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Madrid no repite concesiones

sexto partido invicto. La Real sumó un meritorio punto en la casa blanca, pero se marchó frustrada por encajar la igualada en el minuto 89 Real Madrid 11Reala

Madrid no repite concesiones

Pocas veces tendrá la Real una oportunidad tan buena de llevarse los tres puntos de la guarida blanca. A falta de dos minutos para el final, los realistas se imponían a los de Zidane gracias a un gol de Portu. Los blancos habían tocado zafarrancho de combate y mantenían encerrado a un equipo cansado y en ese momento ya bastante encogido. Entre otras cosas, porque no es demasiado poderoso para el continuo bombardero de balones al área y su portero no es que se le fuera a caer el larguero encima, sino que corría el peligro de quedarse atrapado en su red. La situación estaba muy clara desde bastantes minutos antes, o la Real conseguía hilvanar una contra y marcar un segundo tanto o iba a ser casi imposible que se llevara los tres puntos. Y así fue. El coloso merengue suele ser implacable cuando ya juega sin esquema, ni demarcaciones, ni orden... Cuando deja todo a la improvisación y puede aparecer un lateral en el extremo contrario, sin que nadie entienda cómo es posible que pulule por esos lares. Lo apuestan todo a la casta y al orgullo, a la pasión. Una reacción racial que, por cierto, les ha proporcionado mucha gloria

El problema fue que la Real también estaba completamente desordenada, pero por culpa de su entrenador, al que le dio un ataque de nervios y perdió el criterio. Dejando soluciones en el banquillo y ubicando a futbolistas en puestos que no encajan en sus características. No le interesaba nada ese juego y encima Imanol utilizó tres ventanas de sustituciones, por lo que se quedó sin hacer la última. Una cosa extrañísima que se acabó pagando con un empate en el 89', que, como es normal, escoció mucho.

No deja de ser curioso cómo nos ha cambiado la vida en un año. El domingo fue el aniversario del último duelo con aficionados que albergó Anoeta. Todo se ha ido ensombreciendo tanto con los toques de queda y el horario de cierre de los bares que nuestras calles transmiten melancolía. Hasta el punto de que la pandemia ha conseguido todo un imposible y es que los lunes, tan denostados y criticados cuando había público en la grada por ser antinatura, se hayan convertido en una buena fecha para disfrutar de un clásico entre los dos reales más conocidos de la Liga. El hecho de que no se disputara en el Bernabéu, probablemente el estadio que más impresiona a los jugadores, restó caché al choque, aunque, obviamente, aumentó las posibilidades blanquiazules de pescar algún punto.

En las horas previas el madridismo, que anda muy quejica últimamente, había incidido en que este encuentro no les venía bien en el calendario a los de Zidane, porque se encontraban en mitad de la ida de la Champions y del derbi capitalino con el Atlético, donde, en teoría, se disputarán medio título. Eso sin darse cuenta, por supuesto, de que el jueves la Real jugó en Old Traford y que tuvo que regresar el viernes a casa después de ejercitarse en la ciudad deportiva del City (sin que nadie hubiese elevado la voz). Su plaga de bajas, vendida como de dimensiones estratosféricas, se resume con que en teoría le faltaba el líder de su defensa, Ramos, como a la Real Aritz. El lateral derecho titular, Carvajal, como Zaldua a Imanol. Aparte de un central suplente, como Militao, Hazard, que de blanco solo jugó bien en la anterior visita de la Real en Liga, y Benzema, que sí que es una ausencia notable y complicada de cubrir, a pesar de que a su sustituto, Mariano, producto de su cantera, lo repescaron por 33 millones de euros. Otra dimensión. Con las evidentes diferencias abismales presupuestarias, los realistas comparecieron por primera vez en Valdebebas también sin Illarra, su capitán, su box to box Merino, su segundo y tercer portero, Moyá y Ayesa, y Sangalli. Si hablamos de bajas, parece más justo comentar todas.

La gran sorpresa de la alineación de Imanol es que volvió a apostar por el doble pivote formado por Zubimendi y Guevara, en detrimento de un Guridi que desapareció de las alineaciones de la noche a la mañana sin justificación alguna. El otro sacrificado fue Januzaj, por el que entró Portu con la intención de explorar la espalda de los laterales. La Real entró fuerte al encuentro, sobre todo gracias a la intensidad y a la potencia de la pareja Zubimendi-Guevara. El segundo se atreve con todo en la posición del 8, incluso dejó atrás a Casemiro en un gran regate, mientras que el donostiarra no parece haber notado la inactividad de los últimos meses. Es muy tranquilo, mantiene siempre la calma, tiene la capacidad de leer muy bien los partidos y de jugar fácil. Con cuantos menos toques mejor. Además, se coloca muy bien y no le impone ni tener delante a Modric, Kroos o Isco. Sigue jugando como si estuviese en Berio.

A los seis minutos compareció el habitual bulto sospechoso en la casa blanca. Monreal combinó con Oyarzabal y al entrar al área fue derribado por Casemiro. El contacto en plena carrera no admite discusión, pero el linier le echó un cable a Gil Manzano levantando la bandera por la situación del 10, cuando se encontraba en posición legal. Según el excolegiado Iturralde González en la Ser, la acción es punible: "Gil Manzano pita fuera de juego y reanuda así el juego porque el VAR no le dice que hay penalti. Si se lo hubiese dicho, tiene que ir a ver la jugada al monitor. Y tenía que haber entrado el VAR porque no había fuera de juego".

La Real aguantó el chaparrón del mejor Madrid, que remató dos veces al larguero antes del descanso. En la reanudación, los de Imanol se vinieron arriba y Portu culminó una acción coral preciosa. Isak no llegó por centímetros al pase del murciano y, ya cuando el Madrid estaba volcado, a Isak se le escapó una asistencia de Oyarzabal; Le Normand cabeceó alto y Aihen no logró finalizar con su pierna buena una ocasión franca. El problema es que el balón regresaba muy pronto a los dominios de Remiro y en el último minuto empató Vinicius.

Empatar fuera de casa siempre es un buen resultado. Hacerlo en la guarida del Madrid tiene un mérito añadido importante. Lograrlo con el habitual penalti robado da rabia aunque se pudiese esperar. Pero encajar casi en la última jugada cuando estás tan cerca de la orilla duele en lo más profundo del corazón. Pero este es el maldito precio a pagar por la ambición...

La Real resistió a los mejores minutos del Madrid en la primera parte y se puso por delante al inicio de la reanudación con gol de Portu

El árbitro no quiso ver un penalti a Monreal y al final Imanol se confundió al hacer unos cambios extraños que no ayudaron al equipo