La Real sigue sin reconciliarse con el gol. El equipo realista atraviesa una dramática sequía sin ver puerta pese a contar con el que es, probablemente, uno de los mayores y mejores arsenales ofensivos de su historia. Es normal por este motivo que el tema inquiete y frustre. No es lógico que a estas alturas de la temporada, una vez superado el ecuador del campeonato, salvo Oyarzabal, que siempre está al nivel con buenos registros con las siete dianas que ya ha anotado, Isak solo lleve cuatro, Merino y Januzaj hayan hecho tres y Sorloth, la gran apuesta para reforzar la vanguardia, solo haya firmado uno. Portu todavía ni se ha estrenado y los tres goles de Aritz le permiten ser el tercer máximo realizador del equipo. Aritz Elustondo, el central. Así es imposible.

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Una simple cuestión de números. La Real de Imanol únicamente lleva 22 goles en las 22 jornadas que ha disputado. O, lo que es lo mismo, el temible conjunto de Isak, el de los 90 millones, se ha convertido en el segundo que menos tantos convierte en clave txuri-urdin en este siglo, solo superado a estas alturas por los trece que le condenaron al descenso. La ceguera sin ver puerta suma y sigue y asciende a 314 minutos (247 en Liga), tres partidos y medio, desde que Sorloth sentenciara en la Copa al Atlético. En los últimos nueve encuentros solo han marcado tres tantos. Y hasta aquí la retahíla de fríos datos conmovedores que certifican a las claras que sí, la Real arrastra un grave problema que le está lastrando. Por mucho que Imanol quiera repetir que este equipo tiene mucho gol, el verde no engaña y, al menos en lo que llevamos de curso, sus jugadores simplemente no están a la altura de lo esperado. Ayer podían haberse pasado tres horas más compitiendo cuerpo a cuerpo con el Valencia sin que diesen la sensación de que iban a poder acabar con su maldición anotadora.

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Teniendo en cuenta todas estas claves, y como no le marca un gol ni al arcoíris, la Real logró el mejor resultado posible de Mestalla. Un empate a cero. Una meritoria igualada en un campo siempre complicado y exigente, por mucho que el potencial de su plantilla ha ido descendiendo paulatinamente en los últimos años. También hay que resaltarlo, a pesar del sonrojante 0-4 de Copa ante el Betis: el entramado defensivo txuri-urdin es muy fiable. Solo ha encajado 21 tantos, lo que le permite a los de Imanol ser el equipo que mejor rentabiliza sus dianas (1,59 puntos por gol). En esta ocasión el héroe del encuentro y del punto logrado, insistimos un resultado de valor, fue Remiro, que se hizo grande en la portería para hacer cuatro grandes paradas. Dos de ellas en la recta final, cuando peor pintaban las cosas para los donostiarras en sendas jugadas a las espaldas de Le Normand y de Rico. El 0-0, el mismo marcador del encuentro disputado en Anoeta en la primera vuelta, fue un resultado justo, ya que ninguno de los contrincantes fue muy superior y ambos dispusieron de momentos de mayor y menor dominio y brillantez. La primera parte fue más para la Real, que no pareció acusar el mazazo de la Copa, y en la segunda los locales estuvieron más cerca del gol.

SIETE CAMBIOS

Imanol había reconocido que pensaba hacer rotaciones, aunque pocos esperaban un cambio de imagen tan radical con siete cambios respecto al equipo que cayó con estrépito el pasado jueves. Tres en la zaga, con Gorosabel, Zubeldia y Rico como nuevos compañeros del inquebrantable Le Normand. En la medular, regresó Zubimendi y Rafael sentó a Silva. Mientras en la punta de ataque, Portu tuvo su oportunidad en el estadio en el que se formó y, la sorpresa del mediodía, Sorloth ocupó la plaza de Isak. Era su gran ocasión y la desperdició con rotundidad. No hizo nada y no generó ninguna ocasión de peligro. Las luces de la sospecha y del desasosiego comienzan a centrarse en un futbolista del que se respiraba un rendimiento mucho más alto. No está a la altura y que conste que en el vestuario sus propios compañeros confirman que tiene un enorme potencial, pero su gran defecto es que es un jugador que no transmite, no engancha. La sensación es que parece más frío de lo que realmente es, porque siempre lucha y sus rivales acaban hastiados de él y con ganas de matarle. Pero ayer ni eso, un espectro deambuló por Mestalla sin apenas participar en el juego, ni mucho menos disponer de oportunidades.

Portu fue justo lo contrario. No está fino, atraviesa una depresión traumática por falta de gol, que, conociéndole, le traerá por la calle de la amargura. Su bajón ha provocado que Januzaj le destrone del once, algo que no le ha pasado en los dos años anteriores. A pesar de sufrir una situación desconocida para él, cuando Imanol le da chance, salta al campo con la misma ilusión de un debutante. No deja de intentarlo. Ayer no paró de proponer desmarques a la espalda de la zaga local sin que, lamentablemente, tuviera mucha suerte. Pero esto no fue óbice para que no tirara la toalla. Incluso dejó su huella de jugador callejero, de barrio, en ese saque de esquina con el que dejó solo a Oyarzabal, que no pudo llegar ni a chutar, aunque acabase a apenas tres metros de la portería.

La Real fue mejor en la primera mitad. Gobernó el juego con su habitual fútbol basado en el control de la posesión. Amagó mucho, pero picó muy poco. Sin remate es imposible hacer sangre. Sus mejores opciones llegaron en centros de Rico y uno doble de Portu, pero siempre le faltó un killer en el área. Su mejor opción fue un cabezazo de Le Normand que atajó sin despeinarse Mamardashvili. Rafael probó suerte, también sin veneno, y Oyarzabal no fue capaz de chutar el citado córner de Portu. Ocho en total botó la Real antes del descanso sin provocar ni un susto.

El Valencia, que reservó piezas importantes como Soler y Guedes para la Copa, reaccionó tras el descanso. Gayá obligó a estirarse a Remiro nada más reanudarse el juego y Guillamón no cazó por centímetros una peinada en un saque de esquina. La cosa pintaba mal y Maxi se plantó solo ante el navarro, que aguantó bien de pie. Del ataque de la Real poca cosa, salvo una combinación excelsa que acabó en un centro de Rico, una dejada de Rafael y una gran maniobra de Portu para chutar alto. Pero el Valencia ya dominaba el choque con nitidez. Bryan desperdició su última gran ocasión al toparse con otra buena parada de Remiro. En el otro área, Aritz no llegó por poco a un gran centro de Januzaj. Una pena que los cambios que introdujo Imanol, en teoría la unidad A, apenas tuvieran incidencia en el encuentro cuando salieron en la segunda parte. Sobre todo Isak, que no olió ninguna pelota.

Empatar fuera siempre ha sido un buen resultado. Si es una plaza como Mestalla, aún mejor. La Real demostró que se había recuperado de la bofetada que le cruzó la cara el pasado jueves, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Y problemas por solucionar, claro. Los de Imanol llevan todo el año sin lograr ganar a nadie con comodidad. Ni aunque lo merezcan con creces. El déficit de goles le está empezando a pasar una seria factura. Y lo peor de todo es que el problema no parece tener fácil solución por ahora... Pocas cosas más tristes que un buen equipo sin gol.