El 10 de abril se cumplirán quince años de la gran gesta frustrada del Getafe ante el Bayern de Múnich. Eran los cuartos de final de la Copa de la UEFA y los azulones se quedaron a un minuto de eliminar al gigante bávaro y meterse en las semifinales. En la ida habían empatado a un gol y el sueño pareció evaporarse cuando a los cinco minutos de partido fue expulsado De la Red. A pesar de eso, con todo en contra y el monstruo que le fue a ver, los madrileños se pusieron 1-0 gracias a una maradoniana diana de Contra. En el minuto 90 empató Ribery (casi nada al aparato). Los locales no se vinieron abajo y lograron golpear dos veces en la prórroga por obra de Casquero y Braulio para ponerse con un 3-1 que parecía definitivo. En los últimos minutos, la fatalidad se cebó con el Getafe por un fallo garrafal del Pato Abbondanzieri y por un cabezazo imponente de Luca Toni que dinamitaron las esperanzas de los getafenses.

Yo estaba en Galicia, porque ese fin de semana jugaba la Real en Vigo, y recuerdo el disgusto que nos llevamos mi mejor amigo y yo. Bajando hacia su casa, Javi parecía no darle la vuelta hasta que de repente encontró una vía de escape perfecta: “Pero si estos son los que nos cantaron a Segunda, a Segunda, hace unos meses en el Coliseum. Y yo aquí sufriendo por ellos”. Lo repito, la Liga la disputan la Real y 19 enemigos. A ver si no lo olvidamos jamás.

Cuando el sorteo deparó la eliminatoria, le preguntaron a Laudrup, que era su entrenador, por las posibilidades del equipo y no dudó en contestar con una media sonrisa: “¿Y si pasamos?”. ¿Y si la Real remonta ante la Roma y entra en los ocho mejores de la Europa League? Cuando parece que no hay esperanza y nos flagelamos con una facilidad pasmosa, nos olvidamos que clubes con mucha menos solera que nuestra Real como, dicho con todo mi respeto y admiración por sus logros, Tenerife, Rayo, Alavés, Osasuna o el citado Getafe han logrado gestas históricas cuando muy pocos daban un duro por ellos. ¡Aquel era el Bayern de Khan, Lahm, Scheisteiger, Ze Roberto o Klose!

Los que me conocen saben que soy un gran admirador de las declaraciones de Valdano sobre las remontadas históricas del Madrid. Han sido muchos los artículos en los que he recurrido a declaraciones beligerantes suyas y a lo que hablaban en el vestuario blanco para automotivarse nada más caer con estrépito en los encuentros de ida. Pero esta vez tampoco necesitamos tanta agitación. No estamos persiguiendo imposibles ni soñando con una hazaña milagrosa. No nos conviene perder la perspectiva real de la situación. Es evidente que el resultado es malo y que el rival, italiano, y su entrenador, Mourinho, son dos rocas de cuidado para sorprenderles y voltearles una eliminatoria, pero la misión es muy posible. Sin el valor doble de los goles a domicilio nos basta con ganarles por un solo tanto en las dos partes. ¿De verdad hay algún aficionado de la Real que no cree que este objetivo no está al alcance de este equipo que nos ha dado tantas tardes de felicidad en los últimos cuatro años? ¿Acaso era más sencillo derrotar al Madrid a partido único en el Bernabéu en la Copa que acabamos venciendo? ¿O puntuar con las diez bajas con las que nos presentamos este año en el coliseo blanco? ¿O acabar encerrando al Barcelona casi con juveniles en el equipo? Yo no estoy de acuerdo con que en los días así solo deban ir los hinchas que confían en pasar, ya que no hay un aficionado más vehemente y caliente que el incrédulo que se presenta en la cita sin ninguna esperanza y de repente descubre que se puede lograr la heroicidad. Algo así como las felicitaciones del día después de los cumpleaños, que muchas veces suelen ser las más sentidas.

