Lo de David Silva es un auténtico escándalo. A sus 37 años sigue impartiendo lecciones de magia al más alto nivel. En su partido 900 volvió a levitar por Anoeta, como si estuviera bailando a solas con el balón en un salón con futbolistas a su alrededor. En Dazn dieron el dato de que había sido el partido en el que más ocasiones en jugada había generado en la Liga y que solo le superaba uno en la Premier con el City. Claro, el dato pasa de impresionante a colosal cuando se repasa la trayectoria de una auténtica figura circense capaz de participar en todos las atracciones del mismo. En un mismo partido baila con fieras, hace funambulismo al filo del abismo, magia al hacer aparecer y desaparecer la pelota y, por supuesto, juega al fútbol como si se tratase de una figura celestial. Cuando está entonado es absolutamente vibrante e imparable. Por fin Anoeta puesto en pie le tributó la ovación que tanto merece y le pidió que renovara cuanto antes porque sería un auténtico desperdicio desaprovechar los años que le quedan de puro espectáculo después de haberle disfrutado durante estos tres cursos.

La Real Sociedad volvió a ganar y, sobre todo, marcó de nuevo. Ya casi se nos había olvidado los bailes de celebración de una grada ávida y necesitada de alegrías. Los realistas superaron en todo a un pobre Elche, que, mermado por las bajas, fue durante muchos minutos como un juguete en sus manos. Pero que nadie olvide que los ilicitanos aguantaron hasta el descanso sin encajar y con Remiro habiendo hecho más paradas de mérito que Edgar Badia y que con el 1-0, a cinco minutos para el final, el portero navarro sacó una mano salvadora a disparo de Lucas Boyé que pudo resultar letal. Tan importante es destacar que la Real recuperó por momentos una brillante versión de juego y una facilidad para generar oportunidades como que también le costó horrores plasmar su superioridad en el luminoso. Dos buenos tantos de Kubo y de Barrenetxea, al principio y al final del segundo acto, hicieron justicia y permitieron a los blanquiazules afianzarse en la cuarta posición de la clasificación después de haber comenzado el choque con el Betis igualado a puntos tras su triunfo ante el Mallorca.

Imanol hizo tres cambios en el once que se enfrentó a la Roma. Uno por sanción, el de Illarra en lugar de Mikel Merino y dos por decisión técnica con las entradas de Aihen y de Kubo. 

Estos dos últimos completaron una actuación sobresaliente y demostraron que podían haber tenido más protagonismo ante los romanos. Tan valiente y decidido como casi siempre, el lateral profundizó por su banda fresco de piernas y con facilidad para servir centros. Si había tanta prisa por renovar a un lateral izquierdo, a ver si no se han precipitado con la decisión que han tomado. El navarro no merecía tanto tiempo en el ostracismo. Y lo de Kubo... No tiene ninguna explicación. El japonés falla más goles que una escopeta de feria, le falta afinar su punto de mira y, sobre todo, colmillo para matar, pero es un futbolista impresionante. Un auténtico dolor de cabeza que no para quieto a lo largo de los 90 minutos, en los que siempre genera muchísimo peligro. Ya cuando se asocia con Silva, el show está garantizado.

El nipón fue el primero en probar suerte con dos intentos, ambos a pase del canario, que se le escaparon alto. Sobre todo el primero de ellos no se podía fallar. Después de un disparo lejano de Gumbau, que detuvo con una buena parada Remiro, llegó otra oleada txuri-urdin con ocasiones para Brais Méndez, en un chut lejano que rozó la escuadra; Sorloth, quien tras controlar con calidad en el área pequeña, no embocó su finalización apremiado por la salida de Badia; y el propio Kubo, que cortó un mal pase del meta pero que se resarció cortando su centro.

Gumbau volvió a probar que Remiro seguía atento el encuentro y, antes del descanso, Zubeldia, en un rechace interceptado, Kubo tras una dejada de Silva que tampoco encontró portería, y Brais, en un disparo que atajó Badia, fueron los últimos en probar fortuna previo al entreacto. Para colmo de la impotencia, en el descuento Kubo recibió una patada de Gumbau en su intento de despeje, pero ya sabemos que esos penaltis no se los pitan a favor a la Real y, al parecer, sí se los señalan al Elche en contra según quién sea su oponente.

Nada más reanudarse el juego, en una buena jugada coral txuri-urdin en la que intervinieron desde la retaguardia Zubimendi, Brais, Illarra y Silva, que, cómo no, fue quien asistió a Kubo para que este por fin atinara, llegó el esperado y merecido gol txuri-urdin. La Real dominó el choque con una superioridad abrumadora, aunque con menos acercamientos nítidos a la portería ilicitana. Su ocasión más clara fue en otra gran combinación grupal, con centro de Gorosabel, remate al palo de Silva sin que sepamos aún cómo es posible que Sorloth no acertara a remachar en boca de gol.

En el minuto 85, en una acción esporádica pero que llegó con el encuentro abierto por la, todavía, victoria mínima local, Remiro salvó el empate y en el minuto 90, Barrenetxea firmó la sentencia al hacerse un palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. El donostiarra cortó un mal pase horizontal de Carmona, amagó, dejó atrás a Bigas y cruzó a la red. Muchas veces se nos olvida lo que tenemos entre manos. Estamos hablando de uno de los mayores talentos que ha producido Zubieta en los últimos años. Y no, no es lateral ni lo va a ser nunca. Cuando se pone en su sitio hace cosas como estas porque, además, siempre ha demostrado tener mucho gol. Gran noticia su acción destacada.

Se acabó. La Real volvió a ganar después de haberse presentado al duelo con solo un triunfo en diez encuentros. Un bache que se parece sospechosamente a los que ha sufrido en años anteriores. Alguna explicación tendrá. Lo malo es que le sorprende siempre con la vuelta de las malditas eliminatorias europeas. Ahora, con solo la Liga por delante, el equipo debe confirmar que se encuentra capacitado para mantenerse entre los cuatro primeros y certificar una clasificación para la Champions que sería, digámoslo claro, convertir la temporada en histórica e inolvidable. 

Para ello va a tener que afilar el colmillo y mostrarse mucho más certera de cara a puerta. Porque sin gol no hay horizontes de grandeza para nadie a este nivel de exigencia. Solo llegaría hasta lo que estire el genio Silva. Que no es poco. El fútbol le da 900 veces gracias. Y la Real, los eskerrik asko que hagan falta por elegirle en su fascinante colofón de su carrera. Por muchos más. Y vestido de txuri-urdin, claro.

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El público de Anoeta disfruta de la victoria contra el Elche Ruben Plaza