Después de proclamarse campeón del mundo, Movistar hizo un reportaje extraordinario con los vencedores. Preguntado Reina por la dureza de los holandeses en la final, dejó una frase para el recuerdo: “Era una consigna planificada desde el vestuario”. Holanda se pegó un disparo en un pie al ir contra natura. Su selección siempre tenía ese aire hippie y parecía que anteponía el cómo al resultado. Hasta esa noche en Johannesburgo. Algo parecido le ha sucedido al Cádiz. Los gaditanos, que mantienen como ídolo y auténtico referente a Mágico González y que se jactan de ser un equipo alegre y divertido, han convertido el terreno de juego en un auténtico campo de batalla que ha acabado sacando del partido a una Real arrugada y sin personalidad para sobrevivir a un auténtico apaleamiento con la complicidad de un árbitro infame. Un inútil incapaz de gobernar y de controlar la excesiva dureza con la que se ha empleado un cuadro local que, en un escenario que le interesaba, ha estado mucho más cerca de llevarse los tres puntos que los vascos. Es más, ha vuelto a ganar de no ser por un Remiro imperial que firmó tres paradas antológicas a lo Arconada

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[Cádiz - Real Sociedad] Las notas de Mikel Recalde Mikel Recalde

No es cuestión de buscar excusas, siendo sobre el papel inferior, el Cádiz ha estado siempre mucho más cerca de ganar que una Real a la que le ha costado horrores crear peligro en un verdadero campo de minas. Lo sucedido se resume en que un jugador como Alejo, en teoría ofensivo y talentoso, ha repartido toda la cera que pudo y más. Sin entrar a valorar que Alcaraz ha agredido hasta en dos ocasiones a Kubo. Desgraciadamente, la Real sólo ha conseguido producir una oportunidad de máxima nitidez en una volea de Zubimendi que ha escupido el larguero.

Imanol ha introducido tres cambios respecto al equipo que no pasó del empate frente al Betis. Odriozola, el más inesperado, ha entrado en el lateral derecho, Brais, el milagrosamente recuperado, ha ocupado su plaza en el centro del campo y Sadiq ha sentado en esta ocasión a André Silva. 

El técnico ha anunciado en la previa un encuentro muy complicado y ha recordado que, a pesar de los últimos buenos resultados en el viejo Carranza, siempre les había costado mucho imponerse y lo habían acabado haciendo por pequeños detalles. Bueno, era más bien una cuestión de calidad

Lo que seguro que no esperaba era una presión tan agresiva y adelantada de los cadistas, que ha recordado a la que han hecho en esta Champions los realistas. La Real ha estado muy incómoda toda la primera parte. Demasiado. Lo ha pasado realmente mal, sobre todo la primera media hora. Nada más empezar, Le Normand ha despejado de cabeza y la pelota ha rozado su brazo, lo que ha puesto el corazón en un puño a todos los realistas. El colegiado Iglesias Villanueva, que ha protagonizado una actuación lamentable antes del descanso desquiciando a todo el mundo, al menos no ha picado en esta ocasión. La Real ha tratado de dominar y el Cádiz hacía mucho daño en sus recuperaciones. Una receta que conocemos muy bien este año por aquí. Pires no ha acertado en un despeje que se ha encontrado en posición franca y Robert Navarro no ha podido aplicar la ley de los ex al recibir un pase en el área y no encontrar portería. 

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Brais ha sido el primer visitante en probar fortuna tras una jugada de Odriozola y Kubo después, pero su chut se ha marchado a córner. Superado el cuarto de hora, un despeje fallido de Zubeldia ha provocado una espléndida parada de Remiro y cuatro minutos después una mala salida de balón entre Merino y Zubimendi ha dejado solo a Chris Ramos, que también se ha topado con el de Cascante. En el otro área, muchos intentos y pocos remates ante un anfitrión que parecía que se jugaba la vida en la última jornada al mostrar un nivel de violencia fuera de lo normal. Y lo que es peor, con la connivencia arbitral. Incluso Kubo ha recibido una agresión inaceptable de Alcaraz que ha podido ser hasta roja y que no ja sido ni amarilla. Es lo que hay. Son muy malos. Si todo se quedara ahí...

En la reanudación la Real ha apretado el acelerador y en sólo tres minutos ha dispuesto de dos opciones mucho más claras que todo lo que ha generado en la primera parte. Sadiq, tras un buen control, ha rematado fuera con su pierna zocata en posición inmejorable y Brais, a pese de Merino, ha optado por buscar el centro en lugar de rematar a puerta con su pierna izquierda. A partir de ahí el duelo ha entrado de nuevo en una guerra de trincheras permitida por un colegiado de chirigota hasta que, en el minuto 58, Oyarzabal ha proyectado a Kubo y el centro de este lo ha rematado al larguero Zubimendi con una volea con el interior. Lamentablemente, ha sido la última gran oportunidad de la Real, a la que ha acabado sacando del encuentro de forma definitiva las continuas faltas del Cádiz y la desesperación de todos, Imanol incluso, con el trencilla.

Poco después Maxi no ha encontrado portería con una rosca en una posición favorable y, a falta de trece minutos, Chris Ramos ha cazado un centro de Pires que ha vuelto a obligar a Remiro a realizar una estirada extraordinaria

Desde ese momento, continuas faltas, paradas, discusiones, permisividad, complicidad para el que no quería jugar y unas tablas aceptadas por ambos contendientes. Uno porque no le daba para más, como el local, y el otro, porque ha sido incapaz de ofrecer su mejor versión y de imponer su indiscutible superioridad. Otro tropiezo más. El tercero de un mes en el que se han perdido seis puntos que no se deberían haber perdonado. Tiene razón Imanol con reivindicar que en la Liga están bien y que la puntuación puede ser la segunda mejor si se gana al Alavés desde que es entrenador del primer equipo, obvio, pero también debe comprender que, como le gusta repetir, cuenta con una plantilla de primer nivel que no tiene que perdonar tantos puntos como lo está haciendo. El nivel ha subido. Puntuar fuera dependiendo de dónde ya no es un buen resultado como antes... En Cádiz desde luego que no. Mal.