Ayer se celebraba el Día del Padre, del progenitor, del jefe de la tribu, de Joseba, de Giuseppe, de Josepe, Joxepi, Josefina, del Pepe no me des tormento, Pepito, Pepiño y Jóse, como dicen de Despeñaperros para abajo, pero también el cumpleaños de Sergio Francisco, el técnico del Sanse. Los suyos, a la hora del percebe y la cigala, andaban por el Pepico Amat de Elda, peleando un partido ante un exigente rival. Los filiales visitaban la cancha del líder que, por dos veces, se puso por delante en el marcador, pero también por dos veces la muchachada txuri-urdin niveló la contienda.
No le querían regalar un disgusto a su técnico y empataron en remates de Pablo Marín y Olasagasti. Este, desde el punto de penalti cuando algunos aficionados ya habían abandonado el estadio para hacer cola en la parada del bus. A esta hora, el filial coquetea con el play-off de ascenso, después de cantarle zorionak a su técnico y confirmar que estarán en esa lucha hasta el final.
El equipo volvió en autocar. Todos con su picnic de macarrones, bocadillo, y una cervecita, en este caso, solo para el staff. Contentos con el punto y quizás entonando isas y folias, obras musicales de Canarias en honor del mago, ese chico que en enero cumplió 37 y que sigue siendo un referente decisivo en la suerte de la Real Sociedad. David Silva, lo dicen sus propios compañeros, es un jugador diferente que ve el juego y lo ejecuta con la parsimonia del timple y el ritmo de la guitarra. No le he oído cantar nunca. Ignoro si lo hace, pero le imagino subiendo a la palmera y diciéndole a la palmerita que se asome a la ventana que su amor la solicita. Lo suyo es una lección de calidad, visión y ejecución del juego. La modernidad llama master class a eso que hace con naturalidad y sin emperifollarse.
Hoy por hoy, además de los vínculos familiares, su amor es blanquiazul. Un día aceptó una oferta. Puso sus condiciones que el club admitió y desde aquel momento el idilio es permanente. Con el club, con los aficionados y, por supuesto, con sus compañeros. Se retirará cuando quiera, porque él será quien lo decida. Mientras llegue ese momento, sólo queda disfrutar de todo lo que hace. Le dio un pase de gol a Take que sirvió para abrir el marcador: “Si no lo meto, David me mata” comentaba después del encuentro el delantero de Kawasaki. Esa dupla es, hoy por hoy, una parte primordial del juego del equipo. Se entienden bien.
Después de un primer tiempo de acoso y derribo, seguro que en el vestuario ilicitano se animó a seguir el camino y esperar el momento de sorprender. El primer tanto llegó al poco de iniciarse el segundo tiempo y descompuso todos los planes visitantes. No lo vi en directo porque decidí coger la maquinilla de cortarme las patillas y rebajarme la capa de pelo que sobrepasa las orejas. ¡Estoy fatal!
Eso que llaman gol psicológico tranquilizó, es un decir, a la parroquia txuri-urdin que esperaba cuanto antes el segundo para evitar sustos de última hora. Por momentos, merodeaba la tarde del Celta con aquel final melodramático. Imanol movió sus piezas otorgando responsabilidad a jugadores que llevaban varias semanas sin pisar yerbín. Momo Cho, Guevara y Barrenetxea se han pasado tiempo de baja por lesiones. No le defraudaron. Se juntaron los tres, más Oyarzabal, para mover el arbolito a la espera de que cayeran las últimas clementinas. La cintura de Barrene se movió mejor que la mía. De un meneo de cadera se zafó de dos y de un disparo llevó el gol al marcador. Lo celebré por todo lo alto y recordé a Nat King Cole y su Ansiedad, canción maravillosa que tanto cautiva y relaja.
Respiro general para todos, desde la grada hasta los arrumakos del banquillo en donde los técnicos se quitaron un muerto de encima después de unas cuantas semanas sin estocadas de valor. Tres puntos más antes del parón que vienen muy bien para afrontar el descanso, por llamarlo de alguna manera, con alegría y alborozo. El equipo afrontará después la recta final de la competición en la cuarta plaza, que es de Champions, disputando partidos trascendentales que decidirán el futuro. Los que vienen por detrás acechan porque todos quieren alcanzar el mismo objetivo. ¡Vayamos jubilosos!
Apunte con brillantina: el Bidasoa juega este martes (Artaleku, 20:45 horas) el partido de ida de los octavos de final de la European League. Este domingo su entrenador también cumplió años. No tantos como Sergio Francisco, pero con la misma responsabilidad de llevar la nave lo más lejos posible. Medirán fuerzas con el Sporting de Portugal, que antes era de Lisboa, ciudad en la que dentro de una semana, en el encuentro de vuelta, será bueno darse una vueltecita por la Esquina de Alfama para escuchar unos fados. Suenan suaves, cadenciosos, melodiosos y apacibles. David Silva seguro que se sentiría muy a gusto en ese ambiente.