o son pocos los jugadores de ascendencia polaca que han triunfado con la selección alemana. Algunos, como Podolski, mantuvieron siempre vivos los lazos que le unen con el país donde incluso nacieron. Otros, en cambio, como por ejemplo Miroslav Klose, su máximo histórico goleador con 71 dianas, renegaron en cierta manera de sus orígenes. Después de haber completado una fenomenal carrera en el Colonia, Bayern Múnich y Arsenal, y de haber defendido en 130 ocasiones la camiseta de la Die Mannschaft, con la que ha participado en siete torneos diferentes en los que imponía verle en el campo, Podolski decidió regresar a su país para colgar las botas. Lo hace en Gornik Zabrze, el equipo que lleva en el corazón su familia al haber nacido en la vecina Gliwice, tal y como le prometió a su abuela y al antiguo director deportivo de la entidad, Krzysztof Maj, que se frotó las manos cuando escuchó las declaraciones que hizo el delantero justo antes de fichar por el Arsenal: "Sigo todos los partidos de Gornik por televisión o en directo por Internet, y estoy muy contento de que se esté construyendo un nuevo estadio en Zabrze. Mi sueño es jugar en esas instalaciones". Podolski y Maj se hicieron grandes amigos y el primero prometió que recalaría en el Gornik, segundo club polaco más laureado del país, algo que ya le había garantizado anteriormente a su abuela. Ninguno de los dos está pudiendo disfrutar del que, como se esperaba, ya es el máximo goleador de su equipo. Maj murió de un terrible infarto con solo 39 años y, cuando lo hizo su abuela, Lukas escribió un mensaje de despedida en sus redes sociales: "Cuando era niño, jugaba a fútbol contigo. Me hiciste quien soy. Siempre creíste en mí y en mis sueños y juntos fuimos campeones del mundo". Mi abuela y su recuerdo, una de mis grandes debilidades...

No hay nada más bonito y reconfortante que tener abierta para siempre la puerta de tu club. Hombre, para mí si lo hay, y es pasarte toda tu carrera defendiendo nuestra adorada txuri-urdin, pero uno conoce cómo funciona el fútbol y que nunca sabes lo que te puede deparar el futuro.

El hecho de que el Antiguoko haya roto la baraja en el fútbol guipuzcoano ha provocado un aumento de agresividad en la política de captación de niños por parte de la Real. Si analizamos el número de habitantes de Gipuzkoa y la presión de cada vez más clubes a la caza en nuestros campos, me parece que es casi un milagro que nuestro territorio siga produciendo tantos futbolistas de Primera División. Reconozco que no me hace mucha ilusión que el club realista trate de expandir sus redes y fiche a futbolistas de provincias colindantes, pero también asumo que hoy en día el lema es resistir o morir. Y el que se quede atrás y se descuide, corre el peligro de dar con sus huesos en el infierno.

Una de las estrategias que ha ideado la Real para convencer a los chavales del Antiguoko es llevar a las reuniones a sus buques insignia. Y no se crean, por muy aficionados realistas que sean muchos padres, no les impresiona nada encontrarse con Oyarzabal delante y no tienen muchos problemas en insistir en marcharse a otros lares, pese a tener que separarse de sus hijos de 12-13 años para que se vayan a vivir a otra ciudad.

No se confundan, su decisión es libre, lícita y cada uno tiene la potestad de decir lo que le conviene a sus vástagos. Pero a mí se me ocurre otra idea para protegernos, aunque sé que, en teoría, admitiría hacer más trampas que al solitario, ya que cada caso sería un mundo y se abriría un juicio público paralelo. Y es que el chaval que decida marcharse en categorías inferiores, no regresa a la Real si hay que pagar una cantidad de traspaso. Es decir, "Roma no paga a traidores" aplicada al fútbol. Xavi también lo pensó hace unos años cuando se especulaba con la posibilidad de que el Barça repescara del Arsenal a Bellerín, excanterano blaugrana. "Lo he visto jugar, pero diré una cosa: a mí se me hace difícil fichar a un jugador que ya habíamos tenido. Yo sería partidario de no recuperar a jugadores que se van. Con 16 o 17 años, ¿para qué se van? Yo lo veo alucinante. No lo entiendo. Me sorprende mucho lo que han hecho jóvenes valores como Mboula y Eric García (también volvió poco después al Camp Nou). Yo no los recuperaría en el futuro. Yo tendría esta filosofía: Has estado aquí, te has querido marchar, pues ya no vuelves". Un hombre de convicciones profundas el técnico del Barça, que en su primera ventana de mercado ha traído a Adama Traoré, otro tránsfuga de La Masía.

Más radical era la madre de Riquelme, gran aficionada de Boca Juniors, que, cuando se rumoreó que podía recalar en su gran rival, el River Plate, le comentó con cariño y comprensión que no acudiría jamás al campo, como contaba el ex del Barça: "Mi mamá sufre igual. Estaba tranquila y ahora en cada partido prende su vela, hace fuerza. Mi mamá es muy hincha de nuestro club. Cuando me compró en el 96, mamá me dijo Si vas a River nunca te voy a ir a ver".

Es evidente que no podemos poner límites a la ambición de las personas. Y que si viene un gigante de verdad, de los que luchan por todos los títulos todos los años y que, además, soluciona la vida de los nietos de tus nietos, no nos queda más remedio que, como en anteriores casos, resignarnos y confiar en que, como suelen ser muy buenos, el día que dé un paso atrás decida regresar a casa a pesar de contar con ofertas más importantes económicamente. Lo hará con una mancha en su historial, eso sí. Pero el que se vaya a un equipo con nuestras mismas pretensiones, insisto, siendo plenamente conscientes de que cada uno es libre para decidir su camino, debería saber que no podrá vestir jamás la txuri-urdin. Esa sería la única y, probablemente, la mejor forma que tenemos de defendernos.

En mitad de la eliminatoria europea ante un rival de nivel Champions y con muchas bajas y tocados, llega la visita a San Mamés tras unas horas previas en las que, mira que me duele decirlo, cada vez dan más pereza los cafres y maleducados de ambos frentes. Aunque estén cansados y haya que reservar a jugadores para que lleguen en plenas facultades a la vuelta del jueves, no hace falta explicar lo que le gusta vencer este encuentro a la afición blanquiazul. En días así me acuerdo de la charla de Luis Aragonés antes del último partido de Liga en Anoeta el año del subcampeonato, cuando su Atlético podía servirle en bandeja el título al Madrid, en el hipotético caso de que no fuera capaz de vencer su partido como sí hizo: "Ya sabéis en qué club jugáis, os debéis a una afición. No voy a ser yo el que os diga lo que tenéis que hacer". Poco más que añadir. Sabéis lo que significa para nosotros. Sois la Real y esto es el

derbi. Y el que no lo sepa, que se lo cuenten. Salid, honrad la camiseta y ganad. Por nosotros. ¡A por ellos!