Acaban de dar las nueve, se ha hecho prácticamente de noche y llueve sobre Tarbes, donde la prensa de Toulouse se dispone a recoger las impresiones de Philippe Montanier tras la derrota ante el Sanse. Segundos antes de expresarse ante los medios, el técnico galo repara en nuestra presencia y se lanza en euskera: "Zer moduz NOTICIAS DE GIPUZKOA?". Sabe que le espera después una breve entrevista en clave txuri-urdin, y él entra en calor enumerando expresiones ante la entre atónita y divertida mirada de los periodistas locales. "Eskerrik asko. Egun on. Arratsalde on. Agur".

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No mostró púbicamente semejante faceta durante sus dos años en la Real, pero Montanier es un tipo cercano y agradable, que gana en las distancias cortas. Las canas en su cabeza y en su barba indican que el tiempo no pasa en balde para nadie, pero solo en esto ha cambiado el de Vernon, quien dejó huella en el club blanquiazul: doce minutos de conversación con él se ven constantemente interrumpidos por los saludos y los buenos deseos de la delegación txuri-urdin en Francia, cuyos miembros se encuentran al técnico del Toulouse ya de camino al autocar.

Incluso quienes no coincidieron con él parecen tenerle cariño. "Buena suerte Philippe", se despide Xabi Alonso. "Gracias. Os seguiré esta temporada", responde Montanier, adquiriendo un compromiso que el propio Alonso hace suyo con el Toulouse. "Tenéis buenos jugadores", añade el guipuzcoano, palabras a las que su homólogo reacciona rápido. "Sí, pero se quedan todos conmigo", puntualiza entre risas. Al preparador galo le va la guasa, y no tarda en intentar fichar para su actual club al doctor González de Suso, quien también saluda desde el afecto.

Por ahí anda igualmente Iñigo Cortés, actual analista del Sanse y en su día ayudante de Montanier durante la primera temporada de este en la Real. No será extraño encontrarse a ambos por el barrio de Gros cualquier jueves de la presente campaña. "Sigo siendo un buen aficionado al pintxo pote", explica el técnico del Toulouse, quien no olvida las tradiciones de la capital guipuzcoana. Tampoco ha borrado de su memoria una costumbre que ansía recuperar tras la forzosa interrupción que ha supuesto la pandemia: cuando pisa Donostia, trata de aprovechar siempre para cenar o al menos desayunar con su "ídolo" Arconada. Ambas familias conservan una muy buena relación.

Y es que la Real caló en Philippe, como demuestran sus constantes alusiones, muy concretas todas, a acontecimientos de hace casi una década. "¿Coincidió usted en el club con Imanol Alguacil?", le preguntamos. Él responde que sí. Y aporta pruebas al respecto. "¿No recuerdas aquellos partidos en Zubieta de técnicos contra periodistas? ¡Imanol jugaba con nosotros!". Muchas veces no lo aparentaba, pero Montanier disfrutó en la Real y en Gipuzkoa. Una barbaridad además. Dice que ahora agradecerá vivir a solo 350 kilómetros.