¿Cómo recuerda su aterrizaje en Salzburgo en enero de 2012?
Pues lo recuerdo difícil. Los cambios de país, de idioma y de estilo de juego fueron bastante drásticos. Fiché procedente del Barça B, cuya forma de jugar y de entrenar resultaba muy distinta, así que en el Red Bull Salzburgo me tuve que adaptar de inicio a un fútbol más directo, más tradicional, más físico... Nada más llegar empecé a jugar como titular, pero no rendía al nivel esperado y me terminé cayendo de las alineaciones. A partir de la siguiente temporada, ya con Roger Schmidt en el banquillo (el actual entrenador del Benfica), las cosas empezaron a funcionar mejor.
Schmidt desembarcó en el Red Bull acompañado por un nuevo director deportivo, el ahora seleccionador austríaco Ralf Rangnick. Fue el comienzo de una revolución...
Sí, de una revolución futbolística. Rangnick ya había trabajado en el proyecto de Red Bull en Leipzig, aún en fase embrionaria, y su llegada a Salzburgo, junto a la de Schmidt, significó el inicio de una nueva era. Entre ambos implantaron en el club ese fútbol tan agresivo y tan ofensivo que continúa viéndose en el equipo actual, más de diez años después.
¿Puede decirse que aquel punto de inflexión otorgó al club un rumbo que se mantiene hoy día?
Totalmente. Repito que fue algo revolucionario. Veníamos todos de un fútbol diferente, más pausado, más táctico. Pero Rangnick y Schmidt implantaron enseguida una filosofía de juego muy agresiva en la presión alta y muy exigente en cuanto a despliegue físico. No parábamos de correr, y cuando robábamos el balón debíamos buscar muy rápido la portería contraria.
Me ha descrito al Salzburgo de hace una década, pero el análisis sirve también para el equipo actual.
Claro. La idea se mantiene, porque ha funcionado. El Salzburgo sigue yendo al ataque, sigue siendo agresivo, y ahí están los resultados que obtiene así, independientemente de los jugadores de los que disponga. Ficha perfiles muy concretos. Los termina de adaptar a su propuesta. Y el equipo siempre rinde.
¿Fueron Rangnick y Schmidt unos adelantados a su tiempo en aquel verano de 2012? Hoy día, muchos equipos en el mundo plantean un fútbol relativamente similar.
Es lo que dices. Ese juego tan eléctrico, tan presionante y tan vertical cada vez se estila más. Pero recuerdo que en nuestra época fuimos algo así como pioneros. Jugábamos contra equipos importantes y les sorprendíamos, porque salíamos al campo sin miedo e íbamos a por ellos. Nadie se esperaba algo así, digamos que tan radical. También es cierto que esos rivales de calidad nos superaban a veces las primeras líneas de presión y nos hacían sufrir. Pero, como te decía ahora, sorprendíamos a la gente con esa nueva filosofía de juego.
El 4-4-2 con rombo en la medular parece ahora poco menos que inamovible en el club. ¿También lo empleaban entonces?
Bueno, ya sabes cómo funciona lo de los dibujos... Se adaptan a los futbolistas que hay en una plantilla. En nuestro caso, sí que jugábamos así, porque por los costados iban Sadio Mané y Kevin Kampl, y arriba estábamos el brasileño Alan Carvalho y yo. A partir de ahí, no parábamos de movernos. La estructura era súper dinámica, como sigue sucediendo.
Una cosa sí que ha cambiado respecto a su época. Ustedes todavía eran el ‘hermano mayor’ del proyecto Red Bull...
Eso es. Creo recordar que, cuando llegué a Austria, el Leipzig militaba aún en la tercera división germana. Nosotros, mientras, dominábamos nuestra liga y empezábamos a dejarnos ver en Europa. El propio Leipzig, sin embargo, fue dando pasos de gigante y su ascenso a la Bundesliga (2016) significó para el Salzburgo un cambio de rumbo en cuanto a la composición del plantel. A partir de entonces, los jugadores importantes del proyecto fueron pasando de nuestro equipo al de Alemania.
¿Y cómo reaccionó la afición ante esta nueva circunstancia?
Pues a los hinchas les resultó duro y chocante. ¿Cómo iban a coger cariño a cualquier jugador que destacara? ¡Si sabían que terminaría marchándose al Leipzig! Parece evidente: pocos futbolistas van a tener futuro a medio-largo plazo en ese club, porque quien rinde tiene una salida inmediata, al mismo Leipzig o a otros grandes clubes. El Salzburgo sigue compitiendo bien y sigue trabajando aún mejor, pero se ha convertido también en una especie de noria, con cambios constantes en su plantilla.
Sigo preguntándole por los seguidores del Red Bull Salzburgo... ¿Cómo anda el club de masa social?
