la primera jornada de la presente Liga deparó un 1-1 tan frustrante en cuanto a resultado como bueno en cuanto a fútbol desplegado. Fue entonces cuando tuve que advertir en un grupo de amigos que nos habíamos medido a un auténtico equipazo, momento en el que todos ellos empezaron a hablar, en tono socarrón, de “la butifarra mecánica”. Llevo toda la campaña sacando pecho.

1- ¿QUIÉN COGE A MIGUEL? No por previsto y trabajado resulta fácil reaccionar y ajustarse ante el movimiento habitual de Miguel, teórico lateral izquierdo del Girona con gran tendencia a centrar su posición para convertirse en un cuarto centrocampista (imagen). Con la Real presionando arriba en tres contra tres, y emparejada también al hombre con los tres medios natos locales, alguien de la zaga txuri-urdin debía saltar...

Toca seguir haciéndolo, porque, resultados al margen, ningún equipo ha logrado desnaturalizar al Girona como la Real en los 180 minutos de duelo en el actual campeonato. Incluso el Real Madrid, que ganó 0-3 en Montilivi, tuvo allí un arranque pleno de sufrimiento que los txuri-urdin no han vivido contra la revelación de la Liga, mérito indiscutible del equipo de Imanol. Quizás solo el Athletic, en su visita al estadio catalán (1-1), pudo lograr algo parecido a lo conseguido por la propia Real: que los de Míchel no parecieran ellos mismos. La resaca del 0-0 blanquiazul deja muchos frentes abiertos: el de las lesiones, el de la oportunidad perdida para ganar, el de la antesala de unas semifinales de Copa... Sin embargo, debe poder con todo ello el orgullo de haber disfrutado con la enésima demostración de competitividad de un equipo que, más allá de lucir caparazón, tuvo también muy buenos momentos con el esférico y que además fue sólido desde el atrevimiento. Sinceramente, visto cómo llegaba la plantilla al choque, me esperaba un registro más precavido del que luego no tuvimos noticias. Se jugó a pecho descubierto. Y salió bien.

2- SE ENCARGA EL LATERAL. Aunque en determinados lances fue Zubeldia quien adelantó su posición para marcar a Miguel e igualar en cuatro contra cuatro la batalla medular, por regla general dicha tarea correspondió al lateral derecho (Odriozola de inicio o Jon Mikel Aramburu). El sistema txuri-urdin de emparejamientos exigió al propio Zubeldia una labor muy exigente, salir a banda a por Savinho, y el azkoitiarra cumplió una vez más a la perfección.

Varios futbolistas rindieron a un gran nivel. Ilusionaron esos pequeños brotes verdes que dejó entrever André Silva. Gustó un Galán resistente en lo físico, solvente atrás y presente en ataque. Siguió sorprendiendo, aunque ya no es nuevo, el aplomo de un Jon Mikel Aramburu con muchas tablas pese a su inexperiencia. Pacheco ha adquirido un tono notable a base de minutos. Y de Zubimendi qué vamos a decir ya... Tampoco seremos originales con Igor Zubeldia. Pero lo suyo en Girona merece mención aparte: le tocó bailar con la más fea, por lo que escarbaba el rival en su zona, y una vez más demostró que ahí hay defensa de primer nivel mundial. 

3- 'EXTREMOS' POR DENTRO. La Real mejoró con balón desde el arranque de la segunda mitad, pero lo hizo en mayor medida aún con el doble cambio de Merino-Barrene. Dentro de una estructura convertida en 3-4-3 al retrasarse Zubimendi en salida, y ante un Girona que defendía con una especie de rombo medular, Oyarzabal y el propio Barrene ejercieron de extremos muy centrados e hicieron daño recibiendo a los costados de Yangel Herrera.