uchos de los ojos de los espectadores que se acercaron a Anoeta ayer estaban depositados en la figura de Alexander Isak. Era una noche de esas que todo futbolista desea. Campo lleno, rival de enjundia, y, en juego, recortar diferencias con el líder de la competición. Pero tampoco lo tenía sencillo el sueco ante una pareja de centrales de nivel como es la que forman Militao y Alaba. De hecho, el atacante blanquiazul seguramente soñaría ayer por la noche con el brasileño, que se convirtió en un muro casi infranqueable. En todas y cada una de las acciones claras de las que dispuso, que no fueron muchas, todo hay que decirlo, se topó como el mismo rival, con un Militao infranqueable. Los expertos en esto del fútbol dicen de Alexander Isak que es un delanterazo, que tiene unas condiciones tremendas para convertirse en un ariete de prestigio, pero que le falta regularidad en lo que al gol se refiere, y también dar un paso adelante en los partidos de solera, como lo era el de ayer ante el Real Madrid. El sueco lo intentó de todas las maneras posibles, pero, en esta ocasión, no le acompañó la suerte. Tendrá que esperar a una mejor oportunidad.

Llegaba Isak con las ganas de resarcirse después del atraco al que fue sometido, como todos sus compañeros, por Mateu Lahoz en Cornellá el fin de semana pasado. Quizá, un poquito más el sueco, porque él fue el autor del gol que dejó sin valor el trencilla valenciano frente al conjunto perico. Por eso, salió con las pilas cargadas. La primera oportunidad clara llevó su firma. Un cabezazo suyo que llevaba vitola de gol fue despejado de manera acrobática a la vez que milagrosa por Militao, con un Courtois casi batido. El delantero de la Real no se dio por vencido, y lo siguió intentando, pese a los recaditos que le dejaba por el camino Casemiro, que se quedó sin castigo en ninguno de ellos. A los 18 minutos se quedó a escasos centímetros de llegar a un envío de Igor Zubeldia. Un minuto después protagonizó una buena pared con Januzaj, pero el disparo del belga no encontró portería. A la media hora remató en semifallo un buen centro al segundo palo de Rico. A falta de cinco minutos para el final de la primera parte volvió a encontrarse con Militao, que salió como un poseso a taponar el disparo de Isak, que recibió el balón de Januzaj tras una buena jugada personal del internacional belga. Antes de que se llegara al descanso, estuvo en la acción que terminó con un disparo de Oyarzabal que se estrelló con el lateral de la red. Isak pudo ganarle una acción por alto a Alaba. El posterior despeje de Courtois le llegó al capitán de la Real, que no pudo golpear de la mejor manera. Intervino, asimismo, en la última contra de la primera parte. Adivinó la intención de Kroos en una jugada de estrategia. El contragolpe, ya en el descuento, acabó en saque de esquina que el colegiado Gil Manzano no dejó sacar, declarando el final de la primera parte, ganándose la pañolada de la noche.

Imanol, para el encuentro de ayer, volvió a apostar de inicio por la sociedad formada por Isak y Sorloth en la punta de lanza. Se encontraron en el camino en numerosas ocasiones, pero está visto que les falta algo para terminar de carburar. No es que se estorben, todo lo contrario, porque las características de uno no tienen que ver con las del otro, se complementan. Pero la Real, con la dupla nórdica saliendo de inicio, no gana. Con la de ayer ya son cuatro las veces que el de Orio ha apostado por ambos saliendo de inicio. En las anteriores ocasiones (Athletic, Atlético y Sevilla), el equipo blanquiazul no pasó del empate. Ayer, tocó derrota. La sociedad aguantó 60 minutos sobre el terreno de juego. En ese instante abandonó el terreno de juego el noruego, quedando el sueco como única referencia arriba.

En la segunda parte, con el Madrid ya por delante, el rendimiento de la Real, así como el de Isak, bajaron enteros. El sueco siguió intentándolo, como en ese disparo desde la frontal del área que se marchó muy por encima de la portería del equipo merengue. Camavinga tomó el relevo a Militao e interceptó la conducción de Isak, que, dolorido, se levantó del suelo como pudo. Era el minuto 76. Dos más tarde, Courtois le ganó la partida en un intento de remate tras centro de Zaldua. Estaba visto que no era ni el día ni el partido. Ese fue el último intento de un Isak que acabó el encuentro cabizbajo. Luis Llopis, el que fuera entrenador de porteros de la Real, y ahora en el Madrid, trató de levantarle el ánimo con un sentido abrazo. Seguramente no lo consiguió.

El sueco intentó marcar de todas las maneras posibles, pero no le acompañó la suerte. Tendrá que esperar a una mejor ocasión