l director de este diario es muy de la Real y supongo que lee este comentario cada vez que se publica. Así que aprovecho para decirle que necesito vacaciones, que la cabeza (la de Elustondo va mejor) no da mucho más de sí, que cuento los días que faltan para que se acabe el campeonato. Después de ganar al Elche solo restan tres encuentros para dar el carpetazo. Los tres puntos de anoche nos ayudan mucho. ¡No hay quinto malo! dicen los taurinos. Sería perfectamente aplicable a los futboleros en este momento. Con los deberes hechos esperaremos a ver qué nos depara el resto de la jornada.

Como por lo visto, al estado de alarma le quedan tres telediarios y nos vamos a poder mover con libertad y respeto, he escrito una lista de planes ilusionantes. Como si fuera la carta a los Magos de Oriente. Lo primero que quiero hacer es desplazarme a Tudela, a enjaretarme una señora menestra y a pasar por una cooperativa para comprar espárragos, alcachofas, borrajas, cardos, aceite de la tierra y unas mermeladitas que saben requetebién. El segundo de los planes apunta a Galicia. Echo tanto en falta el sabor a salitre. Mientras aprovecho para visitar a algunos futbolistas que andan por allí, no dudo que un pulpo, con cachelos, pimentón y un aceite de aúpa el Erandio, me mirará de frente y exclamará con fruición ¡Cómeme, cómeme! Y, si lo pide, así se hará.

Luego, la tercera andanada viajera, más larga, aspira a recorrer la Ruta de la Plata, pasando por el Jerte para atiborrarme de cerezas y paisajes extraordinarios, así como por varios lugares de Extremadura antes de llegar a Sevilla. Quiero visitar a futbolistas guipuzcoanos que defienden las camisetas del Villanovense y del Villarrubia. Sueño con montar en el tren turístico de Mérida y visitar el casco histórico y el museo que no conozco. Y si cae un platito de jamón...

Como os podéis imaginar, llegar a Sevilla supondrá un subidón. Lo primero será pasar por La Cartuja, ver el estadio por fuera y pensar que allí se fraguó todo. Luego, rebosante de alegría, subiré a un landó para que los caballos troten por las calles hispalenses con olores de azahar y temperaturas de bochorno. Podría seguir, pero no quiero poneros los dientes afilados como los lagartos. La única duda, no menor, es saber si dispondré de presupuesto suficiente para afrontar estas empresas viajeras. Es cierto que, tantos meses de confinamiento perimetral y demás lindezas, han ayudado a ahorrar un poco y que con esos euros podré gastar un plus. Eso sí, antes de que debamos pagar un céntimo por kilómetro recorrido por autovías, puertos y canales, aeroplanos y cometas. Los bidegorris parece que por ahora están exentos. Todo se andará. La pela es la pela, aunque comprobemos que hay clubes de fútbol que viven de espaldas a esa realidad. Esta semana le dieron la boleta a Javi Gracia en Valencia; y en Albacete, Fran Noguerol se convierte en el cuarto entrenador del equipo en la presente temporada, tras los ceses de Alcaraz, López Garai y Menéndez. Lo mismo que sucede en Lugo, donde también han conocido cuatro inquilinos en el banquillo. ¿Quién dijo miedo?

El Elche que pasó anoche por Anoeta igualmente es de los equipos que modificó el plan sobre la marcha. Comenzó con Almirón y terminará con Fran Escribá. El técnico valenciano aseguraba, en la comparecencia previa al partido contra la Real, que su equipo debía dar un paso al frente fuera de casa si quería crecer y alcanzar el objetivo de la salvación. Quizás cabría pensar lo mismo en el caso txuri-urdin. Ser mejores en casa para ganar, sumar los puntos y rellenar con buena letra la hoja de ruta, que es muy distinta a la que os planteaba al principio. La del equipo realista apunta a Europa y la mía no pasa de San Juan de Luz y Biarritz. Si creo que necesito vacaciones, qué decir del equipo y de sus técnicos.

¡Y los árbitros! Los de abajo y los de arriba. No me refiero al cielo, sino a los que siguen el partido por pantalla, trazan líneas de colores, llaman al trencilla y deciden. Hace tiempo que tiré la toalla de la comprensión. A los diez minutos, los ilicitanos estaban con uno menos, pero eso no se tradujo en un gol. Bueno, sí. Monreal, listo como los ratones coloraos, ganó la posición y cobró un zurdazo de gloria, pero el tanto no subió al marcador por un fuera de juego que determina la trazada. No aprovechamos la superioridad.

Antes y después, ritmo cansino, poco juego por las bandas, faltas, choques, caídas, dramaturgia pura, pérdidas de tiempo y nada que meternos entre pecho y espalda, salvo la tostada de aguacate y pavo con la que engañé el estómago en tiempo de descanso. Fue cuando el técnico decidió dos cambios en la línea de creación para tratar de meter una marcha más a un partido que no anunciaba nada extraordinario por el camino que circulaba.

Era cuestión de abrir la lata, romper el buen trabajo defensivo de los alicantinos y sumar los tres puntos que se necesitaban como agua el sediento. Hubo que esperar 70 minutos para que el cabezazo de Aritz Elustondo (quién si no él) alcanzara la gloria. Fue al remate con toda su alma. Sería injusto no reconocer el maravilloso balón que puso Januzaj, el caramelo que llaman en el argot. Se cerró el tanteo y se galvanizaron los puntos en otra buena jugada con pase generoso de Bautista a Mikel Oyarzabal cuyo zurdazo quitó el polvo a la escuadra. Paciencia, serenidad, un par de goles y tres puntos. ¡Necesito vacaciones!