A esa hora había aficionados apurando aún su primera cerveza en cualquier bar de Amara. Otros, los más perezosos, ni siquiera habían salido de casa. Y los socios de la provincia se encontraban todavía a medio trayecto, en el autobús de camino a Donostia. Eran las 12.45 del sábado y, pese a que las puertas del estadio permanecían cerradas, el Real Sociedad-Granada ya había empezado a jugarse. ¿Dónde? En los vestuarios de Anoeta y en las pizarras de los entrenadores, sobre todo en la de Imanol Alguacil, quien intuiría, vista la alineación rival, que Paco López renunciaba al 4-4-2 y le plantaba una defensa de cinco. O de tres. El sistema visitante no apuntaba a implicar cambios en cuanto a actitud, hablando como hablamos de una escuadra andaluza siempre valiente en la presión, pero sí daba pie a determinados ajustes y a una charla de última hora para recordar dónde podía estar el hombre libre. Rascar dentro era susceptible de suponer premio. Era día para arriesgar. Y para ser muy precisos en lo técnico, claro. 

Estuvo brillante Kubo en los metros finales, acaparando estadísticas y titulares. En los fogones de la victoria, sin embargo, ejercieron de efectivos cocineros Remiro, Zubeldia, Zubimendi, Brais, Merino e incluso un Oyarzabal cuyas bajadas a la medular desde la posición de 9 supusieron oro puro. Mención especial para el portero, posiblemente el guardameta más moderno de la Liga junto a Ter Stegen. A estas alturas de la película, todo el mundo se ha concienciado de que, en su puesto, además de parar hay que saber jugar el balón. Sin embargo, a semejante premisa hay que darle ya una nueva vuelta de tuerca: no se trata solo de combinar con los pies, sino de dominar con la cabeza el mapa táctico de cualquier partido. En este sentido, el GPS que Álex lleva incorporado significa un auténtico lujo para la Real. Y eso que llegará el día en que los riesgos que asume cuesten un gol en contra... Aquí no se lo criticaremos. 

El 2-1 que Remiro originó el sábado con un arriesgado pase ejemplifica su mencionada capacidad y también las coordenadas que había introducido durante la previa en su ordenador de a bordo. El Granada se activaba para apretar soltando a por Zubimendi a uno de sus dos pivotes (formaba con una especie de 5-2-3), dejando teóricamente libre a un interior, Brais o Merino. Este jugador sin marca debía recibir inmediatamente la presión del central de su costado, quien tenía como misión igualar numéricamente la batalla medular, pero los txuri-urdin insistieron en la búsqueda de ese tercer hombre (imágenes adjuntas). Estuvieron finos en la entrega, superaron la media rival y, aunque por momentos funcionó el entramado nazarí, encontraron los ataques que buscaban.

1-0: ROBO RIVAL, PERO... Los pivotes Sergio (con Zubimendi) y Gumbau (con Brais) se emparejan con dos medios locales. ¿Qué hay del tercer centrocampista txuri-urdin? La Real, consciente de que Merino puede estar libre a la espalda de la medular rival, le busca como tercer hombre. Sale a por él el central derecho de la zaga de cinco granadina (Víctor), pero su robo, con la defensa muy abierta, no es del todo limpio. Gol de Kubo.

2-1: SE LA JUEGA REMIRO. Remiro recibe en situación comprometida, pero renuncia al pelotazo y se cambia el balón de pie (del derecho al izquierdo) para combinar dentro: ha tenido tiempo suficiente para calibrar la situación y comprobar que la posición alta de Gumbau genera una superioridad interior de la Real. Busca a Merino para que este deje de cara al tercer hombre (Zubimendi), cuya carrera supera a la medular rival. Vuelve a marcar Take Kubo.

3-1: INSISTIR POR DENTRO. Se está cocinando el 3-1, en una acción similar a la que da pie al 1-0 y mediante la que la Real hunde al Granada insisitiendo a la hora de buscar superioridades interiores. La combinación Zubeldia-Oyarzabal-Merino supera a la medular visitante, y el salto de Víctor Díaz (central derecho) al navarro no va a impedir a este terminar sirviendo a Zubimendi, para que el pivote juegue de cara. Victoria encarrilada.