Cuando llegué allí lo viví como algo difícil de asimilar. Éramos el equipo grande de Austria, por decirlo así. Ganábamos ligas. Y sin embargo éramos también el equipo más odiado del país. Allí consideraban que nuestro club resultaba artificial, adquirido por una multinacional y asentado sobre las bases, además, de una entidad histórica como el Austria Salzburgo. Red Bull había adquirido aquel equipo y le había cambiado todo: la camiseta, el escudo, los colores... El movimiento no había gustado nada, pero te diría que aquel rechazo ha ido yendo a menos, lo cual no quita para que siga habiendo aficiones que no aceptan una institución con esa filosofía empresarial.
Eso en el país. ¿Y en Salzburgo?
A ver, el Red Bull no tiene una gran masa social, pero quizás las cosas hayan cambiado dentro de 15 o 20 años, cuando el equipo haya calado ya en las generaciones jóvenes. Recuerdo que en mi época me tocó ir con compañeros, más de una vez y más de dos, a colegios de la zona para inculcar a los chavales cómo se trabajaba en nuestro equipo y en nuestro proyecto. En cualquier caso, era y es difícil generar ese arraigo, en parte también porque Austria en general resulta un país con una cultura deportiva distinta a la de España. Allí las disciplinas de invierno tienen mucho peso, un peso comparable al del propio fútbol.
¿Habrá mucho público en el estadio contra la Real?
No sé cómo están exactamente las cosas en cuanto a ambiente ahora, pero en mi época el campo andaba cerca de llenarse en los partidos europeos contra grandes clubes. En la liga, obviamente, costaba mucho más.
Existe otro club en la ciudad...
Sí, el SV Austria Salzburg mueve a muchísima gente. Recuerdo ir a ver a nuestro estadio un partido entre el filial del Red Bull, el Liefering, y el propio SV. Era un encuentro de tercera división, pero el ambiente superaba al de la mayoría de duelos de la máxima categoría. Cuando en 2005 la multinacional compró su club, la afición del Austria rechazó el cambio, refundó el equipo y siguió acompañándole en divisiones bajas. Claro, nosotros no estábamos bien vistos por esa gente...
El pasado martes se jugó un morboso SV Austria Salzburgo-Red Bull Salzburgo en los dieciseisavos de copa. ¿Estaba al tanto?
Sí, sí. El Austria sigue en tercera división, y el Red Bull ganó 0-4. Yo no llegué a jugar nunca un partido así. En la copa no nos tocaba y era impensable organizar un amistoso entre estos dos equipos. Puede resultar muy peligroso.
La Real viaja este lunes hacia allí. ¿Qué rival se encontrará?
La actual filosofía de captación del Red Bull Salzburgo resulta muy clara. Ficha jugadores muy jóvenes por un precio muy bajo, los mantiene durante un tiempo hasta que ser revalorizan y ahí no tiene ningún reparo a la hora de venderlos, porque sabe que no puede competir con los clubes de las ligas importantes. La primera opción siempre será el Leipzig pero, obviamente, ahí no caben todos.
¿Se queda con algún nombre de la actual plantilla?
Pues con Gourna-Douath, con Simic el hijo del exfutbolista del Milan, con Gloukh... Te diría que con todos. Son jugadores jóvenes, no tienen miedo a nada y quieren darse a conocer en Europa. Esto les convierte en un equipo muy peligroso, igual que su condición de desconocidos. Tú miras su alineación, miras las fechas de nacimiento de los chavales, miras sus nacionalidades, y te puedes llegar a confundir. Ves que muchos rondan los 20 años, que juegan en selecciones modestas, y sin querer les pierdes el respeto. En 90 minutos acabarán cayendo, piensas. Pero luego ves que están preparados para competir, muy hechos.
¿Puede suponer la victoria 0-2 contra el Benfica un toque de atención para la Real?
Puede, sí. Es cierto que el partido de Lisboa se vio condicionado por una expulsión tempranera del rival, pero aquel encuentro vino a escenificar todo lo que te explicaba ahora. El Red Bull Salzburgo es una especie de desconocido... Pero algo tiene que tener para estar ahí, ¿no?
¿La supremacía del equipo en la liga le permite administrarse mejor para los martes y los miércoles europeos?
Ayuda, sin duda que ayuda. Le permite al entrenador ir haciendo cambios los fines de semana para afrontar mejor los partidos de la Champions.
¿De la Real qué me dice?
Viene de ganar tres partidos seguidos en la Liga y se ha metido ahí arriba en la clasificación. Es muy pronto aún, pero verte bien en la tabla siempre resulta positivo para encarar los siguientes compromisos.
Y el siguiente se juega precisamente en Salzburgo...
Pues eso. La Real tendrá enfrente a un equipo de presión alta que le va a estar corriendo sin parar durante los 90 minutos. El Red Bull Salzburgo no va a tener ningún miedo. Para ellos es un premio disputar esta clase de partidos, y juegan con el desparpajo propio de la chavalería. Los de Imanol no van a poder despistarse lo más mínimo.