Pues ya estamos aquí los siete de siempre, con un octavo pasajero al que tenemos el gusto y la gran alegría de recibir. ¡Aupa Osasuna! El caso es que las tres últimas temporadas han visto encadenar billetes continentales a Barcelona, Real Madrid, Atlético, Sevilla, Villarreal, Betis y Real Sociedad. Y además en la anterior campaña, la 2019-20, solo falló de entre ellos al conjunto verdiblanco, en beneficio de un Granada que no ha vuelto a aparecer por la zona noble. Parece claro que, últimamente, a Europa van todos los años los mismos, una circunstancia ajena a las casualidades y directamente atribuible a lo que los torneos internacionales generan en las arcas de cualquier club. Atendiendo al asunto desde la pureza competitiva más extrema, no deja de resultar censurable que quienes mejor se clasifiquen más dinero reciban, pues esto contribuye a abrir zanjas cada vez más grandes entre la aristocracia de una liga y el resto de escuadras. Mirándolo todo desde una perspectiva más moderna y realista (de realidad), toca entender que este juego se convirtió hace tiempo en negocio y que sus protagonistas merecen recaudar de forma directamente proporcional a lo que generan. Por último, analizando la situación en clave txuri-urdin, solo nos cabe felicitarnos por haber superado el corte más decisivo en la historia reciente del fútbol estatal. 

ADELANTADOS. Obviamente, la Real no figura entre los actuales elegidos porque pasaba por allí cuando comenzaron a abrirse semejantes diferencias. El club está como está porque el arreón de los europeos le pilló trabajando, que al fin y al cabo era de lo que se trataba. Durante la década posterior al desembarco de la directiva de Jokin Aperribay en 2008, el equipo txuri-urdin acumuló un ascenso y tres pasaportes internacionales, colocándose ya a la perfección para lo que estaba por venir. Las posteriores vueltas de tuerca que Roberto Olabe le ha dado al proyecto, mientras, han terminado dibujando la situación más envidiable en la entidad desde comienzos de los 80. O quizás no. Quizás lo de ahora tenga, con miras al futuro, mejor pinta que aquello. La Real de las dos Ligas y de la semifinal de Hamburgo vivía amenazada por el cada vez mayor auge de los extranjeros en su contexto competitivo, viéndose obligada unos años más adelante a variar la filosofía de forma radical. La actual escuadra y el actual club, mientras, encaran los años venideros desde una posición de adelanto respecto a varios rivales directos. “No es el qué, es el cómo”, le subrayó Imanol a su plantilla, mediante unas palabras referidas a lo que sucede sobre el campo pero que también podrían aplicarse a las tareas de despacho. Porque la pasta de la UEFA viene muy bien, para qué negarlo. Pero aquí no se depende de ella para mantener en pie el chiringuito.

EL NIVEL DE LA LIGA. La foto de la Liga es la que es. Viene repitiéndose campaña tras campaña y, por lo tanto, merece ser estudiada desde perspectivas que van más allá de lo deportivo. Sin embargo, la naturaleza de este juego resulta lo suficientemente compleja como para no explicarlo todo en base a los presupuestos y a los dineros. De hecho, si nos atuviéramos solo a las cuentas de pérdidas y ganancias, nuestra Real no debería optar a ser cuarta, logro que sí ha obtenido dentro de una Primera División con sus contradicciones. ¿Cuáles? Principalmente una, la del nivel de sus equipos. Por un lado, dentro de la carrera de largo aliento que significan 38 jornadas, parece evidente que el citado grupo de escapados ha abierto un hueco importante respecto al pelotón. Pero, por otra parte, y dentro del esprint que suponen partidos de 90 minutos, estamos asistiendo a batallas cada vez más igualadas y equilibradas, gracias a que los conjuntos de la zona media-baja no paran de evolucionar para bien. Escuadras que hasta el domingo sufrieron para salvarse como Celta, Valencia o Almería, además de otras que consumaron su descenso como el Valladolid, han firmado este curso actuaciones colectivas a tener muy en cuenta, brillantes y con propuestas tan modernas como atractivas. Nadie gana a nadie sin bajar del autobús. Que le pregunten si no al Sevilla, la prueba inequívoca de que a quien flaquea le levantan rápido la silla. 

ÚLTIMA JORNADA. Los hispalenses han fallado este curso en Liga, pero se mantienen dentro de la fuga europea gracias a su victoria ante la Roma. Muchos nos alegramos por el bueno de Mendilibar. Pero toca también lamentarnos por lo que habría significado para el proyecto andaluz quedar fuera del continente, dentro de esa carrera de largo aliento que citaba en el párrafo anterior. En una tanda de penaltis, el club se jugó en Budapest “el 40% del presupuesto” de la próxima campaña, dijo su vicepresidente, mentando un dinero con el que ya puede contar y que servirá ahora para apuntalar una plantilla de campanillas. Malo para la Real. Hecho este último apunte txuri-urdin, hay que subrayar, en cualquier caso, que nuestro club se maneja con cierta estabilidad en un entorno de consumados equilibristas, residiendo ahí su gran ventaja: no es tanto “entrar en Europa de forma recurrente” como estar protegido para el año en que no lo consigas. Casualidades de la vida, la inolvidable tarde del domingo vio enfrentarse en Anoeta al flamante cuarto clasificado, la hormiguita que ha ido creciendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y al resacoso campeón de la Europa League. Los unos celebraban un viaje que está resultando apasionante. Los otros, una temporada salvada. Con brillantez, sí, pero temporada salvada al fin y al cabo. Títulos al margen, que pesan y mucho, yo ahora mismo no me cambio por nadie.