Dicen que el fútbol es un juego de momentos. La táctica y la técnica marcan en gran medida el devenir de los partidos. Pero ni la pizarra de los entrenadores ni el acierto de los futbolistas pueden disociarse nunca de lo anímico, de esos instantes puntuales que marcan para bien o para mal. Este domingo en Anoeta hubo dos, ambos negativos para la Real. Y así se llevó el Levante un encuentro que en el minuto 8 y en el minuto 67 parecía claramente destinado a quedarse en casa. Marcaron entonces las granotas, con el cuadro txuri-urdin desatado. Así que tocó masticar una derrota dura, de las que duelen. Era un duelo directo. Y se perdió.

La Real entró al partido como un auténtico tiro, con vigor y precisión, muy determinada a la hora de presionar al Levante. Se adelantó pronto, en el minuto cinco, al aprovechar Jensen una asistencia perfecta de Nerea Eizagirre tras robo de esta a la central María Méndez. Pero es que el equipo txuri-urdin ya podía haber marcado incluso antes, en un frustrado mano a mano de Amaiur con la meta visitante invalidado por un fuera de juego que no existió. Apenas fueron ocho minutos, pero Anoeta asistió en ellos a una tormenta perfecta que no hacía presagiar lo que vendría después. En esto del fútbol, los goles tienen una fuerza imponderable. Y el del 1-1 cambió el guion del encuentro. Por completo.

Primer mazazo

La Real jugaba rebosante de confianza. Hasta que esta le jugó una mala pasada. Alejandra Bernabé acudió a un balón dividido y trató de combinar en lugar de rechazar. Falló. Y un pase bastó al Levante para encontrar la espalda de la zaguera realista, por donde se coló Alba Redondo. 1-1 y vía libre para que las valencianas hicieran valer su dinámico rombo. Plantaron en Anoeta un 4-4-2 de medular en forma de diamante que la Real demostró tener presupuestado, con Jensen tapando a Baños para igualar la batalla interior. Pero el Levante, empujado por la mencionada diana, acertó a dibujar un largo tramo de clara superioridad, formando a menudo una salida de tres que convertía en central a la lateral diestra Calligaris y en extremo a la carrilera zurda Paula Tomás.

Las de Arroyo, mientras, no le recuperaban el pulso al partido, principalmente porque no tenían el balón. Y eso que el estudio del rival se demostró correcto. Con las dos interiores del Levante abriendo en canal su propia medular para presionar fuera, los envíos largos de Lete al corazón del ataque, donde Gaby esperaba para bajar el balón o prolongarlo en peinada, parecían adecuados. Sin embargo, las centrales forasteras los controlaron bien para terminar de completar el dominio de su equipo. Este control, en cualquier caso, no resultó perpetuo. Y, de hecho, dolió especialmente que el 1-2 llegara cuando lo peor había pasado ya.

Atacaba la Real. Rechazó en largo Nuria Mendoza. Y el esférico se dirigió hacia la doble punta del Levante, descolgada a campo abierto en dos para dos contra Tejada y Vanegas. Ramírez le ganó el duelo a la colombiana, condicionada por una amarilla previa que no hubo por dónde cogerla, excesiva a todas luces. Y el mano a mano resultante con Lete deparó el 1-2. Poco después, pudo igualar la Real al surtir efecto, por fin, uno de esos inicios directos desde la portera, pero Amaiur, sola ante Tarazona, no pudo resolver la situación.

Retoque al descanso

Durante el intermedio, Natalia Arroyo ajustó a las suyas para hacer pensar al Levante. Cambió el dibujo, replicó el del rival centrando de forma definitiva a Nerea Eizagirre y obligó así a las visitantes a emparejar a sus respectivas laterales con Le Guilly y Bernabé, forzando un uno para uno en todo el terreno de juego. Además, la entrenadora catalana sentó a Vanegas, en riesgo tras la amonestación, y dio entrada a Etxezarreta en el eje de la zaga. No es que la Real, actuando de este modo, desarbolara y sometiera a su rival. Pero, arriesgando cada vez más a través del perfil de sus futbolistas (Franssi y Cecilia jugaron de laterales saliendo desde el banquillo), sí generó situaciones para igualar.

La propia Eizagirre tuvo dos claras, la segunda de ellas justo antes de la falta que dio origen al 2-2 de Gaby. Con el equipo volcado y el rival protegiéndose atrás, sin embargo, llegó el gran jarro de agua fría en una tarde ya gélida de por sí. Después de encajar el empate, el Levante introdujo de inmediato un cambio para pasar a dibujar una defensa de cinco. Pero en cuanto se reanudó el juego llegó el 2-3, producto de nuevo del riesgo que implicaba para las txuri-urdin cerrar atrás en dos contra dos ante la dupla Ramírez-Alba Redondo. La colombiana recibió escorada en la derecha, aprovechando el marcado cariz ofensivo de Cecilia, y superó a Etxezarreta para servir el gol en bandeja a Tatiana Pinto. Diez minutos después se repitió la historia, esta vez con Redondo encarando a Tejada desde el socavón que Franssi dejaba a su espalda: centro y autogol de la citada Etxezarreta, quien no vivió un partido precisamente plácido.

El postrerísimo gol de Mirari Uria, cumplido ya el descuento, no sirvió para soñar con una igualada final que no habría resultado injusta para los méritos de unas y otras. Sin embargo, el Levante acreditó una mayor contundencia en los metros finales y se llevó de Anoeta un triunfo que implica para la Real perder dos partidos consecutivos. Toca levantarse. 

Ficha técnica

REAL SOCIEDAD  Lete, Le Guilly (Franssi, min. 75), Tejada, Vanegas (Etxezarreta, min. 46), Bernabé (Cecilia, min. 58), Gaby G. (A. Jacinto, min. 88), Gemma, I. Andreia, N. Eizagirre, Jensen y Amaiur (Uria, min. 75).

LEVANTE Tarazona, Tomás, Mendez, Mendoza, Calligaris, Baños, Pinto, Paula (Aguado, min. 90), González (Alharilla, min. 78), Ramírez (Férez, min. 90) y Redondo.

GOLES 1-0, m. 5: Jensen. 1-1, m. 10: Redondo. 1-2, m. 35: Ramírez. 2-2, m. 77: Gaby. 2-3, m. 79: Pinto. 2-4, m. 89: Etxezarreta (p.p.). 3-4, m. 98: Uria.

ÁRBITRA Peñalver Pearce. Amonestó a las locales Vanegas y Gemma.

INCIDENCIAS 3.666 espectadores en Anoeta.