Sin ánimo de generar polémicas ni abrir debates, los que estuvimos en el Olímpico salimos entusiasmados con la animación de la grada. Con sus cuatro himnos cantados de forma creciente antes del inicio del encuentro y con un denominador común en todos los cánticos, la extraordinaria subida coral de decibelios al chillar “Roma”. En noches así, todos deberíamos tener claro que nuestro auténtico grito de guerra de toda la vida es “Real” o “Erreala” y dejar las canciones franquicia para ciertos momentos señalados en el encuentro. Lo digo porque siempre será lo que nos une a todos. “¿Chi siamo?”, preguntaba el speaker, “Roma” bramaba el Olímpico. A ver si esta vez por fin bajan el volumen a la megafonía y escuchamos lo que de verdad nos interesa, el latido de Anoeta. Que aparquen para el descanso el habitual dolor de cabeza con la música sin casi poder escucharnos.

Lo comenté antes de Mallorca y ha vuelto a tener la valentía de reconocerlo. Imanol se equivocó al comentar en caliente que “nos quedan grandes estos partidos”. Para remontar esta eliminatoria no es tan importante que crean todos los aficionados que llenen Anoeta, porque estos nunca fallan, pero sí es obligatorio que crean los futbolistas. Si se hubiese utilizado como estrategia para picar su orgullo lo daríamos por bueno, aunque me temo que en este caso solo fue una reacción despechada por ese maldito córner que tanto nos ha amargado.

John Toshack, que era un genio para estas cuestiones, compareció ante los medios en la previa de la vuelta del 4-0 en el último encuentro de Copa de la historia de Atotxa y no le dio ninguna posibilidad a su equipo. ¿Saben cuál fue su última frase? “Eeeeem, yo no me perdería el partido”. Tenía entre ceja y ceja que no iban a estar cerca del, ese sí que lo era, milagro. Por supuesto que fui y disfruté de una de las mejores noches de mi vida como txuri-urdin (y eso que salí con el labio abierto y la camiseta ensangrentada al volar como Peter Pan y estamparme contra la valla en el 5-1 anulado a Calos Xavier). Tampoco falté en las tres remontadas que tanto hemos recordado estos días (¡qué noche la del Sporting!) y el 2-0 contra el Vitoria de Guimaraes, que no era ni la mitad de equipo que aquella Real, en los penaltis del Sttutgart o, más reciente y ya en Anoeta, en las semifinales de Copa ante el Barcelona de Messi (tras el robo de la ida). Con mi experiencia les puedo asegurar que, aunque no se consiga al final, hay pocas cosas que unen y refuercen más un sentimiento y un sentido de pertenencia que un intento de remontada cuando todos, grada y equipo, damos absolutamente todo. 

No hay ningún tangible que nos garantice que vayamos a estar cerca del sueño. Es una mera cuestión de fe. Pero esta es, si no la más grande, una de las mejores plantillas de la leyenda del club y este entrenador nos ha devuelto la vitola de equipo ganador y nos ha sacudido todos los complejos que nos lastraban (ya lo decía Laudrup: “Y si pasamos, qué”). Aunque luchemos contra nuestra propia historia, el nuevo Anoeta todavía no ha vivido un intento de remontada. Y se remodeló para disfrutar con noches como esta. Si hay una Real que puede hacerlo es esta que está repleta de estrellas que ya saben lo que es ganar títulos (al menos la Copa para siempre). Estamos con vosotros. Sois muy buenos y lo único que tenéis que hacer es jugar como tantos otros días, además de poner un plus de corazón y de agresividad necesaria para exprimir hasta la última gota de sangre, sudor y lágrimas. Hace tiempo que abristeis las puertas del Olimpo txuri-urdin, ahora ya solo lucháis por ser los más grandes para nosotros, los que sentimos y adoramos los colores que defendéis con tanta nobleza y orgullo. Honrad nuestro escudo y ganad matando. Luego ya nos tocará a nosotros relatar y recordar la increíble gesta de aquella noche ante la Roma de Mourinho... ¡A por ellos!