n un bar de barrio como es el Amets de Tolosa las tardes de fútbol se viven con pasión. Regentan el negocio ubicado en Larramendi el matrimonio uruguayo formado por Fernando Rey y Gisele Calviño. De su bar hablan con orgullo: “Se llena con los partidos de la Real y se crea muy buen ambiente; en este barrio la mayoría de la gente es realista y se nota”. La pareja, con sobrada experiencia hostelera en Tolosa, se lamenta, claro está, de que mañana la persiana del bar tenga que estar bajada y que cada cual tenga que ver la final de la Copa en su casa. “Es una pena, un partido así se viviría a tope. Aún así, el bar Amets mañana estará con la Real”, cuenta Fernando.

No tiene dudas a la hora de identificar los colores de su corazón: “Soy txuri-urdin”, admite el uruguayo, “Cuando vine a Gipuzkoa pensé que tenía que ser del equipo de aquí. Aparte, aquel año la Real Sociedad quedó segunda y le robaron la Liga; me fastidió tanto y me pareció tal robo, que desde entonces soy de la Real. Han pasado ya unos años, pero a pesar de ser uruguayo, tengo una simpatía especial por la Real”.

En el bar Amets se juntan para ver los partidos cuadrillas de jóvenes, veteranos que peinan canas, familias con hijos, mujeres...: “Aunque la mayoría son de la Real, tenemos algún cliente que es del Athletic, y me llama la atención la buena relación que hay entre todos. Hay un pique sano, pero reina el respeto. También hay aficionados del Real Madrid y hasta alguno que ha venido con la camiseta del Atlético de Madrid y aquí no ha pasado nunca nada. En este barrio puedes ser del equipo que quieras”, explica Fernando, que tiene claro que compensa tener fútbol en el bar: “Es un gasto, pero repercute positivamente en el negocio, y en el bar se crea muy buen ambiente. Se consume más, porque el fútbol en compañía es otra cosa”.

La hostelería está sorteando los envites de la pandemia y las restricciones como puede. La pareja uruguaya, que lleva 20 años en Tolosa y anteriormente ha regentando el bar Ordizia de Berazubi, se ha volcado con las redes sociales, ha renovado la carta y ha reforzado la oferta de comida para llevar. “No estamos siendo de los más perjudicados, porque en los bares de barrio el consumo se mantiene bastante bien y la amplia terraza que tenemos nos da posibilidades”, admite Fernando, que forma parte de la asociación de hosteleros de Tolosa.

Unai Iruretagoiena, Egoitz Palacín e Iñigo Unanue son algunos de los clientes realzales del Amets, que viven con expectación las horas previas a la final que se disputará mañana en el estadio de La Cartuja, aunque no será lo mismo verla desde casa y con la única compañía de los convivientes. “El año pasado planteamos ir a Sevilla, porque será un partido histórico que probablemente vivamos una vez en la vida. De no poder ir, lo veríamos en el bar, que es donde se disfrutan los partidos; puedes comentar, compartir opiniones y gritar sin molestar a los vecinos...”, explica Iñigo Unanue, que se moja por un 1-3. “Habrá que celebrarlo en el balcón y el domingo... ya se verá”, se resigna.

En opinión de Unai Iruretagoiena, la final ha quedado “algo desangelada” por el aplazamiento y por las restricciones vigentes, como son el cierre de la hostelería a partir de las 20.00 horas y el toque de queda. “Yo soy forofo de la Real desde siempre y me da pena que este momento histórico se tenga que vivir así. El partido hay que verlo en casa y si ganamos, la gente no podrá salir a la calle a festejarlo. De todas formas, es una final y las finales se viven a tope. Empezaremos a calentar los motores durante el día comiendo en la sidrería”, cuenta Iruretagoiena, que pronostica un 1-2 en La Cartuja.